Jovic rescata a Serbia en el último minuto ante Eslovenia
El duelo balcánico acaba en tablas tras una última jugada rematada tras un saque de esquina
Un partido vibrante, de ida y vuelta, de gresca y batalla, un duelo balcánico, en definitiva, acabó en tablas tras la última jugada, un episodio que rescató sobre la hora a Serbia, que iba camino de una dolorosa derrota ante Eslovenia. Fue ahí, en un colofón a la altura de la emotividad del duelo cuando Jovic remató un saque de esquina a la red, una diana plena de casta e instinto porque aún agarrado por un zaguero se impuso la fe del goleador para conectar un remate que selló un empate que nadie pudo decir que fuese inmerecido.
Serbia festejó al final porque se veía con un pie en casa. Y Eslovenia penó porque el triunfo le dejaba virtualmente clasificada para octavos de final y ahora se aboca a una dura jornada final contra Inglaterra y quién sabe si pendiente de lo que suceda en otros grupos. Unos y otros transitaron por una montaña rusa en la que los eslovenos comenzaron en un pico, audaces, con capacidad para llegar al área y activar al excelente rematador Sesko. Los serbios entraron en el partido en la medida que lo hizo Tadic, abanderado de la clásica escuela de buen pie serbio, antes yugoslava, cuando los rivales de hoy jugaban ayer bajo la misma bandera. Allí estaba, cuando la guerra lo arrasó todo, Piksi Stojkovic, ahora seleccionador serbio, al que no le tembló el pulso para darle la vuelta a su equipo en el descanso.
Ocurrió que Serbia cuando no tenía la pelota tenía tendencia a acularse. Y Eslovenia lo aprovechó para dejarse ver. Elsnik remató al palo y dejó un serio aviso ante el que Piksi dio acuse de recibo para poner en acción a Gacinovic y Milinkovic-Savic, dos hombres que miran hacia el marco rival. La decisión fue balsámica. Serbia salió a la segunda parte dispuesta a asediar la meta que defendía Oblak. Tadic repartió juego y Vlahovic y Mitrovic remataron. La grada serbia empezó a rugir y Eslovenia se plegó para guarecerse ante el chaparrón. Pero también se apostó para golpear y lo hizo tras una exuberante galopada del lateral Karnicnik, un futbolista que juega en la liga local, que recuperó la pelota, lanzó el ataque y lo culminó con una llegada al segundo palo para empujar a la red.
Serbia se tambaleó con el bofetón, pero encontró su característico orgullo para mantener un hilo de vida. Centró mucho y remató menos, apretó en busca del empate y lo encontró en la última jugada.
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