Con el oficio de Griezmann y la fe de Morata el Atlético derrota al Girona
Los de Simeone remontan el gol inicial de Dovbyk con un ejercicio de eficacia y oportunismo para castigar los errores defensivos de su rival
Hay ocasiones en las que un equipo gana más por necesidad y por convicción que por juego. Esto sucedió este sábado con el Atlético, que tuvo que reponerse con sudor gremial y oficio para imponerse a un Girona que inició el encuentro marcando el paso con un gol de Dovbyk. La remontada fue también un ejercicio de oportunismo reflejado en los tres goles. Sacó el Atlético provecho de tres jugadas que no iban a ninguna parte. Un penalti por manos de Miguel Gutiérrez y la fe de...
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Hay ocasiones en las que un equipo gana más por necesidad y por convicción que por juego. Esto sucedió este sábado con el Atlético, que tuvo que reponerse con sudor gremial y oficio para imponerse a un Girona que inició el encuentro marcando el paso con un gol de Dovbyk. La remontada fue también un ejercicio de oportunismo reflejado en los tres goles. Sacó el Atlético provecho de tres jugadas que no iban a ninguna parte. Un penalti por manos de Miguel Gutiérrez y la fe de Morata para no dar por perdido un balón que se iba por la línea de fondo y que terminó poniéndolo en la cabeza de Correa pusieron por delante a los de Simeone en el descuento del primer tiempo. A la salida del segundo, Griezmann aprovechó una pifia en un despeje de Solís para reventar por arriba el tercer gol de su equipo. Un palo definitivo para un buen Girona, que no solo había exhibido su precisa y estética manera de engarzar pases en las transiciones.
El gol de Dovbyk fue parido en una carrera astifina de Savinho para rajar toda la banda derecha que defendía Nahuel Molina y luego enfilar la diagonal para jugar con Yangel Herrera en la medialuna del área. Couto le dobló y sacó un cetro raso que Dovbyk solo tuvo que empujar. Un gol de academia, después de sacudirse la presión descoordinada del Atlético con velocidad, desborde y toque y llevar la jugada de lado a lado. Por jugadas como esa el Girona se ha ganado la condición de ser el equipo que mejor ha jugado al fútbol esta temporada. Desarrolló ese atractivo juego el Girona durante veinte minutos largos. Tanto que hizo rectificar a Simeone. Con el foco puesto en la visita a Dortmund del martes, Witsel, Marcos Llorente y Morata fueron carne de banquillo. No solo había oxigenado al equipo el técnico rojiblanco, también había regresado a la defensa de cuatro, con Reinildo de lateral izquierdo. Ante la ausencia de Lino en Dortmund por sanción, la alineación del defensa mozambiqueño apuntó a una prueba para comprobar si este, ya sea como lateral en una defensa de cuatro, o como carrilero en una defensa de tres centrales, ha recuperado el tono y el ritmo de juego que aún no parecía haber encontrado después de un año lesionado.
No funcionaban el dibujo ni la alineación con Riquelme de lateral derecho, Saúl de acompañante de Koke y De Paul y con Griezmann y Correa en la punta. Al Girona les bastaba con cerrar los pasillos interiores para destapar la espesura rojiblanca. Cedía los costados son disimulo para que el Atlético se perdiera en centros laterales ante los que Griezmann y Correa poco tenían que hacer ante Blind y David López. Con el gol en contra, la inoperancia en ataque y la facilidad con la que el Girona saltaba las líneas de presión, Simeone ordenó la vuelta a la defensa de tres.
Se sintieron más cómodos los futbolistas del Cholo con el regreso al sistema de cabecera del último año y medio. El movimiento de pizarra sacó a Griezmann del área y le metió en el partido. Fue más amenazante el Atlético. De alguna manera, el Girona también le ayudó a crecer. Tuvo al Atlético contra las cuerdas, pero se creyó que con guardar las posiciones en campo propio le iba a dar.
Sin mucho fútbol, el Atlético convirtió el partido en una cuestión de empeño y oficio. Tuvo ambas cosas. De una falta lateral sacó el penalti por manos de Miguel Gutiérrez, que saltó deslavazado con las extremidades abiertas y a su libre albedrío para tratar de impedir que Mario Hermoso conectara un cabezazo. Griezmann ajustó el lanzamiento abajo, a la izquierda de Gazzaniga.
Con el empate, aún el Girona aparentaba tener el control del partido, pero ya era un equipo menos afilado y más horizontal, sin darle tanto escape a Savinho. La entrada de Morata por Saúl, que se rompió a la media hora, dio más empaque a los rojiblancos. Con todo, Savinho pudo ser objeto de penalti porque entre De Paul y Reinildo le derribaron un palmo dentro del área. El colegiado no señaló ni falta. Al poco, Morata firmó la jugada del partido, una mezcla de fe para perseguir la pelota hasta la línea de fondo, de habilidad para impedir con una ruleta que saliera y de precisión para enguantar una rosca con cicuta. Al espacio entre los dos centrales donde Correa emergió para desviar la trayectoria a gol con un cabezazo picado.
Sin haber sido inferior, el Girona se fue al descanso en desventaja. Y fue golpeado de nuevo nada más reanudarse el encuentro. Un mal centro de De Paul al área lo despejó con el tobillo Solís y la pelota salió hacia atrás. Por allí merodeaba Griezmann, que con su tobillo derecho maltrecho fusiló por arriba a Gazzaniga con un disparo violento. El escenario se presentó ya propicio para el Atlético. No sufrió en exceso las arremetidas del Girona para tratar de recortar el marcador. Apuró a Oblak con un par de disparos lejanos, pero nunca pareció poner en peligro la victoria rojiblanca.
Necesitaba el Atlético esta victoria para mantener su ventaja de dos puntos sobre el quinto clasificado, el Athletic, y ponerse a cuatro puntos del Girona. Si el martes se juega su pase a las semifinales de la Champions, ayer se jugaba no estancarse en su búsqueda de disputarla la temporada que viene.
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