Richard Carapaz: “Me gusta que me digan que estoy un poco loco”
El ciclista del EF, respetado en el pelotón por sus ataques en la montaña, persiste en su idea de lograr el ‘maillot’ rojo en la Vuelta a España
Llueve toda la jornada de descanso en tierras ovetenses y a Richard Carapaz (El Carmelo, Ecuador; 31 años) se le cambia la cara, fastidiado porque no puede hacer mucha cosa fuera del hotel, más allá que pedalear un poco para el mantenimiento las piernas. Come frugal y va a la habitación del hotel un rato para después bajar con cara de sueño. Pero habla de sus ambiciones, del pelotón y de la carrera, y se despierta rápido. Ha venido para luchar.
Pregunta. ¿Qué le pasó en la primera...
Llueve toda la jornada de descanso en tierras ovetenses y a Richard Carapaz (El Carmelo, Ecuador; 31 años) se le cambia la cara, fastidiado porque no puede hacer mucha cosa fuera del hotel, más allá que pedalear un poco para el mantenimiento las piernas. Come frugal y va a la habitación del hotel un rato para después bajar con cara de sueño. Pero habla de sus ambiciones, del pelotón y de la carrera, y se despierta rápido. Ha venido para luchar.
Pregunta. ¿Qué le pasó en la primera semana, en la que no se le vio demasiado ligero?
Respuesta. Sufrí mucho el calor. El cuarto día fue insoportable, muy desagradable. Lo intenté, pero... golpe de calor. Luego me acostumbré y empecé a dar pasos pequeños hacia delante, creciendo. Estoy contento porque el rendimiento es hacia arriba y no en declive.
P. El cénit llegó en la novena etapa, un ataque desde lejísimos…
R. Era algo que habíamos estudiado con el director deportivo, una jugada estratégica porque ya me había entrenado por esas montañas en mayo para el Tour. Me conocía los puertos, sabía cómo afrontarlos, había dos compañeros de equipo fugados que me ayudaron y, como en teoría no era un peligro para la general, salió súper bien. Sí, esa noche pensé que la había liado un poco.
P. ¿Sabe que alguno le tildó de loco por atacar desde ahí?
R. Me gusta que me digan que estoy un poco loco. Pero es que siempre he sido de atacar. Y cuando lo hago sí que noto que en el pelotón hay respeto. Me lo he ganado. Soy valiente y pocos se atreven a hacer esas cosas.
P. ¿Hay días que se siente imparable?
R. Bueno, me gustaría que fueran todos los días. Pero en esa etapa se dio todo en armonía. Y la verdad es que entrenamos mucho ese tipo de esfuerzos en series. Subir, bajar, subir, bajar y volver a subir. Se trataba de sufrir.
P. ¿Ese carácter lo forjó de niño, cuando tuvo que encargarse de la granja familiar porque su madre enfermó con un cáncer de mama?
R. Son cosas que nunca las tienes previstas. Pero me tocó y hay que aceptarlo. Pero sí, en parte me ayudó y ha sido algo importante en mi vida como persona y como deportista.
P. ¿Se imaginaba por entonces tener un Giro, además de un podio en cada grande?
R. No, hombre. De dónde venía no existían ni carreras de bicicleta. Es imposible que una persona pensara que podía ganar lo que he ganado. Todo se fue construyendo poco a poco, superando mis límites y puliendo el talento. Estoy muy orgulloso de lo que conseguido.
P. Un currículo que no le dio para ser convocado por Ecuador para los Juegos, a pesar de ser ya campeón olímpico…
R. Ufff. Eso fue una mala pasada que me hicieron. En su día me enojó mucho porque fue algo muy vergonzoso. Resulta que la nómina de los Juegos se sabía desde febrero y no me lo dijeron. Y cuando quisieron publicarla, se sacaron un reglamento de mierda. Es triste porque tenía enfocada mi preparación para esa cita y sabía que tras el Tour llegaría en muy buenas condiciones. Fue una pena no participar. Pero es que en nuestro país los dirigentes no tienen la menor idea lo que es la bici ni el ciclismo a nivel profesional.
P. Nunca tuvo ayudas de Ecuador, ¿verdad?
R. Verdad. Allí el ciclismo es muy nuevo y solo desde hace 10 años empezó el boom. Pero el actual presidente de la federación desconoce lo que es una carrera de World Tour. No sabe lo que es un equipo profesional, lo que hay aquí dentro. Y el seleccionador no tiene ni idea, la verdad. Es para enfadarse.
P. ¿Y por qué se enfadó con AG2R cuando se cayó en una etapa de esta Vuelta?
R. Pues porque el equipo tenía bloqueada la carretera. Me acerqué, pedí permiso, pasó mi compañero y cuando fui a pasar yo, me cerraron. No fue que no me vieron, me cerraron de mala manera y fui al suelo. Yo digo que bloquear la carretera no está mal, pero eso se hace cuando vas a un ritmo en el que la gente no pueda arrancar. Y eso no era así ese día. Me faltaron al respeto. Y si no lo reclamas ahora va a seguir pasando. Hay que ponerle un stop porque si no se perderá el sentido del respeto y competición.
P. ¿De eso se habla en el pelotón?
R. Sí, sí. Claro, es importante. A mí mucha gente me vino a preguntar porque vieron lo que sucedió. Y es verdad que no me pasó nada, pero podría haber sido peor.
P. Aunque se mantiene en la pomada, cuarto en la clasificación. Llegó diciendo que venía a ganar, ¿mantiene su discurso?
R. Sí, he preparado muy bien la Vuelta y todavía lo tengo ahí. Quedan unos días importantes y estoy en la pelea. No lo voy a dejar de intentar. Me hace mucha ilusión.
P. ¿Se enfada cuando no le salen las cosas?
R. Sí. Estamos en un nivel donde el estrés es altísimo y necesito un poco de tiempo para digerir la frustración. Pero tras un rato se me pasa. Este deporte te enseña a que se pierde muchas más veces que ganas. Tienes que moldear tu carácter y lo digo porque de pequeño llevaba fatal eso de perder.
P. ¿Cómo ve las posibilidades de los que luchan por el maillot rojo?
R. O’Connor se agarra y, aunque le van quitando, todavía retiene maillot. Pero quedan unos días duros y veremos quiénes son los corredores de tres semanas; el que recupere bien estará delante. O’Connor sabe, además, que los que están por detrás no son cualquiera. Creo que los cinco primeros estamos muy parejos, casi al mismo nivel. Es una diferencia mínima, no como en otras carreras en que uno ataca y no puede seguirle nadie. Está muy bonita la Vuelta para los corredores y para el público.
P. ¿Ayuda que no estén Pogacar, Vingegaard ni Evenepoel?
R. Sin ellos tenemos un panorama más abierto. Ellos están a otro nivel, lo hemos visto y qué le vamos a hacer, hay que aceptarlo.
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