Oblak, tras perder ante el Barcelona: “En el primer tiempo nadie quería el balón”
El meta esloveno critica la actuación de sus compañeros en los primeros 45 minutos y Simeone lo ratifica: “Nos faltó personalidad con la pelota”
En su faceta de entrenador-psicólogo, Diego Pablo Simeone tiene detectado uno de los principales problemas que pueden afectar a sus jugadores para aplicar ese fútbol saliendo desde atrás con la pelota jugada. El preparador argentino ha diagnosticado que un mal comienzo de los partidos de sus futbolistas en ese aspecto les atenaza y termina por convertir al equipo en una máquina de perder balones. Justo lo que sucedió en el inicio del partido, ...
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En su faceta de entrenador-psicólogo, Diego Pablo Simeone tiene detectado uno de los principales problemas que pueden afectar a sus jugadores para aplicar ese fútbol saliendo desde atrás con la pelota jugada. El preparador argentino ha diagnosticado que un mal comienzo de los partidos de sus futbolistas en ese aspecto les atenaza y termina por convertir al equipo en una máquina de perder balones. Justo lo que sucedió en el inicio del partido, pese a que Simeone quiso generar un contexto de confianza repitiendo el once que tan buena circulación de la pelota ejecutó cuatro días antes ante el Feyenoord. “Hubo dos partidos. Ellos fueron mejores en el primer tiempo. Ellos tuvieron más personalidad con la pelota. Nosotros, cuando la teníamos, la perdíamos, a partir de ahí no progresamos. En el segundo tiempo los cambios revitalizaron al equipo e hicimos méritos para empatar”, analizó Simeone.
Con esa idea de jugar al pie desde Oblak comenzó el Atlético. Sin embargo, Hermoso y Koke, dos de los más seguros en el pase, perdieron dos balones consecutivos que desataron una cascada de ocasiones claras del Barcelona. Raphinha y Lewandowski, por dos veces, pudieron poner en ventaja a los de Xavi antes de que se cumplieran diez minutos de juego. No se equivocó Simeone en su diagnóstico. Pese a sus desesperados gritos desde la banda de “jueguen, jueguen”, el Atlético no fluía. A Riquelme, otro que no suele pecar de excesos de imprecisiones, pareció pesarle la altura del duelo. Y así lo lamentó Jan Oblak: “Duele mucho, no hemos entrado bien, no hemos tirado. Si en la primera parte hubiéramos jugado podíamos haber hecho algo más. No entiendo por qué ha pasado. La idea era ir a ganar. No sé que nos ha pasado. Nadie quería el balón y nadie quería jugar”.
En ese paisaje del primer tiempo, ni Griezmann ni De Paul podían tener peso en el juego. Salvo una combinación entre Molina y Llorente que este finalizó con un disparo que Araujo sacó en la raya, los rojiblancos estuvieron más para capear el chaparrón que para desatarlo. Hasta renunciaron a la presión adelantada durante una fase importante del primer acto. Cuando decidieron recuperarla, se originó el gol del Barcelona. Giménez se fue a campo contrario para presionar a Pedri. Llegó tarde y a su espalda se abrió un claro que los futbolistas de Xavi convirtieron en una transición vertiginosa de Rapinha. Tras el último toque del brasileño, la pelota se quedó muerta entre Lewandowski y Nahuel Molina. El argentino estuvo tibio y el atacante polaco le limpió el balón para que João Félix ejecutara su venganza particular con esa picadita de clase por encima de la salida de Oblak.
El error de Molina tuvo un preámbulo en el último entrenamiento del Atlético el sábado. Llevaba varios partidos teniendo errores en el pase que complicaban la salida de balón del equipo y alteraba los nervios de sus compañeros. Simeone, que piensa que es una cuestión de cabeza, le dedicó una charla el propio sábado para que se tranquilizara y no cometiera ese tipo de errores. El Atlético se fue al descanso con 48 balones perdidos y apenas un 30% de posesión de la pelota. El peor escenario imaginado se había dado. Un equipo incapaz de ligar juego, fallón en el pase y ejecutado por João Felix. Los cambios de Simeone en el intervalo delataron a un entrenador contrariado. Ejecutó sin miramientos a Molina por blando en su acción, a Giménez por fallar en el salto a la presión sobre Pedri.
El central uruguayo también tenía una cartulina amarilla y pareció desquiciado ante la actuación de João Félix, con el que se encaró en la frontal del área en un saque de esquina. Empujó al luso, con el que ya había tenido roces en el Atlético por echarle en cara falta de sacrificio cuando este jugaba con molestias en el tobillo. Riquelme fue cambiado por no estar al nivel que había mostrado en lo que va de curso. Azpilicueta, Lino y Correa fueron los elegidos.
Tampoco dudó Simeone en sentar a Koke y a Morata cuando vio que los tres primeros cambios no terminaban de entregarle el dominio del partido. Fue en el tramo final cuando llegó ese momento. Memphis provocó que Iñaki Peña protagonizara una de las paradas del campeonato al palmear a la escuadra el venenoso libre directo del neerlandés. También Correa tuvo el empate, pero tiró a romper contra el cuerpo del meta azulgrana con hueco para ejecutar a derecha o izquierda. “Si hubiéramos jugado así en la primera parte, hubiéramos podido sacar algo de aquí”, reiteró Oblak. “Una pena que no estuviéramos contundentes cuando fuimos superiores”, se lamentó Simeone
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