Osasuna frustra a la Real y le gana después de más de una década
Un gol de Budimir en el comienzo de la segunda parte decanta el partido para el equipo pamplonica
Algo le pasa a la Real Sociedad en Anoeta cuando juega la Liga. Las últimas cuatro citas en casa han resultado frustrantes. Tres empates previos y la derrota ante Osasuna, con mil aficionados pamplonicas regresando exultantes por la autovía de Leizaran, una ruta de montaña que se hizo corta en la vuelta a casa. El equipo de Imanol aprieta, exprime al rival, pero anda falto de chispa cuando toca encararse al guardameta rival. Los navarros, con un go...
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Algo le pasa a la Real Sociedad en Anoeta cuando juega la Liga. Las últimas cuatro citas en casa han resultado frustrantes. Tres empates previos y la derrota ante Osasuna, con mil aficionados pamplonicas regresando exultantes por la autovía de Leizaran, una ruta de montaña que se hizo corta en la vuelta a casa. El equipo de Imanol aprieta, exprime al rival, pero anda falto de chispa cuando toca encararse al guardameta rival. Los navarros, con un gol tras un saque de esquina, aguantaron el acoso de un equipo herido en su orgullo, que se resistió a caer, pero no encontró el camino.
Diseñó Imanol Alguacil una alineación que pensaba bastante en París y el Parque de los Príncipes, donde la Real jugará en Champions el miércoles ante el PSG, y Jagoba Arrasate otra para poner cemento en su línea defensiva, así que durante muchos minutos se juntaron el hambre y las ganas de comer, con las reservas que se tomó el entrenador de la Real y las precauciones que exhibió Osasuna en la primera parte, en la que intentó desplegarse pocas veces, con bastante timidez, aunque tuvo unos minutitos en los que se estiró, mediado el parcial inicial, primero con un contragolpe que finalizó con el disparo de Rubén Peña que desvió Remiro, y poco después en una falta al borde del penalti, apenas por centímetros, cuando se infiltraba Aimar Oroz.
Pero fueron apenas pinceladas, en un cuadro que la Real Sociedad pintó casi en solitario, aunque topándose con un muro en la línea de cinco defensas que preparó Osasuna. Zakharyan fue, en un principio, el jugador local más destacado, porque encontraba pasillos por la izquierda. Su primer disparo, con intenciones asesinas, se perdió por encima del larguero. El ruso le puso, cinco minutos después, un balón a André Silva. El cabezazo se marchó alto.
Apretó las tuercas Osasuna. Arrasate no quería fugas de agua, y durante bastante tiempo, la Real no encontraba caminos transitables para presentarse con posibilidades ante Herrera. Mojica vigilaba bien a Take Kubo, que a la media hora pudo escapar por una vez, para estar a punto de montar uno de esos estropicios que revolucionan un partido, pero Zakharyan llegó tarde al remate del centro paralelo al área pequeña. Luego, después de una sonora y unánime petición de penalti por una caída de André Silva en el área, que ni el árbitro ni el VAR consideraron como tal, el japonés puso a prueba al portero de Osasuna en el único disparo a puerta de la Real en la primera parte, que Herrera neutralizó.
Pero todo el guion cambió a la fuerza en el comienzo de la segunda mitad. Salió la Real con energía, pero en el primer balón que asomó por su área, la pelota se fue a córner, que sacó de maravilla Moncayola para el remate de cabeza inapelable de Budimir. Se ponía Osasuna por delante de manera inesperada y entonces Imanol tuvo que recurrir a toda la maquinaria pesada que reservaba en el banquillo. No se anduvo con medias tintas y puso sobre el campo a Brais, Barrenetxea y Sadiq.
Entonces comenzó el acoso, pero no se completó el derribo. La Real se quedó con la pelota casi en exclusiva, pero se encontró un frontón en el que rebotaban todos los balones. Un Osasuna sólido atrás, arropando tal vez demasiado de cerca a Herrera, se defendió con todas sus fuerzas, sin escatimar una. Frente a un bombardeo insistente desde las bandas, respondió con firmeza, repeliendo con la cabeza, con el pie, o con cualquier otra parte del cuerpo que permite el reglamento, cualquier intento realista por equilibrar el marcador.
Toda la segunda mitad se jugó en el campo de Osasuna, por mucho que Aimar Oroz intentara estirar a su equipo cuando recibía la pelota.
La misión era aguantar, y ni las intenciones de Kubo por la derecha, asociado con Traoré, o las de la otra banda en la que se movía Barrenetxea, encontraron fruto. Siempre aparecía un despeje salvador para Osasuna, que no le ganaba un partido a la Real Sociedad desde la temporada 2011/12, y no asaltaba Anoeta desde la 2005/06. Jagoba Arrasate, criado como técnico en Zubieta, nunca le había ganado a su antiguo equipo. Por fin rompió esa racha.
La Real acabó dolida y frustrada, a unos días de encarar su eliminatoria de la Champions frente al PSG en París. Imanol tiene tres jornadas para motivar a sus jugadores ante una cita trascendental para su devenir europeo.
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