El Barcelona se enreda ante el Olympiacos

El equipo azulgrana cae (75-77) en el primer envite de los cuartos de la Euroliga y desaprovecha la ventaja del factor campo

Shaquielle McKissic (d) juega un balón ante Álex Abrines, durante el partido entre el FC Barcelona y el Olympiakos.Enric Fontcuberta (EFE)

Retorcido por el Olympiacos, un Barcelona de garrafón desaprovechó la prerrogativa lograda en la fase regular de la Euroliga, la ventaja de campo en los cuartos. Los azulgrana, solo maquillados por el juego alegre de Ricky Rubio, no dieron una, sometidos por la defensa y el físico del rival.

Se notó de inicio el titubeo generalizado, el saber que ya no hay repesca tras la eliminatoria. No atinaba el Barcelona, de muñeca torcida -cinco tiros seguidos sin hacer chof-, y el Olympiacos le seguía la estela hasta que se refugió en Fall, balones a la botella para que sus centímetros y c...

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Retorcido por el Olympiacos, un Barcelona de garrafón desaprovechó la prerrogativa lograda en la fase regular de la Euroliga, la ventaja de campo en los cuartos. Los azulgrana, solo maquillados por el juego alegre de Ricky Rubio, no dieron una, sometidos por la defensa y el físico del rival.

Se notó de inicio el titubeo generalizado, el saber que ya no hay repesca tras la eliminatoria. No atinaba el Barcelona, de muñeca torcida -cinco tiros seguidos sin hacer chof-, y el Olympiacos le seguía la estela hasta que se refugió en Fall, balones a la botella para que sus centímetros y cadera descompusieran a Vesely, seis puntos de carrerilla, gobernador del cuarto. Pedía calma Grimau desde el banquillo, pero en la cancha ocurría lo contrario, al punto de que se contaron algo más de cuatro minutos hasta que su equipo hizo diana, hasta que Vesely se expresó desde la línea de tiros libres. También se significó Williams-Goss desde el perímetro y cuando llegó la primera canasta en juego de los azulgrana, el Olympiacos ya había puesto tierra de por medio -siete puntos-, una bofetada de bienvenida. Pero a Parker, que se rige por otras leyes, que nunca se sabe si está en el parquet o en su porche de Illinois, tanto le dio. Reclamó el balón y el protagonismo, y con eso bastó para cerrar el prólogo entre estrecheces (18-19). Duró poco.

BARCELONA, 75 – OLYMPIACOS, 77

Barcelona: Satoransky (0), Laprovittola (9), Kalinic (6), Parker (13) y Vesely (3) -quinteto inicial-; Da Silva (4), Rubio (10), Hernangómez (13), Abrines (11) y Jokubaitis (5).

Olympiacos: Walkup (0), Canaan (14), Peters (1), Sikma (4) y Fall (11) -quinteto inicial-; Williams-Gross (15), Wright (4), Larentzakis (2), Brazdeikis (2), Petrusev (12), Milutinov (3) y McKissic (9).

Parciales: 18-19; 17-25; 19-17; 21-16

Árbitros: D. Javor (Esl), T. Hordov (Cro) y R. Peerandi (Est). Eliminados Walkup y Fall.

Palau Blaugrana. 7.328 espectadores.

Intenso y efervescente tras la pérdida, el Olympiacos lograba cortar las líneas del primer pase para que el Barça no pudiera definirse con esas transiciones hipersónicas que tanto le gustan, para que el duelo se encuadrara entre ataques estáticos. Ocurrió que Willy Hernangómez sacó músculo y muñeca bajo el aro al tiempo que Abrines se significó desde la periferia, dos triples seguidos como dos soles. Fue, en cualquier caso, un oasis, pues los azulgrana se precipitaban en los tiros mientras que en la canasta contraria se significaban Petrusev y Canaan con muchos puntos en las manos, también con alguna que otra vacilada hacia el público que encendió al Palau, ya de por sí caliente tras una antideportiva señalada sobre Vesely, que no tenía la noche por más que fuera su 34 cumpleaños. Problemas sin la pelota entre las manos y jauja para un Olympiacos que alcanzaba el entreacto con la sonrisa en la cara (35-44).

Tampoco le sirvió el reposo al Barça, que seguía jugando un baloncesto entre cloroformo, grogui de principio a fin, incapaz de decir la suya ante un Olympiacos que se imponía desde la defensa y que encontraba en McKissic y en Williams-Goss el trampolín para ampliar las distancias. Pretendió Ricky Rubio argumentar lo contrario, robos y asistencias, también un triple. Pero con eso no alcanzaba, un Barça poco Barça, atasco morrocotudo. Tanto, que inició el último capítulo con ocho de desventaja (54-61). Ocurrió entonces que el equipo azulgrana elevó los vatios en la defensa y que Hernangómez se convirtió en el Hulk bajo los aros, impulso que dejó el envite en un corchete (58-61), repetido de nuevo con un par de triples de Laprovittola y Ricky (67-69), que seguía con el frac puesto, más robos y más asistencias, más triples. Pero cuando todo parecía coger color, volvió a desordenarse el Barça, castigado por las personales, sobrepasado por el físico del rival y por la muñeca de Canaan, garrotazo de los gordos para empezar.

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