Competencia parisina para el PSG
La adquisición del París FC, en segunda división, por parte de Bernard Arnault, propietario de LVMH, el mayor grupo de artículos de lujo del mundo, sueña con rivalizar con el club de Al-Khelaifi
París no ama el fútbol. Por más que sea la ciudad en que creció y se formó Jules Rimet, creador de la Copa del Mundo, y la sede de L’Équipe, desde cuya redacción se lanzó la Copa de Europa, el parisino fetén lo considera una inculta evasión provinciana. No hace mucho produjo gran extrañeza que Bernard Pivot, célebre figura cultural con programa de libros en la televisión pública, manifestara su cariño a este deporte.
La historia del fútbol parisino es la de multitud de intentos que han ido quedando en ...
París no ama el fútbol. Por más que sea la ciudad en que creció y se formó Jules Rimet, creador de la Copa del Mundo, y la sede de L’Équipe, desde cuya redacción se lanzó la Copa de Europa, el parisino fetén lo considera una inculta evasión provinciana. No hace mucho produjo gran extrañeza que Bernard Pivot, célebre figura cultural con programa de libros en la televisión pública, manifestara su cariño a este deporte.
La historia del fútbol parisino es la de multitud de intentos que han ido quedando en la cuneta: Gallia, Stade de Paris, Cerque Athletique de Paris, Stade Français, Racing de París, Matra Racing. Solo el Red Star puede exhibir un largo pedigrí, pues fue fundado por Jules Rimet en 1897, pero hoy milita en Tercera, donde su afición antisistema es feliz. Tiene el campo en el suburbio obrero de Saint-Ouen, dos gradas llevan el nombre de sendos ex jugadores fusilados por los nazis por luchar en La Resistencia, en el 68 sus hinchas tomaron la sede de la Federación y sus cánticos favoritos son el Bella Ciao y otro que raza: Flic, arbitre ou militaire, qu’est qu’on no ferait por un salaire, traducible por “Poli, árbitro o militar, no todo vale para conseguir un salario”.
El Paris Saint-Germain no tiene una raíz profunda. Nació en 1970 de la fusión entre el París FC y el Stade de Saint-Germain y no depende de una base social ni tiene respaldo en el país (resultó ser el más detestado, según una encuesta de L’Équipe), sino que responde al capricho de un jeque, el célebre Al-Khelaifi.
El Racing de París fue en su día la esperanza más sólida. En los treinta instituyó un amistoso anual contra el Arsenal, siendo el primer equipo francés en tomar el avión. Siguió fuerte hasta los sesenta, cuando las deudas lo hundieron. En 1982 lo compró el supermillonario Jean-Luc Lagardère, dispuesto a relanzarlo. Hubo grandes fichajes: Majder, Littbarski, Luis Fernández, Francescoli… Le cambió el nombre por Matra Racing, publicitando su empresa bandera. No alcanzó lo que pretendía, se aburrió y se fue. Hoy el Racing vegeta en los sótanos del fútbol francés.
En los noventa, Canal+ Francia compró el PSG para fortalecer el fútbol en la capital y crear así un triángulo con Burdeos y Marsella que mejorara los réditos de las transmisiones de pago. Tampoco resultó. Lo siguiente fue la operación Qatar, en 2011, que ha convertido al PSG en algo así como un injerto extranjero en la ciudad.
Ahora irrumpe la adquisición del París FC por parte de Bernard Arnault, propietario de LVMH, el mayor grupo de artículos de lujo, con Louis Vuitton como producto estrella. Forbes lo cataloga como el hombre más rico del mundo. El París FC, ahora en Ligue 2 y con el modesto estadio de Charléty, formó parte de la creación del PSG, pero se escindió. Arnault toma un 55 % y Red Bull un 15%, al tiempo que ficha a Jürgen Klopp como director de fútbol de todo el grupo, que incluye al Leipzig, Salzburgo (origen de todo), Bragantino, Red Bull New York y hasta el Omiya Ardija, en la tercera japonesa, más una conexión imprecisa con el Liverpool. Un entramado para repartir gastos y crear un espacio amplio en el que facilitar el crecimiento de sus futbolistas.
Poco se conoce aún del nuevo proyecto, que posiblemente se llamará RB París. No se sabe si pretenderá construir un nuevo estadio o compartir con el PSG el Parque de los Príncipes, pero la primera impresión es de credibilidad. Por la asociación con Red Bull y su forma de hacer las cosas hasta ahora, se descarta que sea un nuevo modelo de impaciente acumulación de estrellas, tipo Matra Racing o PSG. Se piensa más en un proyecto sensato, al modo de lo que está haciendo en Rennes François Pinault.
Lo primero será ascenderlo a la Ligue 1. Solo entonces volverá a haber en París un derbi, algo que falta desde hace decenios. Otra cosa es que sirva para aficionar al macizo de la población parisina al fútbol. Nunca se sabe. Los tiempos cambian…