La fiebre del Girona amenaza el Bernabéu
El éxito del equipo de Míchel dispara las ventas y el interés internacional
El éxito del Girona va más allá de lo deportivo. Sold out en Montilivi, procesiones por las demandadas camisetas blanquirrojas e interés internacional por un club de 55 millones de presupuesto. La marca gerundense ha impactado con fuerza en la ciudad de 105.000 habitantes y en sus alrededores: la Cámara de Comercio de la localidad cifra en 40 millones la huella económica —directa e indirecta— de los ascensos del fútbol, aunque tambié...
El éxito del Girona va más allá de lo deportivo. Sold out en Montilivi, procesiones por las demandadas camisetas blanquirrojas e interés internacional por un club de 55 millones de presupuesto. La marca gerundense ha impactado con fuerza en la ciudad de 105.000 habitantes y en sus alrededores: la Cámara de Comercio de la localidad cifra en 40 millones la huella económica —directa e indirecta— de los ascensos del fútbol, aunque también del baloncesto. Una cifra que, desde este organismo, aseguran que crecerá, y que supera por mucho los 22,5 millones de impacto en 2018 tras la participación en la máxima categoría de fútbol profesional. “Es un valor incalculable”, explica el presidente de la Cámara, Jaume Fàbrega. Esta temporada, en mitad de la lucha por el liderato de la Liga con el Real Madrid, el Girona cuenta con 9.700 abonados y unos 13.000 socios.
Además de cinco sold out —Valencia, Atlético, Sevilla, Real Sociedad y Real Madrid—, unas expectativas que se han superado, aseguran desde el club, los aficionados se desplazan desde las afueras y agotan, la mayoría con antelación, las 3.000 entradas que se ponen a la venta. Para el partido contra el Real Madrid en el Santiago Bernabéu, el club ha recibido alrededor de 500, pero las peticiones eran el triple.
“El crecimiento más bestia se nota en la venta de camisetas”, cuentan en el club. Ya se han superado las 9.000 equipaciones oficiales vendidas —las mismas que en toda la temporada pasada—, y existe la previsión de alcanzar las 13.000. Unos ingresos que superarían el millón de euros, y que nada tiene que ver con las 800 que se vendían en 2015 en Segunda, o las 7.000 del primer curso en Primera. En vísperas de los Reyes Magos, las camisetas se agotaron en ambas tiendas. Una fiebre de la que no se pudo recuperar el stock hasta mediados de enero. “Hemos tenido que hacer comandas extras, porque todas las previsiones han quedado pulverizadas”, aseguran desde la entidad.
El 80% de las ventas se producen en las dos tiendas oficiales en Girona: la de Montilivi, estrenada en 2017, y la inaugurada el año pasado en la Rambla de la Llibertat, en el corazón de la ciudad. Lugar que se llena de visitantes —gran parte extranjeros, algunos de ellos holandeses impulsados por el movimiento ciclista y Daley Blind— que pagan por las camisetas de Savinho, Portu o la dupla ucraniana Dovbyk y Tsygankov. La mitad de las ventas online proviene de Girona, pero la provincia de Barcelona ya representa un 30%, y fuera de España destaca el Reino Unido, Estados Unidos, Holanda o Francia.
Los domingos, la Plaça de Catalunya se convierte en lugar habitual para intercambiar cromos de fútbol. Los del Girona, los más demandados. Y es que los más pequeños ya no lucen la camiseta del Barça: ahora son del Girona. Los colegios se llenan de conversaciones en los pasillos y de camisetas blanquirrojas. Incluso fuera de la ciudad, en pueblos como Verges, la fiebre sigue presente. “Cuando llegan los lunes, los escuchas hablar del partido del fin de semana”, comparte Marta Roca, profesora de primaria de la localidad. “Si suena el himno se vuelven locos. Es algo que no he vivido nunca”, explica la docente.
Una fiebre por el club que ha dejado pequeño Montilivi, con capacidad para alrededor de 14.600 personas. Sobre la mesa del Girona, hay dos grandes focos. Por un lado, la ciudad deportiva en Vilablareix, con dos fases: una primera enfocada en replicar las instalaciones de La Vinya, con dos campos, y una segunda posterior con cinco campos más, para incluir el fútbol base. Por otro lado, se están estudiando las diferentes posibilidades de hacer modificaciones en Montilivi, sobre todo de cara a competir en competiciones europeas.
Se suma, además, el impacto internacional, que también ha alcanzado a las peñas: ya no solo atraen al público de Osona, Vic o Maresme, sino que ha llegado a Perpiñán, en el sur de Francia. Incluso desde Tánger (Marruecos) muestran interés en crear una peña, comparte Lluís Bosch, uno de los fundadores de la Penya Gironina, la más antigua —creada en 1982— y mayoritaria. “Lo que estamos viviendo está por encima de lo que podíamos soñar. Cada año hemos subido peldaño a peldaño, pero esta temporada hemos saltado tres de golpe”, comparte Bosch. Hoy parten dos buses llenos de 120 aficionados peñistas. “Ha costado mucho, ha habido muchas decepciones”, cierra Bosch, en vigilia ante la inesperada final del Bernabéu.
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