Paulo Sousa: “El balón desarrolla la inteligencia”
El entrenador portugués de Polonia busca una ruptura cultural con el pasado y un estilo de juego más dominante
Como buen portugués, Paulo Manuel Carvalho Sousa (Viseu, 49 años) tiene alma de aventurero y descubridor. Lo fue como centrocampista de muy buen pie hasta que las lesiones le obligaron a retirarse cuando estaba a punto de cumplir los 32 años. Vistió la camiseta de ocho clubes: Benfica, Sporting Portugal, Juventus, Borussia Dortmund, Inter, Parma, Panathinaikos y Espanyol. Y ganó, entre otros títulos, dos Champions consecutivas con la Juventus y el Borussia de Dortmund (1996 y 1997).
Como entrenador su espíritu trotam...
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Como buen portugués, Paulo Manuel Carvalho Sousa (Viseu, 49 años) tiene alma de aventurero y descubridor. Lo fue como centrocampista de muy buen pie hasta que las lesiones le obligaron a retirarse cuando estaba a punto de cumplir los 32 años. Vistió la camiseta de ocho clubes: Benfica, Sporting Portugal, Juventus, Borussia Dortmund, Inter, Parma, Panathinaikos y Espanyol. Y ganó, entre otros títulos, dos Champions consecutivas con la Juventus y el Borussia de Dortmund (1996 y 1997).
Como entrenador su espíritu trotamundos se ha superado: nueve clubes y una selección. Antes de desembarcar en Polonia en el mes de enero, pasó por el QPR, Swansea, Leicester, Videoton, Maccabi, Basilea, Fiorentina, Quanjian (China) y Girondins. La Eurocopa le transporta hasta Sevilla para sentarse en el banquillo del segundo rival de España. Su castellano es más que correcto y además hace todo lo posible para que se le entienda. El fútbol es su pasión. No tiene que jurarlo.
Pregunta. Acostumbrado a verle de jugador con su melena negra, en las imágenes actuales, en las fotos se le ve muy delgado y peinando canas. Parece consecuencia directa de su ajetreada vida laboral por los banquillos más que por los años en sí…
Respuesta. Es consecuencia del proceso de nuestra vida conforme vamos cumpliendo años. Lo importante es que envejezcamos haciendo lo que nos gusta. Desde muy joven el fútbol fue mi pasión y puedo seguir trabajando en ello. Me siento un privilegiado. Me siento muy agradecido al fútbol por la vida que me ha dado e intento devolverle y a todos los demás que me rodean todo lo que me han dado. La parte buena, la mala, no.
P. Usted de chaval no quería ser futbolista, quería ser profesor.
R. Es verdad y la vida me ha reservado ser profesor de fútbol. Quería ser profesor porque la figura más representativa de mi vida cuando era un niño era mi profesora de primaria. Mis padres no estaban muy presentes físicamente. Salían a las cinco de la mañana a trabajar y solo los veía para cenar. El entrenador de fútbol tiene que tener una componente muy amplia, entre ellas la educativa.
P. Pero seguro que no se arrepiente de haber sido futbolista.
R. Noooo… Es lo mejor dentro del fútbol. Es la versión más honesta, más clara. No puedes mentir. Los otros no pueden hacer las cosas por ti. Lo que haces es lo que sabes hacer. Ser entrenador me ha dado la posibilidad de crecer como persona, de descubrir cosas de mí mismo que no pude descubrir cuando jugaba al fútbol. El ser humano, por lo general, es muy egoísta, egocéntrico, y el futbolista, peor. Como técnico tienes la necesidad de entender a los demás y a la vez te conoces mejor a ti mismo para después poder liderar el éxito. He aprendido a comunicarme porque siempre he sido una persona muy tímida.
P. ¿Ahora ve el fútbol de distinta forma de cuando era jugador?
R. Sí. Me gustaba más jugar. Todos tenemos dentro una parte de niño y como jugador la puedes desarrollar. Eres inconsciente, entusiasta, estás en la búsqueda continua de la creatividad. Buscas la felicidad en todo lo que haces. Como entrenador tienes mucha más seriedad en todo. Buscas la madurez a través de tus jugadores y muchas veces parece que el resultado es más importante que todo lo demás. Y no lo es.
P. Ocho clubes como jugador, 10 banquillos diferentes… En España diríamos que es usted de culo inquieto.
R. Tiene mucho que ver con las circunstancias. Como jugador me hubiera gustado estar siempre donde me querían y yo estaba bien, pero siempre hay factores que te condicionan: humanos y físicos. Tuve muchas lesiones desde muy joven. Eso no me daba estabilidad en mi juego. Como entrenador quise empezar de cero, sin ayuda, tener una idea propia y crecer desarrollándola. Para seguir creciendo siempre hemos buscado clubes y campeonatos con más grado de dificultades. Como entrenador se tiene menos estabilidad en los proyectos que como jugador. Me gustaría estar un tiempo un poco más largo en un lugar y a mi familia, mucho más.
Como técnico tienes la necesidad de entender a los demás y a la vez te conoces mejor a ti mismo para después poder liderar el éxito
P. A punto de cumplir los 50, llega a una selección y a una Eurocopa. ¿Es pronto, tarde, el momento justo…?
R. No hay momentos justos, hay momentos que llegan y tienes que decidir. La forma como nos llegó la oferta de la Federación polaca, sin intermediarios, directamente de una llamada del presidente, Boniek, un icono del fútbol mundial, fue determinante para decir que sí. Me explicó lo que quería para el presente y para el futuro próximo. Un tipo de fútbol con el que me identifico. Él me conocía muy bien de mi etapa en la Fiorentina y pensó que tenía el perfil del técnico que buscaba. Para nosotros es un reto afrontar una Eurocopa con una selección que tiene al mejor goleador del mundo, Lewandowski. Es un desafío enorme hacer un cambio cultural desde el punto de vista futbolístico a través de un jugador que en el momento es el mejor del mundo.
P. ¿Le ha dado tiempo ya de darse cuenta de las grandes diferencias que existen entre dirigir a un club y a una selección?
R. Desde el primer día. La diferencia es que como seleccionador puedes seleccionar entre los mejores jugadores, pero tienes menos posibilidades de entrenar y se necesita tiempo para entrenar ideas, conceptos y mentalidades.
P. Su idea de juego no cambia. Tener el balón, ser protagonista, atacar…
R. Estoy convencido de que la mejor forma de desarrollar la inteligencia del jugador, a nivel táctico, es a través del balón. Crece su entendimiento del juego. Y desenvuelve una capacidad intelectual para el fútbol, pero también para la vida. Es cuando compruebas si un jugador desarrolla su inteligencia táctica. Se pueden tener otras maneras de ganar, seguro. Y hay momentos que ganan los equipos que defienden mejor y contraatacan mejor, pero el jugador no se desarrolla igual.
P. Como jugador, debutó con la selección contra España.
R. 1-1. Fue en España (Castellón). Con Artur Jorge de seleccionador portugués.
P. ¿Y también tiene presentes las veces como jugador que se ha enfrentado a Luis Enrique?
R. Con el Barça, seguro, cuando estuve en el Espanyol. Y luego otra vez cuando él estaba en el Real Madrid y yo en la Juventus. Cuartos de final de la Champions. Allí perdimos 1-0. Tuvimos mucha suerte, pero remontamos bien a la vuelta…
P. Y se enfrenaron también con sus respectivas selecciones. En el 94. En Balaídos. 2-2. Una victoria para cada uno y un empate.
R. Ojalá… sigamos igual después del partido. ¿Que si firmo el empate? Sería un buen principio para poder llegar donde nosotros queremos.
P. ¿Qué recuerda del Luis Enrique jugador?
R. Como técnico implanta características que tenía como jugador. Muy dinámico y muy exigente con él mismo y con los demás. Como entrenador es así. Siempre buscando el éxito.
P. Antes de la primera jornada, comentó que España era la favorita del grupo. Después del empate contra Suecia, ¿lo sigue pensando?
R. Sí. No solo por el pasado, sino también por su identidad de juego y por la calidad de los jugadores. Últimamente le cuesta concretar todo el fútbol que genera. Pero nadie puede dudar de su calidad técnica y colectiva a nivel de juego.
En Polonia buscamos una ruptura cultural futbolística con el pasado. Queremos ser un equipo que sea protagonista
P. ¿Es desesperante para un entrenador ver que su equipo, domina, crea muchas ocasiones de gol… pero no tiene un Lewandowski?
R. Para un entrenador dar soluciones al equipo para poder crear oportunidades constantes es gratificante. Es lo que tiene que hacer. Si después el balón no entra hay que ser razonables antes de caer en la desesperación. El éxito no es solo ganar partidos. Claro que el resultado es fundamental, porque te da fuertes convicciones en todo lo que presentas a tus jugadores, pero me gusta ver crecer a los jugadores. Es también un éxito para el técnico.
P. ¿Cómo es la Polonia que pretende Paulo Sousa?
R. En este poco tiempo estamos intentando construir algo muy distinto. Una ruptura cultural futbolística muy grande con el pasado reciente. Queremos ser un equipo que sea protagonista sabiendo que habrá momentos que ante ciertos adversarios tendremos más dificultades. Tenemos que saber superarlas alternando más veces el control del partido con balón y la pausa y la verticalidad. Que va a ser lo que va a suceder con España. Es un equipo muy compacto, que sin balón es muy agresivo, muy rápido en presionar. Es un equipo que está fresco mental y físicamente, porque pasa mucho tiempo con el balón. Por eso cuando lo pierde tiene mucha gente por detrás que le permite presionar hacia adelante y eso le convierte un equipo que presiona constantemente.
P. ¿Lewandowski es el mejor jugador que ha entrenado en estos 13 años como técnico?
R. Como delantero, sí.
P. Y sin que sea delantero.
R. Borja Valero, por ejemplo, a quien tuve en la Fiorentina. Un jugador que, a nivel de inteligencia de juego, de espacios y técnicamente era espectacular.
P. En la España tricampeona del 2008-2010-2012, ¿dónde le hubiera gustado estar, en el centro del campo con Xavi, Xabi, Iniesta… o en el banquillo dirigiéndolos a todos como si fuera Luis Aragonés o Del Bosque?
R. Mejor como jugador. Jugar al lado de esos jugadores sería una pasada. Felicidad continua. A nivel de emociones, la acción es más gratificante que dirigirlas y verlas desde fuera. Son distintas, pero prefiero jugar con ellos.
DOS AÑOS, DOS CHAMPIONS, DOS EQUIPOS
Paulo Sousa ganó la Champions del 96 con la Juventus y al año siguiente revalidó el título con el Borussia de Dortmund. Por medio, un traspaso de 600 millones de pesetas. Sus recuerdos de la semana previa a la segunda final son sobrecogedores. “Fueron unos días de muchísima ansiedad, de muchísimo estrés. Las expectativas estaban muy centradas en mí y el propio Borussia me expuso mucho a nivel de comunicación. Esa ansiedad me quitó mucha energía para el partido. Mis primeras palabras cuando me presenté en Dortmund fueron que estaba allí para ganar la Champions. Estaba yo más convencido que ellos y tuve que convencerlos a lo largo de todo el año. Me había enfrentado a ellos los dos años anteriores y conocía muy bien el potencial del equipo y sabía que yo podía aportar mucho. Afortunadamente al final salió todo bien y fuimos campeones”.
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