A nadie le extrañaría que Moha Attaoui ganara el oro en los 800m
Ningún mediofondista español ha levantado tanta expectación en los últimos 25 años como el atleta cántabro, que desafía este sábado (15.22) al gran Wanyonyi en la final
“A nadie le extrañaría que Moha Attaoui ganara el 800. Eso da una medida de lo que es”, dice Jorge González Amo. El sabio español del atletismo en general, del mediofondo en particular, y del 1.500m en particularísimo, ha encontrado la fórmula exacta para hablar de ...
“A nadie le extrañaría que Moha Attaoui ganara el 800. Eso da una medida de lo que es”, dice Jorge González Amo. El sabio español del atletismo en general, del mediofondo en particular, y del 1.500m en particularísimo, ha encontrado la fórmula exacta para hablar de la posición que el mediofondista cántabro ocupa en el mundo y de las posibilidades del atleta que levanta más ilusión en el aficionado desde los tiempos de Fermín Cacho y Reyes Estévez, que eran de 1.500m. Expectación de viejos tiempos. Attaoui es del 800m, una prueba para sibaritas del atletismo que recuerdan a Peter Snell, Sebastian Coe, Joaquim Cruz o a David Rusdisha, único que en la historia ha entrado en el terreno de los 100 segundos pelados (1m 40s) y acoge generosa tanto a atletas de resistencia con cambio atómico como a velocistas musculosos con resistencia.
“La carrera será rapidísima, como la de los Juegos de París que ganó Wanyonyi con la tercera marca de la historia [1m 41,18s], porque, después de lo que se vio en semifinales, si se va a una carrera a 1m 43s, saben todos que están muertos, que Attaoui les destroza con su cambio a 250m. En la semifinal contra los mejores del mundo parecía que corriera en el campeonato de España, haciendo lo que quería. Y en una carrera atómica, de 1m 41s, si no gana, que aún podría, al menos batirá seguro su récord de España [1m 42,04s] y entrará en los territorios del 1m 41s, el planeta más exclusivo”, comenta González Amo sobre la final de este sábado (15.22, Teledeporte).
Es el nuevo mundo de la prueba de las dos vueltas a la pista nacido tras la revolución de Emmanuel Wanyonyi, de 21 años. En los dos últimos años, los que lleva liderando la prueba el niño de la calle de Nairobi convertido en campeón olímpico, siguiendo su estela en las reuniones de la Diamond League, 13 atletas han bajado de 1m 42,5s, y ocupan un puesto entre los 25 mejores de la historia. “La forma en que Wanyonyi encara la prueba, un front runner a toda velocidad que arrastra y marca el ritmo a todos detrás como si fuera una liebre, hace que se alcancen esos tiempos y arrastra a los demás a ellos”, explicaba hace poco Max Burgin, finalista británico del grupo de sub 1m 42,50s al que Attaoui respeta porque vio cómo le superaba en la final de la Diamond League en Zúrich.
“En nuestra prueba, la forma en que Wanyonyi suele abordar los campeonatos hace que las carreras sean bastante similares en ambos casos. Pero, claro, es obvio que Wanyonyi puede cansarse de correr así, y si lo hace el mundo será diferente, porque en nuestro nivel no hay otro que quiera correr siempre en cabeza. Volveríamos a las carreras tácticas y caóticas”, afirma Burgin.
Y, entonces, después de pasar los 400m en 51s, Attaoui, a cola, salivaría esperando su momento insuperable. Aunque es capaz, dada su gran capacidad aeróbica, de correr en 1m 43s tirando él solo, a los 23 años ya explota perfectamente su capacidad de mantener su gran cambio de dinamita los últimos 300 metros, corriendo atrás, a cola, tranquilo, un estilo definido y perfeccionado en colaboración con su entrenador, Thomas Dreissigacker, el joven y sabio alemán formado en la Universidad de Leipzig, cuna de la ciencia del deporte de la RDA. “No estoy seguro de si tiene sentido correr más cerca de Wanyonyi, porque no necesitamos la primera vuelta superrápida. Es mejor para Moha no empezar demasiado rápido”, explica Dreissigacker. “Pero sí, ese es el estilo de carrera de Moha y para llegar con fuerza a los últimos 300 metros”.
Vuela una gran duda en vísperas de la final de Tokio. ¿Correrá Wanyonyi como en la semifinal, uno más en el grupo esperando el final para cambiar? ¿Volverá a su ser original? ¿Pondrá a todos en fila o eso será un megamix de altísimo nivel, con seis de la final olímpica de París en la que Attaoui fue quinto, incluidos los tres del podio, Wanyonyi, el argelino insidioso Sedjati y el campeón de 2023, el armario canadiense Arop?
Coincidiendo tanto en el análisis como en el pronóstico de González Amo, Dreissigacker se decanta por el regreso a la velocidad. “La final será una carrera interesante”, dice. “Cuando analicemos bien las tres semifinales, trazaremos el plan”, previene Dreissigacker. “Esperamos una carrera rápida. ¿Medallas? No hablamos de medallas. Hacemos la misma preparación de siempre. Hay otros siete oponentes fuertes. El año pasado rozó el 1,42, con lo que lo normal será que baje a 1,41. Si eso vale para ganar medalla, perfecto. Veremos qué pasa”.
El atletismo español tiene campeones mundiales en pruebas de asfalto, como maratón o marcha, y en concursos, el oro de Niurka Montalvo en longitud, pero no en pruebas de pista pese a contar en su histórico con una presencia constante y brillante en finales de 1.500m desde los tiempos de José Manuel Abascal y José Luis González. El vacío lo puede ocupar un chaval con aires de niño aún, menudito para lo que se estila en la prueba (1,70m de altura, 57 kilos), que llegó de Marruecos a España en brazos de sus padres a los seis años, y en Torrelavega empezó a correr, entrenado por Raúl Gutiérrez. Con sus ahorros se pagaba concentraciones y material hasta que hace dos años, tras debutar a los 21 en el Mundial de Budapest, firmó un contrato profesional con el potente club suizo de las zapatillas On. Vive como un monje todo el año. Varios meses de primavera y verano en un apartamento de trabajadores de la nieve en Saint Moritz, semanas en Sudáfrica y en Castellón. Respirando atletismo. Soñando. Y llevando consigo la ilusión de los aficionados conquistados por su talento y armonía.