Guardiola concentra el ataque en su Premier más difícil
El entrenador español conquista su sexta liga inglesa con un City que redobla la percusión por el carril del medio y evita los centros ante rivales más defensivos que nunca
Hacía más de 20 grados en Mánchester este domingo y lo contemplaba una multitud en mangas cortas cuando Pep Guardiola salió del vestuario el último, después de sus futbolistas y sus ayudantes, y después de que la plantilla del West Ham se hubiera distribuido entre la hierba y el banco. Iba revestido con un jersey de lana de cuello de tortuga, de los gruesos, de esos que sirven a los pescadores del fletán en el Mar del Norte. He aquí un supersticioso, señaló la prensa británica. El uniforme que le había protegido durante...
Hacía más de 20 grados en Mánchester este domingo y lo contemplaba una multitud en mangas cortas cuando Pep Guardiola salió del vestuario el último, después de sus futbolistas y sus ayudantes, y después de que la plantilla del West Ham se hubiera distribuido entre la hierba y el banco. Iba revestido con un jersey de lana de cuello de tortuga, de los gruesos, de esos que sirven a los pescadores del fletán en el Mar del Norte. He aquí un supersticioso, señaló la prensa británica. El uniforme que le había protegido durante el duro invierno, a lo largo de la racha de 32 partidos invicto que inició tras caer contra el Villa el 6 de diciembre, acompañó al entrenador del City en la última jornada del campeonato y no se lo quitó hasta que no se confirmó la victoria. Si hubo que invocar a los poderes sobrenaturales, lo hizo. Porque si de algo estuvo seguro el técnico de Santpedor fue que esta Premier sería la más difícil de ganar de las ocho que había acometido. Se lo advirtió a sus jugadores antes de debutar contra el Burnley en pleno agosto: “Este año llevaremos la mochila más cargada de piedras que nunca”.
La complacencia que naturalmente suele pesar sobre los equipos que ganan un triplete —Liga, Copa y Champions, la colección lograda en 2023— amenazaba con lastrar a los jugadores del City justo cuando en las principales ciudades deportivas de Europa se trazaban planes radicales para frenar al más célebre y sofisticado de los ataques. Así lo advertían desde el verano de 2023 distintos expertos que prefieren el anonimato y que trabajan con las secretarías técnicas del Bayern, el Real Madrid, el Chelsea y el Arsenal. Salvo el Liverpool de Jürgen Klopp, que se resistió de plano a retroceder, incluso los equipos más poderosos del continente, y también los que presumían de ofensivos, proyectaron y ejecutaron planteamientos excepcionales contra el City. Ese día la táctica consistió en luchar por la gloria que supone parar en seco a Haaland, De Bruyne, Foden y Bernardo Silva. Para ello transformaron el bloque bajo en un bloque recogido en el área de penalti.
Si antes los rivales más conservadores se replegaban con once o diez futbolistas en una franja de 25 metros hasta la línea de gol propia, cerrando el campo de banda a banda, ahora, además, comenzaron a enroscar las alas. Ahí donde los extremos o los laterales habían cerrado los carriles exteriores, empezaron a meterse hacia adentro, liberando el paso a los atacantes del City por afuera a cambio de proteger a sus centrales y así obligar al Walker, al Doku o al Grealish de turno, a tirar centros a la montonera. El espectáculo no tuvo precedentes. Equipos que en los dos últimos años habían invertido más de 300 millones de euros en fichajes, como el Newcastle; sociedades que desde 2022 firmaron contratos por mil millones de euros como el Chelsea; o como el United, que se reforzó con más de 400 millones en ese periodo, resolvieron que el día que se medían contra el City, además de replegarse, se enroscarían.
Durante varias jornadas en el arranque del curso, el City se bloqueó. La crisis de Erling Haaland no tardó en manifestarse. El noruego, que había marcado 36 goles en 35 partidos en la Premier 2022-23, acabó esta liga con 27 en 30 partidos. Demasiados, dadas las circunstancias. Haaland intentó buscar huecos para desmarcarse en profundidad. Pero ya no los había. El partido contra el Arsenal en el Etihad, el 31 de marzo, definió una época. “El Arsenal tiene mejor plantilla que el City”, observó un consejero próximo a la secretaría técnica del club de Londres; “solo hay que ver los banquillos y los mediocentros titulares. ¡Pero Arteta salió a jugar al contragolpe!”. El banquillo de Guardiola tenía a Grealish y Doku en los extremos, Lewis como lateral, Stones como pivote, Álvarez como delantero y Matheus como interior; mientras que el de Arteta tenía a Thomas Partey de pivote, Martinelli y Trossard de extremos, y Tomiyasu y Zinchenko como laterales. En el mediocentro del City jugaron Rodri y Kovacic, y en el mediocentro del Arsenal, Jorginho y Rice. Con herramientas equiparables a su rival, el equipo de Arteta no tuvo el balón más del 30%.
Contra sus hábitos, el técnico donostiarra hizo lo que hizo el Madrid en Champions: mandó un repliegue general y solo presionó en momentos puntuales. Al acabar el partido, tras un 0-0 que dejaba el campeonato en el aire, Guardiola emitió su veredicto: “Estoy satisfecho porque yo siempre he reconocido a mi equipo en el campo”. El mensaje fue nítido: el equipo de Arteta se había deformado hasta ser irreconocible. Esto es lo que pensaron los asesores del dueño de Stan Kroenke, el dueño del Arsenal, el hombre que en las Navidades de 2019 fichó a Arteta, según cuentan, “para que desarrollara el modelo de Guardiola”. Cuatro años y 500 millones en fichajes más tarde, el anti-Guardiola estuvo a punto de ganar la Premier. Los 89 puntos del Arsenal esta temporada solo fueron superados por dos segundos clasificados en las últimas tres décadas. Normalmente sirven para levantar el trofeo.
“Cómo quieres perder”
“Lo único cierto es la derrota”, explicó Guardiola este domingo. “Lo único que puedes decidir es cómo quieres perder. En eso el equipo nunca me decepcionó”.
El City jugó jugó como quiso, siempre propositivo. Reaccionó al bloque enroscado atacándolo en su núcleo. Casi sin colgar centros que casi inevitablemente acababan evacuados por los pivotes o los zagueros rivales. Esta temporada el City acabó el curso con un total de 469 centros colgados sobre el área contraria: un bajón respecto a los 542 de la temporada 2016/17, los 489 de la 17/18, los 533 de la 18/19, los 707 de la 19/20, o los 525 del año pasado.
El domingo, los goles del City al West Ham, uno de los bloques bajos más macizos de Europa, fueron la sublimación de la versión más elevada del ataque: todos por dentro. Más difícil todavía. Un nuevo eslabón en la cadena evolutiva de Guardiola. Con De Bruyne y Foden encarrilados con Haaland en el 1-0, con Haaland bajando al mediocampo a lo Griezmann para asociarse en el 2-0, con Foden entrando por el carril central y con los extremos como instrumentos de asociación más que e desborde pegados a la banda y centro. El 3-1, con un remate de Rodri, que entró por la senda del ocho, completó la hazaña.
“Para un equipo que gana el triplete, recuperar el hambre competitivo dos veces por semana no es fácil”, dijo Bernardo Silva hace un mes. El City no solo conservó el espíritu de lucha. Camino de su sexta Premier, Guardiola dio otra vuelta de tuerca al fútbol de ataque.
Cuatro españoles nominados a mejor técnico
Pep Guardiola, Mikel Arteta, Unai Emery, Andoni Iraola y Jürgen Klopp, cuatro españoles y un alemán, son los nominados para el premio al mejor entrenador del año de la Premier que para muchos analistas británicos ha sido la más reñida de la historia. Sería una sorpresa que la condecoración —que se prevé que se publique hoy— no acabe en manos de Guardiola.
A sus 53 años, el técnico catalán ha superado a Matt Busby y ahora se codea con George Ramsay (Aston Villa), Bob Paisley (Liverpool), y Alex Ferguson (Manchester United), únicos entrenadores que ganaron más de cinco títulos de la primera categoría del fútbol inglés.
“En términos de números ni el Liverpool de Paisley, ni el United de Ferguson fueron mejores que nosotros en puntos conseguidos, goles anotados y ligas sucesivas”, dijo Guardiola tras lograr su sexta Premier este domingo. “Si me hubieran dicho que ganaría seis Ligas en ocho años cuando firmé por el City habría pensado: ‘¿Estás loco?’ No podía imaginármelo. Es increíble”.
Guardiola, que acaba contrato en junio de 2025, reflexionó sobre su futuro. “El año pasado tras ganar el triplete pensé: ‘Se acabó. ¿Qué hago aquí?’ Ya no quedaba nada por ganar. Pero tengo un contrato aquí. A veces estoy contento, a veces tengo malos días. Todavía disfruto. A veces me encanta. En agosto empecé a pensar: ‘¿Por qué no? Nadie ganó cuatro Premiers seguidas. Ahora busco otra motivación”.
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