La Liga de Ancelotti, el entrenador que no hace nada y se inventó a Bellingham
Los ajustes tácticos del italiano ante la falta de un goleador claro desembocaron en que el inglés terminara como ‘pichichi’ del Madrid en la Liga en su primer año en el equipo
Esta Liga número 36 del Real Madrid, la tercera en cinco años, es una creación de autor. De un autor que ha atravesado buena parte de su exitosa carrera con la consideración de autor invisible, visto a menudo como una figura en cierto modo secundaria, más bien una pieza de valor emocional. Sin embargo, camino ya de los 65 años, que cumplirá el próximo 10 de junio, Carlo Ancelotti ha despachado una de sus creaciones más complejas en un contexto de efectivos limitados y con...
Esta Liga número 36 del Real Madrid, la tercera en cinco años, es una creación de autor. De un autor que ha atravesado buena parte de su exitosa carrera con la consideración de autor invisible, visto a menudo como una figura en cierto modo secundaria, más bien una pieza de valor emocional. Sin embargo, camino ya de los 65 años, que cumplirá el próximo 10 de junio, Carlo Ancelotti ha despachado una de sus creaciones más complejas en un contexto de efectivos limitados y con un primer tramo de curso desarrollado bajo la incertidumbre de su futuro, siempre cerca de virar hacia el banquillo de Brasil.
El lunes pasado, la víspera de la ida de la semifinal de la Champions contra el Bayern Múnich, se permitió uno de sus delicados gestos de reivindicación. A tres partidos de otra Copa de Europa y con la Liga ya empaquetada, el italiano definió su desempeño, entre la fina autoparodia y el dardo a quienes deslumbra la sofisticación de otros colegas: “Tengo la idea muy clara sobre nuestro papel. Hay dos tipos de entrenadores: los que no hacen nada y los que hacen mucho daño. Entonces, yo intento estar en el primer [grupo], el de los que no hacen nada”.
Esa misma tarde también dejó una reivindicación más nítida: “Pocos pensaban que yo podía hacer esta rueda de prensa”. La frase resumía el espíritu del trayecto, con curvas desde meses antes del principio de esta Liga número 36.
El Madrid anunció el 4 de junio del año pasado que Karim Benzema abandonaba el club rumbo a Arabia Saudí, lo que dejaba al equipo sin un nueve de referencia que había ganado el Balón de Oro solo unos meses antes. Tres días más tarde, el 7 de junio, el Borussia Dortmund comunicaba a sus accionistas que había llegado a un acuerdo con el Madrid para venderle a Jude Bellingham por 103 millones de euros más un paquete de variables que podía alcanzar el 30% de esa cantidad.
En las reuniones que mantuvo esos días Ancelotti con la cúpula del club, trasladó que le parecía necesario contratar a Harry Kane, a punto de cumplir 30 años, para reemplazar a Benzema, el máximo goleador del equipo desde la marcha de Cristiano Ronaldo a la Juventus en 2018.
El siguiente movimiento del club fue cerrar la cesión de Joselu como reemplazo de Mariano. El canterano de La Fábrica, de 33 años, venía de estrenarse con la selección española de Luis de la Fuente en el mismo curso que acababa de descender con el Espanyol. Hasta ahí las operaciones en la delantera. El 12 de agosto el Bayern Múnich anunció la contratación de Kane por más de 100 millones de euros, el fichaje más caro de la historia de la Bundesliga.
La lección de Zidane
Ancelotti dedicó menos tiempo al lamento que a la búsqueda de soluciones con las herramientas de las que disponía, es decir, Bellingham, que terminó siendo pichichi del equipo en la Liga, con 18 goles. Como cuando regresó a Valdebebas en el verano de 2021 y le preguntaron qué iba a hacer para conseguir más goles si no fichaban otro delantero. La respuesta fue puro Carletto, sencillez aparente para envolver algo muy complejo: “Benzema tiene que marcar 50 goles, en lugar de 30. Vinicius tiene que marcar más...”. Ancelotti acercó al brasileño al francés, y Benzema anotó 44 y Vinicius pasó de seis a 22, algo inimaginable para casi cualquier analista.
Esa maestría para adaptar lo que tiene, y adaptarse también él, procede de una vieja lección de hace años que recordó en plena gira veraniega en EE UU: “Cuando empecé a entrenar tenía una idea clara y no me adaptaba a los jugadores que tenía. Tuve una experiencia en el Parma, donde Baggio quería jugar de mediapunta y no cambié el sistema. Se fue a otro equipo. Y me equivoqué. En la Juventus, con Zidane, empecé a entender que es mejor adaptarse a los jugadores”.
Cuando recuperó en público esa idea a la que se ha referido en muchas ocasiones, ya llevaba días trabajando en su última criatura: la reinvención de Jude Bellingham. En su última temporada en el Dortmund, el inglés era un centrocampista, que jugó la mayor parte del tiempo como interior derecho. Pero Ancelotti, durante su proceso de búsqueda de goles entre los efectivos con los que contaba, detectó una cualidad excepcional en los vídeos que revisó del inglés: “Lo que notamos en los partidos que jugaba con el Dortmund es que tenía la habilidad de llegar a tiempo al área rival y ser peligroso”, explicó el italiano.
Por eso el Madrid empezó la pretemporada con un nuevo sistema alrededor de un rombo en el centro del campo, con Bellingham en la punta y Vinicius y Rodrygo en la delantera. Las primeras pruebas no fueron perfectas. La nueva estructura presentaba debilidades en los flancos al defender. De modo que Ancelotti comenzó a afinar la propuesta, y el diamante se transformaba en un 4-4-2 en defensa, con el inglés tapando la banda izquierda.
El invento tuvo que aguantar también el impacto de las dos lesiones musculares de Vinicius en 2023, que le dejaron fuera durante 11 partidos. En esos meses difíciles sin el brasileño, Bellingham sostuvo al equipo con 17 goles en todas las competiciones. La temporada anterior completa, su mejor año, la había cerrado con 14. El movimiento de Ancelotti provocó asombro hasta en la familia del inglés: “Sabíamos que era bueno, pero no imaginábamos que pudiera serlo tanto”, comentó su padre en privado un día de partido en el Bernabéu. Meses después preguntaron al futbolista si el italiano era el mejor entrenador que había tenido: “Creo que sí. La marca de un buen entrenador es que es capaz de hacerte un poco mejor de lo que creías que eras”.
Ancelotti, en su línea, se ha quitado importancia. Como si de verdad él no hiciera nada: “Aprende muy rápido. No es necesario decirle las cosas muchas veces. Le hemos enseñado vídeos de cuando jugaba en el Dortmund, de lo que nos gustaba. Ahora hace muchos más movimientos sin balón para llegar al área rival; en Alemania estaba más acostumbrado a recibir entre líneas”.
El hallazgo táctico del italiano tuvo impacto también en la selección inglesa, donde Gareth Southgate se animó a moverle también a la mediapunta, con mayor libertad. “Es poesía”, dijo en Channel 4 el exfutbolista del Chelsea y del Liverpool Joe Cole, la primera vez que le vio jugar de 10 con Inglaterra. El futbolista también estaba feliz con el hallazgo: “Disfruté mucho jugando en esa posición”, dijo después de jugar ahí en Hampden Park. “Ese papel de libertad”.
Sin embargo, ese no fue el final de viaje de Bellingham. A medida que la temporada avanzaba, regresaba Vinicius y se ponía a marcar, y aparecían rivales más crudos en el horizonte, Ancelotti fio al inglés una parte esencial del sistema defensivo, el principio y la dirección de la presión. Ya había derrochado esfuerzo en esas tareas todo el curso, pero se exprimió de manera especial en la eliminatoria de cuartos de la Champions contra el City. Ningún futbolista realizó más presiones de alta intensidad que él en los encuentros de cuartos.
Ahí estaba la estrella del curso en un ejercicio de entrega límite. El otro día en Múnich, aunque con carácter general, Ancelotti también dejó una referencia a esto: “Está la calidad, pero no solo: hay la actitud, el compromiso. Lo que puede hacer un entrenador es que los jugadores entiendan bien qué es el trabajo de equipo, porque la calidad la tenemos nosotros, la tiene el Bayern, la tiene el PSG... ¿Dónde está la diferencia? En dónde quieres meter esta calidad. Si tú quieres meterla para ti, esto no está bien. Si tú la metes para el equipo, puedes ganar”.
Antes de ganar la Liga, Ancelotti se ganó a los futbolistas, y a la directiva, que anunció la ampliación de su contrato hasta 2026 la mañana del 29 de diciembre, solo dos días y medio antes de que pudiera negociar otro empleo, con Brasil muy interesado de manera pública para la Copa América de este verano y el Mundial 2026.
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