El milagro del Barcelona
Xavi entiende que su equipo “está a tiempo de todo” después que su renuncia haya servido para “cambiar la dinámica”, opinión que comparte Laporta: “Claro que hay Liga”
El Barça viaja animado a Bilbao. Ha sido una semana tan reparadora que incluso se especuló con la posibilidad que Xavi se desdijera de su decisión de abandonar el club a final de temporada. La vida azulgrana depende del marcador y los últimos resultados han sido especialmente positivos desde que el entrenador anunció que no cumpliría el año de contrato que le queda. El equipo ha ganado cuatro partidos y empatado dos, uno en Nápoles y el otro contra el Granada, aquel dí...
El Barça viaja animado a Bilbao. Ha sido una semana tan reparadora que incluso se especuló con la posibilidad que Xavi se desdijera de su decisión de abandonar el club a final de temporada. La vida azulgrana depende del marcador y los últimos resultados han sido especialmente positivos desde que el entrenador anunció que no cumpliría el año de contrato que le queda. El equipo ha ganado cuatro partidos y empatado dos, uno en Nápoles y el otro contra el Granada, aquel día en que los canapés que tanto gustan a Laporta volaron en el palco de Montjuïc. El estadio quedó paralizado por un 3-3 que pareció la continuación de la película de terror iniciada con el 3-5 ante el Villarreal la jornada en que el técnico comunicó una dimisión a la carta que sorprendió incluso a una persona curada de espantos como Laporta.
El presidente asumió entonces que difícilmente podría destituir al entrenador en caso de necesidad de la misma manera que Xavi entendió que si su decisión no tenía un efecto inmediato no le quedaría más remedio que anticipar su salida. Había que ganar tiempo a partir de un pacto consentido por ser quien era Xavi y con un objetivo de mínimos vinculado a la Champions: se imponía alcanzar los cuartos de la actual edición -o sea eliminar al Nápoles- y garantizar la clasificación para la próxima -es decir quedar entre los cuatro primeros de la Liga-. La eliminatoria contra el campeón italiano queda pendiente de la vuelta (1-1 en la ida) y la posición en la tabla ha mejorado tanto por las victorias propias como por las derrotas ajenas.
El contexto de marzo nada tiene que ver con el de enero cuando Xavi se venció. El entrenador entiende que su equipo “está a tiempo de todo” después que su renuncia haya servido para “cambiar la dinámica”, opinión que comparte el presidente: “Claro que hay Liga”. Laporta ha recuperado también el optimismo. El último 4-0 contra el Getafe remite al 5-0 alcanzado contra el Betis y el Amberes cuando Xavi confesó pasar por “el mejor momento desde que soy entrenador” después del despliegue de un equipo que lideraba João Félix. Los cambios resultan tan constantes como difíciles de soportar para cualquiera que no sea Laporta o no forme parte del núcleo de amistad del mandatario de Barcelona.
El proceder del presidente es agotador e imprevisible y también alejado de la estabilidad a la que aspira un director deportivo o financiero, por más difícil de gobernar que sea un club como el Barça. Ya son más de 20 los ejecutivos que han abandonado la entidad desde la llegada de Laporta en 2021. Alguno entró y salió prácticamente el mismo día, muchos han tardado un poco más, también se cuentan los que fueron despedidos y se sabe que más de uno seguirá el camino de Xavi, Giráldez y Markel Zubizarreta. La descapitalización de las secciones es progresiva, las áreas de formación y metodología se encogen y ya no queda casi nadie de la cúpula del Espai Barça. La pérdida de talento y de competitividad afecta por igual a los equipos que a los despachos porque no hay más plan que el de Laporta. Toca asentir, dimitir o mirar cómo manda el presidente.
El barcelonismo está en una sala de espera viendo a un equipo que no necesariamente reconoce como el suyo y que juega en un campo que le resulta extraño. A veces da la sensación incluso de que nada de cuanto ocurre en la montaña olímpica cuenta a efectos del inventario, preparados los culés para un año en blanco deportiva y sentimentalmente, y que muchos no se volverán a activar hasta que su Barça regrese al nuevo Camp Nou, sin saber muy bien cómo estará entonces las cuentas de un club endeudado, hipotecado y en manos de los agentes y fondos de inversión.
No hay dinero en la caja ni tampoco presión social sobre Laporta más allá de una educada carta del excandidato Víctor Font. No será fácil cubrir el presupuesto porque ya hay un déficit de 30 millones por culpa sobre todo del ticketing de Montjuïc y además Libero no ha ingresado los 40 millones previstos. Laporta, sin embargo, no engañó a nadie porque ganó las elecciones con el mismo equipaje y proyecto con el que dirige el club.
Puede que en junio no quede más remedio que traspasar a algún jugador de la misma manera que hace tres años no se pudo retener a Messi. La distancia con el Madrid, mientras, continuará aumentando porque Florentino ya tiene el estadio listo, puede fichar a Mbappé y a quien le de la gana y sigue empeñado en organizar la Superliga. El reto de Laporta es ganar tiempo para encontrar entrenador y explorar hasta el límite distintas fórmulas de ingresar millones -la última puede ser fabricar y distribuir su propia camiseta si rompe con Nike.
No hay sueño imposible para Laporta, sobre todo con el marcador a favor, como ocurre desde que aceptó la fórmula de Xavi. Lewandowski ha recuperado el gol, Christensen ofrece equilibrio, Gündogan vuelve a ser Gündogan, Koundé aceptó jugar de lateral y la Masia brilla con Lamine Yamal y Pau Cubarsí. Nadie sabe qué habría pasado en el campo y en el palco en caso de poner a Márquez en el banquillo. Xavi se siente hoy más liberado, menos presionado e igual de optimista que siempre. El próximo reto es mantener la condición de invicto en cancha ajena ante el pletórico equipo de Valverde, un técnico de club por excelencia al que no dejaron continuar en el Barça siendo líder después de haber ganado dos Ligas -el problema del Txingurri siempre fue Europa.
Laporta y Xavi no descartan poder ganar la Liga y quien sabe si la Champions. El mayor milagro en cualquier caso es que el Barça continué en pie con lo que ha pasado y lo que está pasando.
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