Ricky Rubio, sobre su parón: “Hay tantas voces aquí dentro que al final no sabes ni lo que quieres ni quién eres”
El baloncestista, que todavía no sabe si regresará a las pistas después de jugar unos meses durante el curso anterior el Barça, prioriza su vida personal a la pelota
Ricky Rubio, de 34 años, sigue en stand by, preocupado más por su familia y su salud mental que por la pelota naranja, toda vez que con el tiempo ha aprendido a priorizarse. “Intento entrenar cada día, estoy bien”, explicó este martes en el Pabellón Municipal La Plana de Badalona y en un acto de The Ricky Rubio Foundation en el que presentó varios talleres dentro de LungFit, que es el proyecto de su fundación para mejorar la calidad de vida de los enfermos de cáncer de pulmón, además de concienciar a todos los actores, desde los oncólogos hasta los pacientes, pasando por gimnasios y farmacéuticas, de la necesidad de recetar ejercicio para mejorar su estado físico y emocional. Puede que vuelva a jugar o puede que no, pero eso, cuenta Ricky, no es lo más importante.
El base, que se formó en el Joventut y que se catapultó en el Barcelona para llegar a la NBA y a la selección española, decidió dejar el baloncesto hace un par de años, poner los pies en el suelo y mirar por su salud mental, toda vez que su cabeza dijo basta porque “se fue a un lugar muy oscuro”, porque no entendía lo que le sucedía. No le puso nombre a su enfermedad, si depresión u otra cosa. Simplemente, dijo adiós. Refugiado con una psicóloga deportiva y trabajando en sí mismo, en conocerse y en, como anunció, aprender a dibujar en gris porque no todo es blanco o negro, a Ricky le volvieron las ganas de encestar, de compartir un vestuario. Por eso firmó por el Barcelona a mediados de la temporada anterior. Pero la experiencia no le llenó. “Jugar en el Barça supone la presión extra de que siempre se tiene que ganar. Eso y que para llegar a la Ciudad Deportiva o el Palau eran muchos minutos en coche —pues vive en Masnou—, fueron escollos importantes porque ha sido padre de nuevo y no quiere perderse la paternidad como le ocurrió con el primero, cuando estaba en la NBA entre viaje y viaje”, explican desde el entorno de Rubio.
Por eso, Ricky decidió no ir con la selección española al preolímpico, como tampoco aceptó la oferta de renovación del Barça ni la opción que le dio el Joventut de regresar a casa. “El cuerpo me pide seguir como estoy, disfrutar de la paternidad. Ir día a día. Vaciar un poco el vaso que se llenó mucho. Estoy aprendiendo a saber parar, que es algo que no he hecho en muchos años, y saber escucharse a uno mismo. Hay tantas voces que tienes aquí dentro que al final no sabes ni lo que quieres ni quién eres”, resolvió. Y agregó: “Hay veces que parar parece que significa que se va a acabar todo y en realidad la vida sigue. Todo pasa y es cómo lo enfocas. Quiero tener una base sólida antes de volver a empezar”.
Mientras tanto, Ricky se centra en su familia y en sus proyectos. “Cuando jugaba, ya tenía la Fundación, pero ahora que tengo más tiempo le dedico más horas. Me llena, es algo que será, el día que me retire, uno de los trabajos o el trabajo que tendré. Para mí no es una obligación, es un sitio donde me siento útil”, deslizó. Y volvió a reflexionar sobre el balón y su vida: “Cuando eres deportista de élite, todo va muy rápido y todo se magnifica. Le das importancia a unos objetivos y unos resultados, pero no deja de ser un deporte. Que sí que puedes transmitir unos valores, que sí que puedes estar involucrado y traspasar barreras, pero al final hay cosas en la vida que importan más”. Como, cuenta, la paternidad. “Ahora puedo disfrutar muchísimo de mi hija, cosa que no pasó con mi primer hijo porque al segundo día ya estaba viajando”. Del baloncesto, ya dirá.