Paret-Peintre gana en Bocca della Selva el día que Pogacar descansa

El líder cambia de estrategia y decide ceder la responsabilidad a otros con dos semanas todavía por delante

Valentin Paret Peintre durante la décima etapa del Giro.ZEN (EFE)

Los lunes de una gran carrera por etapas, salvo el primero, son casi siempre el día de descanso, aunque no para todos. Duermen más los componentes de la caravana publicitaria, quienes se dedican a montar y desmontar vallas, los policías que vigilan las carreteras, los trabajadores de la oficina permanente, que nadie sabe por qué se llama así, porque nunca permanece en el mismo sitio más de un día. Incluso algunos periodistas descansan si los equipos con posibles deciden montar las ruedas de prensa o las entrevistas a horas decentes, que a veces lo hacen casi de amanecida y no hay ocasión de pr...

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Los lunes de una gran carrera por etapas, salvo el primero, son casi siempre el día de descanso, aunque no para todos. Duermen más los componentes de la caravana publicitaria, quienes se dedican a montar y desmontar vallas, los policías que vigilan las carreteras, los trabajadores de la oficina permanente, que nadie sabe por qué se llama así, porque nunca permanece en el mismo sitio más de un día. Incluso algunos periodistas descansan si los equipos con posibles deciden montar las ruedas de prensa o las entrevistas a horas decentes, que a veces lo hacen casi de amanecida y no hay ocasión de programar la alarma del móvil un rato más tarde de lo habitual.

También los ciclistas se relajan un poco más, se presentan en el desayuno algo más tarde y, por lo habitual, salen a hacer kilómetros, que nunca faltan, hasta la hora de comer, más o menos, pero con la salvedad de que, a mitad de recorrido, buscan una terraza para echar un café o una infusión y charlar con los colegas de asuntos ajenos al día a día de la competición.

En Nápoles tocó una jornada de esas. Entre los corredores hubo quienes se lo tomaron como relax después de nueve días de carrera, como Paret-Peintre, que llenó el depósito para intentar la victoria, y otros para darle una vuelta a la cabeza, que es el caso del líder Tadej Pogacar, omnipresente y que tuvo tiempo de sobra junto a Mauro Gianetti o o Josean Fernández Matxin, para diseñar la estrategia para lo que queda de carrera, que no es poco, y además con lo más duro todavía por llegar.

Son dos formas de ver las cosas, entre quienes aspiran a todo y los que, en un escalón inferior, ambicionan algún éxito parcial. El corredor francés, hermano menor en una saga de ciclistas que se relacionan bien con la montaña, consiguió, después de pelearlo, lo que el año pasado hizo su hermano Aurelien, ganar una etapa del Giro. Ya están empatados en ese asunto, aunque para Valentin sea esta su primera victoria como profesional, después de agotar a Bardet, otro cuerpo ligero, pero más desgastado por la edad – “Veía a Romain cuando era joven, subir al podio en el Tour, y esta vez luché con él y lo vencí”–, y alcanzar a Tratnik, que había sido valiente, o tal vez temerario, para apechugar con más de treinta kilómetros en solitario, el viento de cara y siempre en subida por las sinuosas rutas de la Campania.

Después del bosque, donde circulaban al abrigo de los árboles, cuando la carretera estaba más descarnada y azotaba el viento, Paret-Peintre dejó atrás a Bardet, con el que había compartido kilómetros y un ataque previo a Andrea Bagioli, y se fue a por Tratnik, que era hasta entonces el primero de la etapa, después de un esfuerzo tal vez algo temerario a falta de 35 kilómetros y le dejó sin fuerzas en los últimos cinco de ascensión.

Aleteaba con los brazos Valentin Paret-Peintre en los últimos metros, en ligero descenso, y parecía que iba a despegar y echar a volar con su cuerpo enjuto, un saco de huesos, 50 kilos sobre la bicicleta, en la meta de Bocca della Selva, final en alto que llegaba después de la jornada de reflexión o de relax, según la visión de cada cual. Pogacar decidió, esta vez, esperar, se contuvo. “Dejamos que la fuga se formara para poder rodar a nuestro propio ritmo”, apuntaba el líder. “Otros equipos trabajaron delante y luego o hizo el Bahrei. Fue perfecto para nosotros”, confesaba Pogacar, porque, “sé que tenemos que ser pacientes en una gran vuelta, son 21 días de carrera, así que debemos mantenernos concentrados en las grandes etapas e ir día a día”, declaraba a la televisión italiana.

Su equipo permitió que un grupo numeroso se marchara, para que fueran otros los que trabajaran, y dio descanso activo a sus hombres del UAE, para completar una etapa sin más incidencias que el perro suelto que tuvo que sortear Juanpe López, y algunas retiradas inesperadas, como la de Olav Kooij, el ganador del domingo en Nápoles, que se levantó con fiebre. Todo lo demás sigue igual.

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