Un entusiasta Mallorca tumba la ilusión del Girona

El conjunto de Javier Aguirre supera al cuadro catalán, que se desinfla fuera de Montilivi y no aprovecha el empate del Real Madrid

Dani Rodríguez controla el balón ante Iván Martín, durante el partido entre el Mallorca y el Girona.CATI CLADERA (EFE)

En un partido que se suponía sencillo para el sorprendente Girona, el equipo de Míchel cayó ante el Mallorca. Otra vez. Ha entrado en una etapa ciclotímica el Girona, duro en Montilivi, frágil fuera, un equipo fácil de maniatar para el Mallorca. Pero, sobre todo, el Girona ha perdido fútbol y fe, justamente ante un rival incómodo, agrandado desde que se citó con el Athletic en la final de la Copa del Rey.

Copete firmó el 1-0 y el conjunto de Javier Aguirre tuvo controlado al Girona prácticamente durante una hora. Entonces, cuando acusaron el trajín que acumula en las piernas, los de Mi...

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En un partido que se suponía sencillo para el sorprendente Girona, el equipo de Míchel cayó ante el Mallorca. Otra vez. Ha entrado en una etapa ciclotímica el Girona, duro en Montilivi, frágil fuera, un equipo fácil de maniatar para el Mallorca. Pero, sobre todo, el Girona ha perdido fútbol y fe, justamente ante un rival incómodo, agrandado desde que se citó con el Athletic en la final de la Copa del Rey.

Copete firmó el 1-0 y el conjunto de Javier Aguirre tuvo controlado al Girona prácticamente durante una hora. Entonces, cuando acusaron el trajín que acumula en las piernas, los de Michel arrinconaron el cuadro balear. No pasó nada más. La resiliencia del entusiasta Mallorca tumbó la ilusión del Girona, que no aprovechó el empate del sábado del Real Madrid en Mestalla.

Había un duelo futbolístico en Son Moix, ese que se presentaba como una lucha de estilos de juego entre el equipo de Javier Aguirre y el de Míchel, pero también había otro combate anímico. Ganó el anímico. El Girona ponía a prueba su resistencia en la lucha por el título, esa dulce quimera de la que se ha comenzado a despedir sin prácticamente rebeldía desde que salió esquilado del Santiago Bernabéu (4-0).

Ocurre, en cualquier caso, que no es nuevo el problema del Girona: ya hace cinco partidos que sufre lejos de Montilivi. Desde el empate ante el Almería (0-0), un encuentro que el propio Míchel reconoció que fue demasiado premio para sus muchachos, el Girona ha conseguido una sola victoria a domicilio, frente al Celta. El resto, otro empate y tres derrotas. Y ante el Mallorca no cambió la dinámica fuera de casa. Al contrario, la agudizó.

El Mallorca ya le había mostrado sus cartas en la Copa del Rey, cuando lo echó en los cuartos de final en un partido frenético (3-2). Es justamente la Copa, el inflador moral del conjunto balear, que se ha plantado en la final. En la búsqueda de escapar del fondo de la tabla, el equipo mallorquín ha encontrado mucho más que una ilusión en la Copa después de haber eliminado a la Real Sociedad en la tanda de penaltis el pasado martes en el Reale Arena. Los de Aguirre hallaron un plus de motivación para olvidar el cansancio y desafiar sin miedo a uno de los equipos más intensos de la Liga como es el Girona de Míchel.

Y así planteó el encuentro de entrada Javier Aguirre. En un ejercicio a priori temerario, el Mallorca salió a asfixiar al Girona en la salida del balón, justamente una de las principales virtudes del conjunto catalán. El partido, entonces, comenzó interesante en Son Moix, en un duelo uno contra uno en todas las líneas, hasta que el Girona lograba superar la presión y el Mallorca reculaba con tanta velocidad como precisión para tapar las líneas de pases a Aleix García, Solís e Iván Martín.

Y, cuando robaba el cuero, el Mallorca se plantaba sin demasiada dificultad en el área de Gazzaniga. De hecho, en la primera parte, casi todo parecía teñido de rojo en Mallorca, sin prácticamente más rastro en ataque del Girona que un débil testarazo de Iván Martín que Rajkovic.

Mientras tanto, el Mallorca amenazaba al Girona. Primero fue Muriqi, después Dani Rodríguez. Ninguno con tanta certeza como cuando Copete firmó el 1-0. Pero hubo suspense. El árbitro pasó por el VAR para revisar si Larin había tocado el balón con la mano antes de que rematara con fiereza para vencer a Gazzaniga.

Nada cambió en Son Moix, el cuadro de Míchel no tenía paciencia para mover el cuero, ni encontraba la amplitud para que la pelota aterrizara en las botas de Yan Couto y a Savinho en las bandas, al tiempo que Dovbyk luchaba y luchaba, aunque nunca con riesgo para Rajkovic.

Hasta que al Mallorca se la acabó la gasolina. Fue entonces, a partir de un inquieto Portu, cuando el Girona amagó con igualar el duelo. Se quedó en eso: en un intento. En un ejercicio de esfuerzo y carácter, el equipo de Aguirre resistió. Y, de nuevo, se impuso ante el equipo sensación de la Liga. Esta vez para comenzar a alejarse del fondo de la tabla y quedar a ocho puntos del Cádiz que marca la línea de la salvación. El Girona, por su parte, sigue aferrado a Europa. Busca, sin embargo, reencontrarse con su fútbol.

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