Los penaltis dejan fuera a Portugal y cruzan a Francia con España
La selección lusa, mejor a los puntos, cae eliminada tras el error de João Félix en la tanda
En la tanda de penaltis, después de un partido áspero, con picos de vértigo escasos y sin goles, Francia se erigió en el rival de España en la semifinal de Múnich. Falló su lanzamiento João Félix, que parece que no encuentra suelo en su larga caída hacia la intrascendencia. A los puntos fue mejor Portugal, pero la Francia de Deschamps colecciona ya muchos partidos ganados sin merecerlos. Ahí está, en semifinales con tres goles a favor, uno de penalti y dos en propia meta de sus rivales. Nadie obtiene más con menos. Y eso que por fin se atrevió Deschamps a dibujar un rombo, con el hormigón por detrás de Camavinga, Tchouameni y Kanté, y Kolo Muani y Mbappé por delante.
Una Francia, a priori, más bonita de ver. Con la lógica de que un entrenador tiene que posibilitar que sus mejores jugadores sean los que más tienen la pelota. Centrado y sintiéndose el jefe organizador del ataque, Griezmann acaparó pelota y pases buscando limpiar el juego. A Mbappé también parecía cuadrarle jugar de segunda punta. Ni estaba tan aislado de los circuitos del balón como cuando juega tan pegado a la cal, ni con tan poca capacidad de maniobra como cuando juega de cabeza de área. A su lado, Kolo Muani estaba para la zapa de los espacios a y poniendo su impactante físico al servicio de la presión.
Si Deschamps se vio obligado a meter a Camavinga por el sancionado Rabiot y presentó la novedad de Kolo Muani para sentar a Marcus Thuram, Roberto Martínez salió con su once rutinario. Fue Leão el que tiró de Portugal en los primeros minutos. Le enseñó su potente zancada a Koundé un par de veces y avisó al azulgrana de que podía tener una noche con faena. Intermitente, los momentos de Leão en los partidos son devastadores para sus marcadores. El día que alcance un mayor volumen de intervenciones con más frecuencia duplicará su valía. Se la apreciaba bien formada a Portugal, con Palinha como ancla. Un mediocentro espigado, de buen toque y siempre bien colocado para el toque o para el quite. Mbappé también lució tranco como Leão en una jugada en la que ganó la línea de fondo, pero su centro atrás fue interceptado por Diogo Costa. Todo estaba muy medido. Se jugó un primer tiempo muy táctico. Ninguno de los dos equipos quería desparramar en ataque. Amagaban, pero no daban. Se imponía el respeto. El miedo a generar un agujero por el que se escapara la eliminatoria. El primer disparo entre los tres palos llegó cerca de la media hora de juego. Fue Theo Hernández el que provocó que Diogo Costa tuviera que intervenir con un zurdazo seco, pero centrado. Se imponían las pizarras. Francia hacía valer su cemento y su condición de selección difícil de batir, Una roca a la espera de que Mbappé o Griezmann inventaran algo definitivo. Portugal argumentaba su condición de selección bien trabajada, con respuestas para toda clase de partidos. Este tocaba masticarlo cuando un rival que intimida por el físico de la mayoría de sus jugadores. En este sentido, fue excitante ver al menudo y dinámico Vitinha manejarse entre los hercúleos Camavinga y Tchouameni. Un par de veces que intentaron acorralarle salió ganador aguantando los empellones con la pelota pegada al pie.
Si Francia echaba de menos una mayor actividad de Mbappé, a Portugal le faltaba la chispa de Bernardo Silva y un mayor peso de Bruno Fernandes. Sin sus dos mejores arquitectos, Cristiano era un náufrago en punta. No le llegaban centros para rematar y tampoco está ya para mucho más. Se le ocurrió medirse una vez en velocidad con Theo Hernández y la secuencia describió el irremediable paso del tiempo.
El intermedio llegó con la sensación de que ninguna de las dos selecciones había querido hacer una de más. Ese exceso de control pareció quebrarse en el arranque de la reanudación. Las áreas registraron en el primer cuarto de hora más actividad que en todo el primer acto. Cancelo le filtró un caramelo a Bruno Fernandes y Maignan mostró que hasta el momento es el mejor jugador francés del torneo. Otro síntoma de que esta Francia defiende mejor que ataca. Después lo reafirmó con otra intervención salvadora. Leão, que se había reactivado, rebasó a Koundé y le regaló a Vitinha un caramelo para marcar. El disparo a quemarropa se empotró en el pecho de Maignan.
Francia se revolvió ante ese par de avisos de Portugal. Kolo Muani tuvo el gol después de una pared con Koundé y una poderosa carrera culminada con una definición poco fina que se le fue por medio palmo. A Camavinga le llegó una pelota suelta en el vértice del área pequeña que cruzó demasiado. Le falló la orientación y el instinto que ahí suelen tener los goleadores. Cristiano aún sobrevive con ello y pudo marcar si hubiera reaccionado antes a un centro que terminó por enviar alto. Después de esos ramalazos, el duelo volvió a ese paisaje contenido. Con los dos técnicos moviendo fichas para un partido que se iba a la prórroga irremediablemente. Del carrusel de cambios de uno y otro, sorprendió la marcha de Griezmann a la hora de juego. Todavía sorprendió más que Deschamps sentara a Mbappé para el segundo tiempo de la prórroga. En realidad, Francia ha llegado hasta semifinales sin ellos.
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