Quedamos iguales, pero somos mejores
En un campo de regional preferente de Teruel se esconde una pequeña joya del fútbol modesto: las crónicas, alineaciones y resultados de varias temporadas escritos a mano con mimo y paciencia
Además de ser el país al que los youtubers se mudan para evadir impuestos, Andorra también es el nombre de un pueblo de Teruel con un marcado pasado minero. En los años cincuenta y sesenta se abrieron allí varias minas y desde los ochenta, la central térmica en la que se quemaba el carbón fue el motor de la región. Hubo un tiempo en el que dio tanto trabajo que se organizaron expediciones para llevar al pueblo trabajadores del sur de España. La población se mult...
Además de ser el país al que los youtubers se mudan para evadir impuestos, Andorra también es el nombre de un pueblo de Teruel con un marcado pasado minero. En los años cincuenta y sesenta se abrieron allí varias minas y desde los ochenta, la central térmica en la que se quemaba el carbón fue el motor de la región. Hubo un tiempo en el que dio tanto trabajo que se organizaron expediciones para llevar al pueblo trabajadores del sur de España. La población se multiplicó y la identidad del municipio quedó íntimamente relacionada con este sector.
Hace dos años estuve en el municipio porque faltaban pocas semanas para que la central térmica quedara totalmente desmantelada. No solo era el fin de un edificio, sino que con la caída de esas torres se esfumaba lo que había definido a toda una población al menos durante los últimos 70 años. Nacho, el trabajador de la central y vecino del pueblo que hizo de Cicerone a mi compañero David y a mí sabía dónde tenía que llevarnos para conocer a fondo y en el menor tiempo posible el sentir del pueblo: al campo de fútbol. Era día de derbi, además, y no tenía sentido estar en otro sitio que no fuera el estadio Juan Antonio Endeiza.
En el descanso, nos abrieron las puertas de su tesoro más preciado, una estancia en la que guardaban decenas de cuadernos en los que un antiguo directivo del club había escrito las crónicas de cada jornada, había dibujado las equipaciones y había reflejado las alineaciones durante varias temporadas en los años cincuenta y sesenta. Una joya del fútbol modesto. Las guardaban en la habitación que durante un tiempo acogió las ruedas de prensa, las que ofrecían en su mejor momento, cuando jugaron en Segunda B en los años ochenta y llegaron a acariciar el sueño de ascender a segunda división.
No es difícil intuir el mimo y la paciencia con la que ese hombre dejó por escrito para la posteridad las andanzas de su club. También se ve su evolución, desde unos textos más planos, hasta otros en los que utiliza unos titulares que me provocan envidia como periodista. “El mejor equipo del campeonato y la mejor bofetada”, titula el repaso al partido con el equipo más fuerte de la liga, el filial del Real Zaragoza, en noviembre de 1958. “No eran de mantequilla precisamente, pero había que comérselos”, resume así una importante victoria contra el Numancia. “Quedamos iguales, pero somos mejores”, sentencia sobre el empate con el Barbastro en la novena jornada de liga.
Son maravillosas las definiciones de cada jugador que podrían servir, en realidad, para describir diferentes actitudes ante la vida. Aquí algunos ejemplos:
—Ferrer tuvo poco trabajo, pero lo resolvió bien.
—Herrera, flojo de facultades, pero buenas maneras.
—Pueyo, como siempre, voluntad y trabajo.
—Conejero se fue superando.
Las gradas del campo se llenan cada jornada de todos los que alguna vez trabajaron en la central. Ahora, todos prejubilados a una edad temprana. Muchos de ellos son hijos de los mineros que llegaron a Teruel hace más de medio siglo. En la curva, los más jóvenes corean el nombre del estadio, bautizado así como homenaje al presidente con el que el club brilló. Últimamente, el equipo ha pasado apuros económicos por sus deudas. Poco después de nuestra visita, los directivos lanzaban un mensaje de auxilio e iniciaban un crowdfunding para tratar de hacer frente a los pagos.
“Aquí el fútbol se ha vivido desde los primeros días que se empezó a sacar carbón... que desaparezca el carbón y ahora el fútbol, duele”, dijo el entonces presidente, Antonio Donoso, a la radio regional. Endesa subvencionó durante muchos años los deportes de las localidades en las que estaban sus sedes, pero eso acabó en los 2000. El fútbol es para Andorra tan importante como el carbón. Andorra no podía permitirse perder todo al mismo tiempo. Es como perder el trabajo y que te deje el novio en el mismo mes.
En aquella visita, el presidente, también antiguo trabajador de la central e hijo de migrantes extremeños, me comentó que esperaban un inversor chino o árabe caído del cielo. No sabía si lo decía en broma o en serio. La salvación no vino de tierras lejanas, sino que gracias a la venta de un inmueble, el club logró el año pasado reducir notablemente su deuda con Hacienda y obtuvo casi 200.000 euros de la recaudación colectiva que lanzó. El Endeiza seguirá rugiendo mientras busca un futuro más allá del carbón.
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