El Oporto frena en seco al Arsenal

Un gol de Galeno en el minuto 94 confirma el dominio completo del equipo portugués sobre el conjunto de Londres, que venía de golear 0-6 y 0-5 en Premier

Galeno ante Rice y Jorginho en la acción que precede al 1-0 del Oporto al Arsenal.JOSE COELHO (EFE)

El escollo de Oporto, piedra que abrió el casco a tantos buques ilustres en la ruta de la Copa de Europa, le hizo un boquete al Arsenal cuando navegaba a toda vela. El equipo inglés venía de meter 0-6 y 0-5 en sus visitas al West Ham y al Burnley. Lo engalanaba su orgullo de referencia de la Premier. Le esperaba una sorpresa. El Oporto lo sometió de principio a fin. Arriba y abajo. Cuando el árbitro miraba el reloj, en el úl...

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El escollo de Oporto, piedra que abrió el casco a tantos buques ilustres en la ruta de la Copa de Europa, le hizo un boquete al Arsenal cuando navegaba a toda vela. El equipo inglés venía de meter 0-6 y 0-5 en sus visitas al West Ham y al Burnley. Lo engalanaba su orgullo de referencia de la Premier. Le esperaba una sorpresa. El Oporto lo sometió de principio a fin. Arriba y abajo. Cuando el árbitro miraba el reloj, en el último minuto del descuento, Galeno metió el 1-0 con un tirazo desde fuera del área.

El jugador mejor pagado del Arsenal es, día sí y día también, el que menos participa del juego. La situación de Kai Havertz en el equipo de Londres revela un enigma. Por más que Mikel Arteta —único valedor de su fichaje, que ascendió a 70 millones de euros el verano pasado— le llama continuamente a la banda para darle instrucciones como quien tutela a un discípulo en problemas, el alemán sigue sin definir su rol. Nominalmente figura como interior, por detrás del falso nueve. El hecho es que suele estar casi siempre fuera de la jugada. Si un volante debe ser un hombre especialmente capacitado para imaginar y descubrir líneas de pase con sus compañeros, Havertz parece abocado a hacer exactamente lo contrario. A su paso, las líneas se interrumpen. Havertz solo se muestra lúcido una vez que pisa el área, en donde aprovecha jugadas trenzadas por otros. Incluso por Trossard, un extremo que en Oporto ejerció de punta y que tuvo más incidencia en el juego interior de su equipo.

El ausentismo de Havertz en la zona de gestación de las jugadas constituyó un problema grave ante el Oporto. Contra un rival competente en la presión, bien cubierto por el viejo Pepe (40 años) y mejor administrado por tres interiores con oficio como Varela, Nico González y Gabriel Aquino, el camino hacia la portería se hizo interminable para el Arsenal. Por más que Odegaard y Rice trabajaron a destajo para avanzar metros, la resistencia que encontraron, sumada a la falta de apoyos del supuesto tercer interior, superó su capacidad de circulación. Perdido el dominio del balón en la primera parte, el equipo inglés cedió el control del terreno y se abocó a las dudas. Cuando los futbolistas se adiestran para dominar, sentirse dominados les induce al desconcierto.

Humilde desde el planteamiento, el Oporto hizo virtud de la sencillez. Ahí donde el Arsenal pretendía imprimir su famosa presión adelantada hombre a hombre, Pepe y sus compañeros saltaban líneas en busca de los veloces Evanilson y Galeno. Dividida la pelota, se juntaban todos para disputarla en el mediocampo, rebasando numéricamente a sus oponentes. Chicos con vocación atacante como Francisco Conceiçao —hijo del entrenador— o Gabriel Aquino, destacaron por su incansable disposición a moverse para desmarcarse o para pedirla. Bastó el entusiasmo para que el Arsenal se expusiera a recibir un golpe. Casi se lo propina Galeno, que mandó el tiro al palo después de que Varela y Gabriel Aquino escaparan a la presión con una sucesión de valerosas dejadas y contradejadas.

Arteta, sin reacción

La segunda parte se reanudó con las mismas fatigas para el Arsenal. El esplendoroso equipo que aspira a ganar la Premier se vio incapacitado en un campo en el que nunca en su historia pudo imponerse. Poblado por futbolistas emigrados desde Brasil que se sienten despreciados por la opulenta liga inglesa, empujados hacia un torneo del contorno europeo como si ellos no valieran lo que valen Martinelli o Magalhaes, sus paisanos gunners, los futbolistas del Oporto compitieron por cada pelota como si en cada lance se dirimiera su reivindicación profesional. El destino de sus carreras estaba en juego.

Al frente de la tropa se situó Pepe. El central, que ya es el jugador más veterano en disputar la Champions, se desenvolvió como si no le pesaran los años en las acciones directas ante Trossard, Martinelli y Havertz. Defesna intuitivo y elástico como pocos, se manejó en espacios abiertos como en el salón de su casa. El Arsenal no hizo ni un tiro a puerta. De no ser por una intervención urgente de Rice, el Oporto se habría adelantado tras una jugada de Gabriel Aquino y Evanilson, pasada la hora de encuentro.

No reaccionó el Arsenal. Tampoco reaccionó Arteta. Donde Sergio Conceiçao, su homólogo, hizo cinco cambios, el donostiarra hizo uno solo: Trossard por Jorginho. El doble pivote no le sirvió para salvar el 0-0. Havertz jugó hasta el último minuto.

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