Una derrota a la italiana: el Atlético cae por la mínima ante el Inter

El equipo de Simeone pierde en Milán en la ida de los octavos de la Champions por un gol encajado en el tramo final del partido tras un error de Reinildo

Oblak mira cómo entra el balón en su portería, en el gol que supone el único del encuentro.Luca Bruno (AP)

Derrotado, pero aún vivo en la eliminatoria, el Atlético salió de San Siro penalizado por un error en el tramo final del partido. Reinildo hizo una mala entrega y el Inter no la desperdició. Suele pasar cuando se pisa cualquier estadio italiano. El tanto reflejó lo que durante muchas fases fue el partido. Un duelo de a ver quién hacía una concesión letal. La ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Derrotado, pero aún vivo en la eliminatoria, el Atlético salió de San Siro penalizado por un error en el tramo final del partido. Reinildo hizo una mala entrega y el Inter no la desperdició. Suele pasar cuando se pisa cualquier estadio italiano. El tanto reflejó lo que durante muchas fases fue el partido. Un duelo de a ver quién hacía una concesión letal. La hizo el Atlético y perdió. Castigado por ese fallo, necesitará remontar en el Metropolitano el gol de Arnautovic ante un equipo que juega mejor cuando puede correr que cuando está obligado a pensar.

El coliseo milanés fue una caldera en la que el equipo de Simeone compitió y jugó con el reloj y el marcador en la cabeza. Le faltó metralla para sacar rédito de los momentos en los que acongojó al Inter. El equipo de Inzaghi salió ganador de un partido en el que ninguno de los dos se atrevió a desplegarse para dar un golpe definitivo a la eliminatoria.

No se forró tanto Simeone como había dejado caer en la prueba que hizo el lunes. No tiró de Reinildo en el carril izquierdo y le dio vuelo a Lino, aunque sí mantuvo la apuesta de Marcos Llorente como pareja de Griezmann. Eso sí, de cemento tampoco iba escaso el Atlético. En la alineación se podían contabilizar hasta cinco pivotes incluyendo a Witsel y a Llorente. Fue el belga el que sostuvo a su equipo en la traca inicial del Inter y durante todo el primer acto. Barrió lo suyo y lo de los demás para frenar el intento del equipo de Inzaghi de empotrar al Atlético en su área. Plantó a Thuram y a Lautaro en la media luna en los primeros saques de Oblak y obligó al meta esloveno a jugar en largo.

Tampoco le corría la pelota a los futbolistas de Simeone en sus primeras intentonas en salir jugando desde atrás. Apretaba San Siro y solo encontró la calma con dos internadas de Lino. En la segunda dibujó una rosca a la que le faltó ajuste, pero sirvió para dar entrada a ese partido ya más táctico. Con ninguno de los dos equipos dispuesto a destaparse más de la cuenta. Uno y otro tuvieron secuencias prolongadas de malos pases. El juego solía morir en las inmediaciones de las áreas. Faltaban pies afilados y precisos a uno y otro lado del campo.

Más gremial que fino, el Atlético logró desconectar del juego al virtuoso trío de centrocampistas del Inter. Barella, que suele ser su gran agitador, no encontraba espacios ni pases internos. Tampoco Mkhitaryan divisaba espacios para llegar y cortar por el área. Çalhanoglou estuvo aseado. Sorprendió más la inactividad de Di Marco, habitual tuneladora del fútbol ofensivo interista. En las pocas ocasiones en las que ligó juego y pudo desplegarse acusó la ausencia de un delantero más puro que Llorente. Este va bien hacia arriba de cara, pero no de espaldas. No había rematador de altura tampoco para practicar los centros laterales.

Con el pelaje contenido adoptado por los dos equipos, expectantes ambos de quién cometía un error, el primer remate entre los tres palos no llegó hasta pasada la primera media hora. Fue un cabezazo de Lautaro centrado a centro de Barella que Oblak embolsó sin problemas. De ese jugar a la pifia del contrario pudo salir peor parado el Atlético cuando De Paul le regaló a Thuram la pelota sin nadie a la espalda del francés. Tuvieron que rectificar al argentino primero Witsel y después Giménez para evitar que Lautaro embocara. Un disparo manso de Thuram fue la última andanada del Inter antes del intermedio. En la caseta se quedó tocado Giménez, reemplazado por Savic, y también Thuram, relevado por Arnautovic.

Fue más movido el segundo acto. El mismo Arnautovic llegó muy forzado a un centro raso con mucha cicuta de Barella. Había otro ritmo y más campo para correr. Simeone lo apreció y realizó un cambio amenazante. Sentó a Saúl, que corrió mucho y jugó miedoso con la pelota para dar cabida a Morata. De ese equipo más punzante brotó primero una ocasión de Lino tras una pared con De Paul. Este también engarzó un tuya mía con Griezmann antes de poner a correr a Llorente para que se midiera muy forzado a Sommer. Entre el meta suizo y De Vrij evitaron el tanto. Fueron los momentos más autoritarios del Atlético.

No concretaron ese buen momento los futbolistas de Simeone y el Inter se envalentonó en el tramo final. Simeone se vio obligado a prescindir de Hermoso y de Griezmann. Lautaro le dejó medio gol a Arnuatovic, pero este empaló mal el remate. El propio Lautaro exigió a Oblak con un cabezazo. Encajonado, el Atlético fue víctima de ese juego de errores que había presidido el primer tiempo. Reinildo perdió el balón ante Fratesi y este dejó mano a mano con Oblak a Lautaro. El esloveno tapó ese primer remate, pero Aranautovic lo remachó a puerta vacía para dar ventaja al Inter en el primer asalto.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Sobre la firma

Más información

Archivado En