Remontada del Madrid en Las Palmas entre el caos y la pizarra

El Madrid se repone ante el equilibrio controlado del Las Palmas con el impulso de la capacidad para provocar desorden de Vinicius y un córner rematado por Tchouameni

Vinicius marca el 1-1 contra el Las Palmas.THOMAS COEX (AFP)

Seis días después de la peligrosa siesta que le dejó al borde de un batacazo contra el colista en el Bernabéu, la tarde de las tres revisiones de VAR más discutidas de la historia, el Real Madrid se vio en una situación similar en Las Palmas. De nuevo por detrás, después de un comienzo a bajas revoluciones, esta vez contra un rival que se mane...

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Seis días después de la peligrosa siesta que le dejó al borde de un batacazo contra el colista en el Bernabéu, la tarde de las tres revisiones de VAR más discutidas de la historia, el Real Madrid se vio en una situación similar en Las Palmas. De nuevo por detrás, después de un comienzo a bajas revoluciones, esta vez contra un rival que se maneja muy bien en ese registro, que encuentra la comodidad con la pelota, sin urgencias, sin temblores al verse bajo presión. El equipo de García Pimienta escogió el tempo en varios tramos del duelo, hasta que marcó y de ese modo se despertó un Madrid que remontó otra vez, de nuevo con unos puñados del desorden que provoca Vinicius, y con la pizca de pizarra del córner de Kroos que cabeceó Tchouameni. Como Rüdiger contra el Mallorca. Como Lucas Vázquez contra el Alavés. El equipo de Ancelotti dormirá otra noche líder, a la espera de lo que haga este domingo el Girona en Vigo, después de despertar a tiempo en Canarias.

El poder de sacudida casi nuclear de Vinicius no es sorpresa, sobre todo si no está Bellingham, sancionado esta vez. Lo sabía también García Pimienta, que maniobró para tratar de protegerse colocando al velocísimo Marvin en el lateral derecho, la zona de peligro del brasileño. Al principio, el movimiento no solo diluyó la amenaza, sino que se convirtió en el primer gran problema del Madrid. Marvin, producto de la cantera de Valdebebas, provocó con su profundidad las primeras inquietudes en su antigua casa. Tenía el trayecto a la línea de fondo casi despejado. Vinicius se quedaba enganchado arriba y el sustituto de Bellingham, Brahim, tenía otra misión en la zona central, por donde construyen los grancanarios. Para defender, Ancelotti dispuso a su equipo en un 4-3-3, en lugar del 4-4-2 habitual.

No supuso dificultad para Las Palmas, que, toque a toque, eludía sin angustias la primera presión del Madrid. Se encuentran en un punto de enorme confianza en la idea del técnico de La Masia, sustentada sobre el talento de Kirian, que se descuelga hasta la línea de centrales si resulta preciso para comenzar la salida. A su alrededor, se conectan Perrone, Javi Muñoz, Moleiro, Sandro y Cardona, y el equipo avanza sin urgencias pero con determinación. El Real miraba aquellos movimientos con cierta distancia, un tanto recostado atrás, como si todavía les resultara pronto para lanzar sus cargas. Como otras veces que se lleva un susto.

Aunque tampoco se veía demasiado comprometido, salvo en un despeje fallido de Carvajal después de un centro de Marvin que permitió un tiro que voló demasiado alto. No mostró un filo atemorizador, pero el Las Palmas tenía mucho más discurso que el que enseñó en el Bernabéu, donde, también sin Bellingham, el Madrid se lanzó con mucho más entusiasmo hacia la portería del asombroso Álvaro Valles, el portero más inspirado de Europa.

El batallón de Ancelotti quizá no veía tanto la pelota como acostumbra, pero confía en el aguijón que guarda bajo ese ritmo medio desganado. Entretenido con la laboriosidad del rival el Madrid no se impacientó: tenía a Vinicius. A medida que maduraba Marvin, que a la hora se fue con calambres, el brasileño empezó a picar por la izquierda: un pase paralelo a la línea de gol al que Rodrygo no llegó por poco, una vaselina que Valles cazó como una mariposa, dos tiros desde fuera el área.

El Madrid disponía de un despertador, claro, pero fueron los grancanarios los que apretaron el botón del suyo. Encontraron espacio a la espalda de la defensa para que corriera Sandro. Con dos pases atrás desató el pánico. Después del primero, Lunin desactivó un tiro de Munir. El segundo lo envió a la red Javi Muñoz después de un pequeño rebote en Nacho que terminó de batir al ucranio, que regresaba a la portería en lugar de Kepa, en esa rueda de alternancia en la que los ha metido Ancelotti.

El gol destapó lo que no convencía al italiano: retiró a Ceballos, titular por primera vez, y a Brahim e introdujo a Valverde y Joselu. La transformación fue instantánea, tal vez más por el susto que por otra cosa. A los canarios se les esfumó la pelota, y se vieron mucho más cerca de su área. Los empujó allí sobre todo Vinicius, que provocó el desconcierto al recibir dos pases a la espalda. Primero, una diagonal de Kroos que el brasileño transformó en un intento de vaselina que se fue muchos metros por arriba. Después, un delicado globo de Camavinga que Vinicius transformó en el empate con la zurda. Casi sin ángulo.

El brasileño supone una amenaza apabullante. En un parpadeo, dispuso de esas dos ocasiones y se sacó dos envíos con el exterior que terminaron en remates peligrosos de Carvajal y Joselu, aunque ambos en fuera de juego. Con Vinicius, el Madrid siente que puede caminar sobre cualquier filo. No siempre basta, pero también cuentan con la pizarra y los seis goles de córner que les ha dado esta curso.

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