Bellingham vuelve a volar en la goleada del Madrid al Alavés

El inglés recupera su versión más dañina tras el desgaste de la Champions y lanza al Real en una noche en la que Courtois recordó a su mejor versión a 18 días de la final de Wembley

Jude Bellingham marca el primer gol del Real Madrid al Alavés en el Bernabéu.Mariscal (EFE)

Otra noche menos para la final de Wembley. Otra noche más cerca de que el Real Madrid recupere del todo a Courtois, que sumó diez paradas contra el Alavés, alguna de dificultad notable. Y otra noche con la versión más expansiva y fresca de Bellingham —gol y asistencia— y de Vinicius —dos dianas—. Con el 5-0, el Real sigue avanzando en su puesta a punto para la final de la Champions y hacia los 99 puntos, que serían su segunda mejor marca histórica en una Liga.

Este punto del curso es extraño. Se juntaron en el Bernabéu dos equipos que habían zanjado lo que les tocaba de torneo la jornada anterior. El Alavés, la salvación; el Madrid, el título, que después de los festejos callejeros del domingo volvió a celebrar en el estadio, al que mostró la copa 36. La situación, en ese limbo que se extiende desde el final de una temporada hasta la siguiente, o hasta la final de Londres, anunciaba cierta bajada de pulsaciones. Y sí: la noche deparó varios tramos de galbana en los que el Real tocaba sin premura y el Alavés aguardaba la dentellada. Que siempre llegó.

Aunque la primera la dio el equipo de Luis García Plaza, una situación que, paradójicamente, pudo resultar de cierta utilidad para Ancelotti. Uno de los largos saques de banda de Ianis Hagi terminó en tres remates dentro del área de Samu, a los que respondió Courtois con tres paradas de reflejos y presencia. En esta larga antesala de la final, una de las dudas abiertas que permanece abierta es la de la portería. Después de la semifinal contra el Bayern, el belga siguió sumando minutos a su programa de pruebas para ver si le alcanza para el 1 de junio. Solventó esa triple ocasión del primer minuto, y luego un peligroso tiro lejano de Hagi, y otro de Samu, y más tarde otro incluso más comprometido de nuevo de Hagi. Diez paradas.

Mirando a Wembley, que es adonde mira el madridismo, el portero dio la impresión de estar más afinado que Militão, el otro cruzado, que formó en el centro de la defensa con Nacho en lo que podría tomarse como un cásting para escoger a la pareja en Londres de Rüdiger, suplente esta vez.

Por delante, era el turno de la primera unidad, que encontró tramos para la agitación en medio del bajo ritmo. Sobre todo Vinicius, siempre con ganas de soltar las piernas y de abrir la caja de trucos. Con el brasileño, siempre es buen momento para la fiesta.

Se divirtió él y también Bellingham, que lució más ligero después de exprimirse contra el City y el Bayern, y de descansar contra el Granada. El inglés volvió a aparecer más atacando que persiguiendo rivales. Mezclaba por la izquierda con Kroos, Rodrygo y Vinicius. Aunque cuando abrió el marcador, el alemán, que dejó otra lección magistral de dirección de juego, le buscó desde el otro lado. Le cruzó un balón que flotó de derecha a izquierda y le cayó a la zurda junto al palo. Bellingham la tocó con suavidad por encima de Owono, tan leve que cuando entró después de darle al otro poste pareció que no había pasado nada.

El inglés tuvo que ver también en el segundo. Filtró un pase al área a Camavinga, que alargó el gancho para controlar la pelota, recortó a Blanco y se la dejó a Vinicius para que la dejara en la red. El impacto de Bellingham no se quedó ahí. Todavía antes del descanso, asistió a Valverde, que reventó el balón al ángulo.

El Alavés no se desfondó del todo, pero enfrente se encontró a un Courtois que cada vez se parece más al portero que desespera rivales a lo grande.

Al otro lado volvió a marcar Vinicius y Rodrygo acumuló frustraciones. El reverso de Güler, que rebañó una de las que se le escaparon al brasileño y volvió a marcar. El talento turco no deja ni las raspas de lo que sea que le caiga. Fue el final de otra noche feliz que dejó la inquietud de Carvajal, que se retiró cojeando con la bota derecha en la mano después de un pisotón de Duarte.

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