España sufre para batir a Finlandia y jugará ante Bahamas por ir a los Juegos Olímpicos

Hace no tanto (2008 y 2012), España luchaba por una medalla de oro en la final de los Juegos Olímpicos. Pero los tiempos cambian, las generaciones, algunas irrepetibles, como aquella, se agotan, y la realidad es otra. Hoy España lucha, simplemente, por estar en los Juegos. Y no es nada fácil. La selección española sufrió y sufrió este sábado para derrotar a Finlandia (74-81) en la semifinal del preolímpico de Valencia y este domingo (20.30, Teledeporte) chocará con Bahamas por estar en París. Así es. Cuando la selección fue eliminada del pasado Mundial, Scariolo advirtió que clasificarse para los Juegos sería “una gesta titánica”. Aquello pudo sonar a cierta exageración, pero visto el camino, no lo es.

España se encontró de alguna manera ante el espejo. Finlandia es un equipo de escuela, como lo retrató Scariolo por su trabajo desde la base hasta la cima, una filosofía en común. Ante un igual, un grupo que defiende bien, es ordenado y sabe a lo que juega, la selección española intentó abrir hueco por dentro con los balones a Willy y su conexión con Lorenzo. El rival exigía una concentración máxima por su capacidad para robar, correr y castigar cada fallo. Finlandia amenazaba con el tiro desde cada esquina, con los puntos muy repartidos, animados además por una hinchada que se hacía notar (8-8). Scariolo agitó el árbol con la entrada de Núñez, que no había jugado ni un segundo ante Angola, y de Brizuela para dar más frescura por fuera. En el perímetro y en la zona Aldama seguía con el mazo, y por fuera picaba también Rudy. El capitán se ganó una falta antideportiva y el encuentro subió de temperatura. La falta de concentración la exprimió Finlandia para enlazar un 9-0 y alcanzar la primera pausa por delante: 20-17.

La Fonteta se levantó en apoyo de sus hombres. Necesitaba España el aliento de la grada porque cada balón se discutía en las trincheras. Finlandia atacaba y defendía con el cuchillo entre los dientes. En esa coctelera de emociones emergió Brizuela para romper esquemas, y Alberto Díaz y Garuba para poner el candado (20-24). El conjunto finlandés tardó más de cinco minutos en anotar, pero las diferencias eran muy escasas porque la precipitación en los ataques lastraba a los locales. Los nervios mandaban en Valencia. Era el escenario para que Lorenzo Brown marcara los tiempos del encuentro y demostrara por qué es una pieza esencial en esta España. Con el base al frente para dirigir y anotar (nueve puntos en el segundo cuarto) , la selección cogió aire antes del descanso (30-38).

Si no podía en el cuerpo a cuerpo, Finlandia se buscaría la vida por fuera. Y de qué manera. Maxhuni, Jantunen y Grandison encadenaron tres triples en dos minutos y el marcador volvió a apretarse. España recurrió a Willy como diana, aprovechando esos instantes en los que el pívot anda fresco, y a la muñeca de Aldama, un jugador que no para de crecer, para dar otro estirón (43-50). Pero Finlandia volvía siempre cuando parecía que se quedaba atrás. La selección española se atascó con el balón en las manos, huérfana de respuestas individuales y colectivas, y dejó correr a los visitantes. El colapso fue monumental para crear en la canasta contraria y para destruir en la propia. En el peor momento, en medio de un ataque de pánico, España encajó un parcial de 12-0 en 3m 44s para cerrar el tercer cuarto por debajo (59-56).

Cuando estaba contra las cuerdas, un héroe inesperado. Alberto Díaz, el hombre que simbolizó aquel oro también inesperado en el Eurobasket de 2022, levantó de la lona a la selección con dos triples seguidos y un balón recuperado lanzándose por el suelo como un jabato (63-64). Valtonen enfrió la caldera con otro acierto exterior y regresaron Lorenzo Brown y Santi Aldama a la pista. A cada paso español respondía incansable Finlandia con un triple, cada vez de un tirador diferente (72-72). No por conocido el peligro se podía evitar. El encuentro entró empatado en los últimos dos minutos. Willy agrandó su corpachón para arañar las canastas decisivas (28 puntos en su cuenta) y Rudy se dejó cada gota de sudor en la cancha. Esa no sería su última batalla. Al menos queda otra, contra Bahamas por estar en los Juegos Olímpicos.

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