Una genialidad de Take Kubo le da los tres puntos a la Real

Salió el futbolista más talentoso que tenía Imanol en el banquillo, y en su única acción del partido le dio los tres puntos a la Real Sociedad. Take Kubo, desaparecido hace una semana frente al Rayo, vio la mayor parte del partido ante el Espanyol desde la banda. Finalmente, el técnico de la Real le dio entrada, y le bastó un chispazo para decantar el choque. Es lo que tienen los jugadores con estrella.

En agosto el fútbol no es del todo natural, suena más a pretemporada que a competición, a trofeo Colombino que a Liga. De hecho, nadie está todavía en ebullición, ni los árbitros, ni sus jueces de línea, que cometen errores flagrantes, como el que señala un fuera de juego tras un córner después de que un defensa se la devolviera al lanzador. Falta rodaje, se echan de menos los ajustes en todas las líneas, hasta para que el portero local, Joan García, atornille algo más su juego de pies y no provoque infartos en la grada.

Sobra transpiración, con camisetas chorreando sudor, humedad en el ambiente y calor, y falta inspiración, para evitar partidos insípidos como el que jugaron Espanyol y Real Sociedad, sin demasiadas ideas a la hora de crear juego, bastante desorden en ambos equipos y escasas ocasiones.

En el RCDE Stadium se respiraba mucha ilusión por el regreso a Primera y el estreno en casa, bastante entusiasmo, pero poca chicha. El Espanyol volvió a la máxima categoría en su campo después de otro paso fugaz por el infierno, pero en la primera parte, consumidos los primeros minutos de chispa, por el subidón de la novedad y una primera acción en la que un contragolpe acabó en una petición de penalti que no pareció, el equipo blanquiazul empezó a enredarse en sus propias dudas. El balón le duraba muy poco, por lo que la Real no tuvo más remedio que adoptarlo para sí. Dos disparos de Sergio Gómez fueron las mejores ocasiones antes del descanso, pero, a los puntos, se decretó combate nulo.

Después, todo parecía marchar por los mismos carriles, como si ninguno de los dos equipos pudiera salirse de la vía sin provocar un descarrilamiento, hasta que despertó el Espanyol durante algunos minutos y dio la sensación de algo. Al menos, de algo más que en el tiempo desperdiciado hasta entonces.

A los 56 minutos, Puado anduvo listo para quedarse con un balón que cedió defectuosamente hacia atrás Pacheco, se fue solo, a campo abierto, hacia el área de Remiro, y cuando se lo encontró de frente, y vendido, quiso ser generoso y dejarle a Véliz el honor de inaugurar el marcador, pero el pase horizontal no fue demasiado bueno, y a su compañero, la pelota le pasó entre los pies. Jofre intentó rematar a la desesperada, pero el disparo le salió flojo y Aritz despejó sobre la línea.

Imanol vio que aquello no pintaba demasiado bien, así que hizo tres cambios de golpe. Uno de los que salieron fue Kubo; otro Sadiq, que se quedó clavado en un pase de Becker, en el que no metió el pie en una posición magnífica. Pero el japonés tenía una bala en la recámara. Pegado a la banda derecha, recibió de Traoré, encaró a Oliván, le hizo un caño, se plantó escorado ante Joan García y le batió con un disparo cruzado que entró por la escuadra contraria.

A Kubo no se le volvió a ver; al Espanyol tampoco pese a su esfuerzo en los minutos finales, con la Real jugando con diez futbolistas y medio, porque Aritz, cojo, siguió en el campo por lo menos para estorbar. Se defendieron bien los donostiarras y le aguaron la fiesta a su rival en el estreno es su campo.

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