El VAR salva al Sevilla y frustra al Villarreal
El vídeoarbitraje anula un gol por falta de Brereton a Kike Salas en la última jugada del partido y con 1-1 en el marcador
La tensión se hizo cuerpo en el Sánchez Pizjuán. Díaz de Mera había concedido el gol a Brereton en el minuto 95, en la última jugada del partido, después de lo que pareció un forcejeo con Kike Salas dentro del área. El delantero batió con suavidad a Dmitrovic para hacer el 1-2. Probablemente, en ese momento los abogados del Sevilla iban a comenzar a redactar la carta de despido de Diego Alonso, un entrenador que nunca gana. Prieto Iglesias, colegiado del VAR, avisó a Díaz de ...
La tensión se hizo cuerpo en el Sánchez Pizjuán. Díaz de Mera había concedido el gol a Brereton en el minuto 95, en la última jugada del partido, después de lo que pareció un forcejeo con Kike Salas dentro del área. El delantero batió con suavidad a Dmitrovic para hacer el 1-2. Probablemente, en ese momento los abogados del Sevilla iban a comenzar a redactar la carta de despido de Diego Alonso, un entrenador que nunca gana. Prieto Iglesias, colegiado del VAR, avisó a Díaz de Mera, que acudió al monitor. Un silencio de entierro inundó el estadio. Díaz de Mera comprobó que Brerenton había trabado a Salas y anuló el tanto. El Sevilla, medio muerto, salvó un punto.
El Villarreal, frustrado, se tuvo que conformar con el empate. Realmente, lo más justo después de lo que se vio en un encuentro muy parejo, donde el Sevilla dominó y lanzó miles de balones al área, muchas veces de manera alocada. El Villarreal contragolpeó bien y tuvo la virtud de responder rápido al gol de Kike Salas. Le faltó, no obstante, un punto de ambición.
Si el Sevilla está muy tocado, tampoco está para tirar cohetes este equipo que Marcelino intenta rehabilitar. En Nervión no estuvo mal, tampoco demasiado bien. El Sevilla mejoró algo, con mucho empuje, pero su fútbol es demasiado simple y la defensa se desmorona en los momentos clave. Son ya nueve partidos los que lleva sin ganar entre Liga y la Champions. Tan solo atesora un triunfo, en Copa, de los últimos 13 choques en todas las competiciones.
Una penitencia terrible heredada de Mendilibar y que se ha consumado con Diego Alonso. El Sevilla no gana en Liga desde el 26 de septiembre (5-1 al Almería). Solo la mediocridad de esta Liga hace que no haya caído a puestos de descenso, de los que le separan cinco puntos en espera de lo que haga hoy el Celta ante el Cádiz. Un panorama muy complicado, fuera de la Champions. Con más calma camina el Villarreal. Sus 16 puntos le hacen habitar la zona media baja. Da la impresión de que mejorará con Marcelino en cuanto sus jugadores se suelten un poco más.
En el minuto 37, el técnico del Villarreal era un torbellino en la banda. Lleno de furia, pedía a su portero, Jorgensen, que retrasara el saque y tuviera calma. Un gesto que explicó a la perfección el partido que jugaba su equipo, extrañamente impreciso ante un Sevilla que fue de menos a más, pero que empezó el partido siendo un flan. El ambiente no es bueno. La afición pide cada dos por tres la salida de la actual cúpula dirigente compuesta por la dupla Del Nido júnior y José Castro. Todo en vísperas de una junta que se antoja tensa y con un cruce de demandas entre los máximos accionistas de la entidad.
En ese ambiente, el Sevilla no gana nunca y su entrenador, Diego Alonso, es una estatua. Impasible, intenta colocar el mejor once posible con un grupo plagado de bajas como las de Nyland, Navas, Sergio Ramos, Soumaré, Suso, Badé o Lamela, entre otros. Así las cosas, llamó la atención la falta de ambición del Villarreal ante este Sevilla tan disminuido. Apenas alguna carrera de Morales con mucho espacio por delante fue el único bagaje atacante de un equipo lentísimo, que había ganado los tres partidos que había disputado con Marcelino en tres competiciones distintas, pero al que le falta fútbol. Por eso, y porque Nervión empuja, el Sevilla se fue metiendo en el partido gracias a la velocidad de su lateral, el joven Juanlu, y a un Lukebakio con pinta de futbolista grande pero inconstante.
Con muchos apuros, sin demasiado talento, lo cierto es que el Sevilla acumuló alguna que otra llegada con peligro a la meta visitante. Las dos mejores llegaron en el tramo final del primer acto. Jorgensen se convirtió en protagonista. Sacó un disparo con veneno de Acuña y luego, en el periodo de alargue, un buen remate de En-Nesyri. Foyth salvó bajo palos el posterior remate de Ocampos. El Villarreal no tiró ni una sola vez entre los tres palos de Dmitrovic en un primer tiempo muy soso. Marcelino, por su parte, seguía haciendo aspavientos en la banda.
El Sevilla tuvo arrestos para meter al Villarreal en su área. Con un estilo rústico, sin fútbol entre líneas, todo fue colgar balones desde la banda hasta que Kike Salas acertó a rematar un gran centro de Pedrosa. El Villarreal, que había tenido un par de acercamientos muy peligrosos bien resueltos por Dmitrovic ante Baena, empató con un gol de Morales de puro delantero centro (siete tantos en sus tres últimos partidos con el Villarreal). Volcado en ataque, con el norte perdido, el equipo de Diego Alonso se vio sorprendido por el gol de Brerenton. Era el golpe de gracia a un equipo derruido. El VAR avisó y la debacle no fue completa.
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