Gente feliz
En Anfield una estatua recuerda a Bill Shankly con los brazos levantados, una rosa en el hombro y una frase eterna: “He made people happy”
En Anfield, delante del estadio, una estatua recuerda a Bill Shankly con los brazos levantados, una rosa en el hombro y una frase eterna que resume lo que Liverpool le debe: “He made people happy” [Hizo a la gente feliz]”. Es toda una experiencia visitar Anfield horas antes de un partido grande, Liverpool-Manchester City, en la temporada en que los dos pelean, una vez más, con uñas y dientes por una Premier que el Liverpool solo ha ganado una vez desde su creación en 1992 (sí ligas antes, especialmente en los año...
En Anfield, delante del estadio, una estatua recuerda a Bill Shankly con los brazos levantados, una rosa en el hombro y una frase eterna que resume lo que Liverpool le debe: “He made people happy” [Hizo a la gente feliz]”. Es toda una experiencia visitar Anfield horas antes de un partido grande, Liverpool-Manchester City, en la temporada en que los dos pelean, una vez más, con uñas y dientes por una Premier que el Liverpool solo ha ganado una vez desde su creación en 1992 (sí ligas antes, especialmente en los años de Shankly que coincidieron con la presentación a todo el planeta de un equipo magnético y la considerada mejor banda de todos los tiempos, The Beatles: Liverpool honra en cada esquina a sus mejores embajadores).
Lo admirable de la comunión entre afición y club se asienta en los símbolos y el respeto solemne, lleno de pequeños y grandes gestos del club para con su pasado, las leyendas que lo hicieron grande y los aficionados que murieron (96 personas, adolescentes y niños entre ellos), en Hillsborough durante un partido contra el Nottingham Forest en 1989; el exceso de aforo permitido por la policía provocó una avalancha que aplastó a decenas de personas. Fue la peor tragedia de la historia en un campo de fútbol. Y generó en la ciudad un sentimiento para con el club que sigue intacto, que está por encima de títulos y decepciones, que de alguna manera recorre la historia del club atado para siempre a sus aficionados por las vidas que ese día se quedaron para siempre en Anfield. Una de las esquinas del estadio recuerda a los fallecidos con sus nombres y sus edades, una llama que no se apaga nunca, flores frescas y fotografías de muchos de ellos. En los bares de la ciudad se recuerda también un aviso inflamable: el eclipse total del sol. O sea, el boicot a The Sun, el periódico que después de la tragedia mintió sobre ella (responsabilizó a los aficionados, contó que algunos meaban sobre los cadáveres y otros les robaban). De nada valió que The Sun pidiese disculpas años después; el periódico no existe en Liverpool, casi nadie quiere venderlo (y si se detecta puntos de venta, pobre de él) y el boicot llega al Liverpool y el Everton, el otro club de la ciudad: sus entrenadores y jugadores no hacen declaraciones a The Sun.
Shankly es la gran figura que levantó el Liverpool moderno. Criado en una pequeña comunidad minera de Escocia con sus nueve hermanos, jugó al fútbol de forma profesional sin apenas ruido y fue como mánager cuando empezó a destacar. Su llegada a Liverpool (que estaba en Segunda División) supuso la revolución que el club estaba esperando. Hizo grabar en el estadio el ahora ya legendario lema “This is Anfield” (esto es Anfield) para avisar a los rivales de que no se adentraban en un estadio cualquiera. Cambió el uniforme del equipo y decidió que fuera rojo entero, de arriba abajo, para dar más miedo. Y, sobre todo, llevó los valores de la mina, la solidaridad, el esfuerzo, la lealtad entre unos y otros, al campo. El resultado fueron 15 años inolvidables (“hizo feliz a la gente”) que sentaron las bases del Liverpool campeón de Europa: con Shankly, los de Merseyside ganaron tres ligas, dos FA Cups y una Copa de la UEFA. Su recuerdo, el de Paisley, Dalglish, el de Steven Gerrard y Rafa Benítez (héroes de la mitológica penúltima Champions ganada tras estar perdiendo 3-0 al descanso con un Milan de ensueño) lo empapa todo en Liverpool, el club de la mística (The Kop, acaso la grada más legendaria del fútbol europeo), colíder junto al Arsenal tras empatar ayer con el City de Guardiola.
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