Kanté y Pogba, cerrojos y catapultas
Los galos, futbolistas de área a área, se multiplican para imponerse en la batalla del centro del campo. Francia nunca ha perdido un partido con los dos como titulares
Antes de que comenzara el duelo, Lucas Hernández bromeaba en el túnel de vestuarios con Toni Kroos, al tiempo que se lo miraba de lejos un Mats Hummels que prefirió la alharaca del himno a las risas. Sabía que estaba bajo la lupa alemana, también de Löw, que después del Mundial de Rusia decidió echarle del equipo sine die. Aunque con problemas estructurales, el seleccionador decidió repescarlo —también a Müller en el área opuesta— justo para la Eurocopa. Algo similar ocurrió con ...
Antes de que comenzara el duelo, Lucas Hernández bromeaba en el túnel de vestuarios con Toni Kroos, al tiempo que se lo miraba de lejos un Mats Hummels que prefirió la alharaca del himno a las risas. Sabía que estaba bajo la lupa alemana, también de Löw, que después del Mundial de Rusia decidió echarle del equipo sine die. Aunque con problemas estructurales, el seleccionador decidió repescarlo —también a Müller en el área opuesta— justo para la Eurocopa. Algo similar ocurrió con Benzema, castigado hace seis años por un presunto chantaje sexual a su compañero Valbuena por el que será juzgado antes de que acabe el año. Ambos se midieron sobre el césped, ganador el francés y castigado el germano. Bienvenue Karim; Auf Wiedersehen Hummels. Pero si se dio esta ecuación fue gracias a los centrocampistas franceses, las palancas, el motor y el pulmón bleus, también el quitanieves y el arquitecto. O, lo que es lo mismo: Kanté y Pogba. Con los dos formando de inicio, Francia no ha perdido jamás (28 partidos, 22 victorias y 6 empates).
Se presumía antes del torneo que Francia tiene a la mejor delantera (Mbappé, Benzema y Griezmann), un tridente para quitar el hipo. Pero como decía Guardiola en sus últimos años en el Barcelona —sobre todo cuando le hizo hueco a Cesc como falso nueve—, el fútbol es de los medios. Y ninguno como los de Francia, por más que enfrente tuvieran a Kroos, Kimmich —con una amarilla nada más comenzar el duelo— y Gündogan.
Gobernaba el esférico el conjunto de Löw pero le costaba horrores enlazar con los delanteros, siempre negados los pases por dentro por Kanté —que estaba en todas partes— y Pogba —estaba donde se le necesitaba—, futbolistas de área a área que con sus zancadas empequeñecían el campo. Todo un mazazo para Alemania, que se perdía en los pasillos interiores y que tampoco podía desplegar las alas; jauja del bueno para la rocosa Francia.
Sucedió que Pogba y Kanté no solo se dedicaron a destruir, sino que también actuaron de catapulta. Como ese pase al hueco de Kanté que Pavard centró sin encontrar rematador. O como esa asistencia con el exterior de Pogba con canela y miel que pasó por encima de la defensa para Lucas Hernández, prolongada con un centro al área chica que retrató a Hummels. El central notó el aliento de Mbappé a su espalda y, marcó en propia puerta.
El recital del eje francés se completó con Rabiot, también predispuesto a la carrera —como exige Deschamps—, hasta el punto de que un pase de Benzema le sirvió para plantarse ante Neuer, mal resuelta la definición porque el poste escupió su remate. También la tuvo y la aprovechó Mbappé, en esta ocasión asistido por Pogba en una contra supersónica, aunque el tanto quedó anulado por fuera de juego. Lo mismo decretó el VAR en el gol de Benzema, asistido por Mbappé pero catapultada la jugada por Pogba, que fue el jugador del partido que más duelos ganó (13).
Equipo que nunca se rinde por educación y convicción, Alemania apretó los dientes y al rival, capaz durante unos minutos de arrinconar a Francia. Pero no así de tumbarla. Por lo que se cerró el partido con triunfo galo, con la sonrisa de Pogba y Kanté, las auténticas e infatigables palancas bleus. Hasta 113 kilómetros recorrió Francia (posesión del 39%) por los 109 kilómetros de los alemanes.
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