Ancelotti: “Probablemente no merecimos ganar”
Vinicius y los fallos del equipo donostiarra en ataque conducen al grupo de Imanol a la tercera derrota en casa en Liga
Saltó la Real Sociedad al campo sin su habitual camiseta a rayas horizontales, porque celebraba el centenario del nacimiento de Eduardo Chillida, el insigne escultor, que jugó 11 partidos como portero realista, en los que encajó 11 goles. Esa temporada el equipo ascendió a Primera. Así que jugaron los donostiarras con una zamarra conmemorativa, mientras el Madrid vestía de color butano. Para Chillida, el espacio era muy importante en su obra, como para Imanol, que intenta que sus jugadores lo abran cuando atacan, y lo cierren cuando defienden, y le salió relativamente bien, porque el equipo de Ancelotti sufría por la presión y cuando aparecía en campo contrario tenía muy complicado el camino para conectar con Mbappé, que perseveraba en su afán por abrirse hueco hacia la portería de Remiro haciendo la guerra por su cuenta. “A Kylian lo veo más fresco, su partido me ha gustado mucho”, apuntó el entrenador madridista.
Además, tal vez el más creativo entre los jugadores del Madrid, quien imaginaba espacios como un escultor, el malagueño Brahim, apenas duró 25 minutos sobre el césped, afectado por una lesión muscular, posiblemente originada por ese virus FIFA que tantas bajas produce. “Brahim ha tenido una molestia en el aductor y la tenemos que evaluar”, apunta su entrenador.
Con la salida al campo de Rodrygo, el fútbol del Real Madrid, ya atascado desde antes, se hizo más funcionarial y previsible. “La salida de balón no ha sido buena porque ellos han presionado muy bien y no siempre encontramos el pase bueno”, dijo Carlo Ancelotti. Mientras, la Real buscaba los espacios delante de Courtois, pero los palos, que en tiempos de Chillida eran cuadrados y de madera, y ahora son redondos y de material sintético, le impidieron adelantarse en el marcador. Tres veces se encontraron los jugadores donostiarras con ellos.
Pero la Real y cualquier equipo tienen interiorizado que perdonarle tres veces al Madrid es sacar el pasaporte hacia el infierno, porque por lo civil o lo militar, el equipo blanco se muestra implacable con los errores ajenos. El primero llegó cuando Sergio Gómez sacó las manos al disparo duro de Arda Güler, y casi sin proponérselo, el Madrid sacó petróleo de penalti. En esa actitud versallesca que han adoptado Mbappé y Vinicius en su relación sobre el campo, el francés le cedió el honor del lanzamiento al brasileño, que no perdonó a Remiro.
Minutos más tarde fue al revés. Vinicius recibió un pisotón, de esos que la temporada pasada se consideraban acciones residuales, y que el árbitro observó en el VAR antes de señalar penalti, y fue el brasileño el que le dio la pelota a Mbappé para que lanzara el castigo y pusiera el resultado definitivo en el marcador. No tendrán material de este partido, en la televisión oficial del Real Madrid, para hacer otro vídeo sobre Martínez Munuera. “Solo hubo un penalti”, afirmó Imanol Alguacil, el entrenador realista. “El otro no ha sido, y es una pena, porque con cosas así nos estamos cargando el fútbol de verdad”. Take Kubo también mostró su disconformidad: “Me gustaría una explicación. Es muy dudoso”.
Así que en un partido sin protagonistas especiales, salvo Chillida en el recuerdo, Vinicius se convirtió en el jugador más relevante, y el más pitado por la grada de Anoeta, para la victoria de un Madrid industrial, que suma por inercia y sabe cómo meter los dedos en la portería del rival en los momentos precisos. “Ha sido un partido complicado y probablemente no merecimos ganar, porque la Real ha apretado y hemos sabido sufrir”, se sinceró Ancelotti. “Tenemos que hacer la crítica necesaria para mejorar. Hay que valorar con crítica lo que no ha salido bien, pero con los tres puntos en la tabla”, añadió.