Jordan Díaz dosifica sus apariciones y reaparece en una gran cita 13 meses después del oro en París
El campeón olímpico y europeo de triple salto debuta este miércoles en Tokio coincidiendo con el regreso de Yulimar Rojas tras dos años lesionada
Apenas 24 horas después de ser campeón olímpico en París, Jordan Díaz estaba tan cansado a pesar de haber dormido 20 horas, que en todas las entrevistas que dio ese domingo repitió la misma respuesta: “Me voy de aquí con ganas de todo, menos de entrenar, menos de deporte. No quiero saber nada. Ahora mismo lo que necesito es un desca...
Apenas 24 horas después de ser campeón olímpico en París, Jordan Díaz estaba tan cansado a pesar de haber dormido 20 horas, que en todas las entrevistas que dio ese domingo repitió la misma respuesta: “Me voy de aquí con ganas de todo, menos de entrenar, menos de deporte. No quiero saber nada. Ahora mismo lo que necesito es un descansito. Al final estoy todo el año entrenando para estos objetivos. Y es complicado. Siempre hay altibajos y, tanto a nivel físico como psicológico, hay que saber gestionarlo todo bien, porque es complicado”.
Han pasado 13 meses y las ganas de competir han regresado por fin, aunque en algún momento del año de resaca olímpica dudó el habanero, de 24 años, si sería mejor tomarse un año sabático. Como si en algún momento hubiera oído la máxima de José Miguel Echávarri cuando racionaba las competiciones de Miguel Indurain —“el mejor perfume viene en frascos muy pequeños, no se puede usar más que gota a gota”—, Jordan Díaz es sumamente rácano en sus actuaciones. En los últimos tres años, los que lleva en España entrenando en Guadalajara con Iván Pedroso, el también campeón de Europa con sus fabulosos 18,18m solo ha participado en 19 competiciones de seis saltos, 10 en 2022, dos en un 2023 que se pasó lesionado, seis en 2024, incluidas las finales europea y olímpica, y, hasta ahora, solo una y de un solo salto, en 2025, la que le valió el campeonato de España (17,16m) el 3 de agosto.
“Si fuese por mí, competiría en todos los circuitos, pero el cuerpo no me lo permite. El reto de este año, finalmente, era el de llegar lo más bien posible al campeonato del mundo, y, bueno, aquí estamos”, dice el espigado, flexible, qué coordinación, qué fuerza en el bote entre salto y paso (primer y segundo impulso: su secreto) en una conferencia de prensa 34 horas antes de entrar en competición de nuevo disputando el miércoles (12.05) la calificación para la final del viernes (13.50), y se presentará con la pierna llena de vendajes, lo que anuncia para que nadie se asuste, como ocurrió en Roma en el Europeo, cuando salga a la pista.
“No tengo nada. Es solo precaución. Todo el tiempo he estado cuidando unas molestias en la rodilla, pero eso ya pasó. El triple salto es muy lesivo, se carga una gran cantidad de peso en el aterrizaje del primer impulso, y hay que administrarlo muy bien. El triplista que no tenga dolor después de saltar, pues no es triplista”.
Su filosofía del salto, de la vida y la penuria en la exhibición de su talento de Jordan Díaz, que no se agobiaría si no ganara el oro, no sueña con la triple corona, y considera hasta un “trámite” el Mundial, tan relax puede llegar a estar, es tremendamente similar a la de su compañera de entrenamientos con Pedroso, la fabulosa y también genial Yulimar Rojas, que se rompió el tendón de Aquiles hace 18 meses y volvió a saltar por primera vez cuando se cumplían dos años de su última competición, el 16 de septiembre de 2023 en Oregón, poco después de ganar su cuarto Mundial de triple en Budapest.
Durante toda su recuperación en Barcelona, con Miquel Àngel Cos, y en su Guadalajara, la plusmarquista mundial (15,74m) no hizo saltos con carrera completa en entrenamientos, y solo intentó competir en salto de longitud, una experiencia frustrante. Los que la vieron entrenando en Tokio solo apreciaron que talonaba muy bien, pero nadie la vio saltar. Bien podría decirse que el primer salto tras la lesión fue el primero que hizo en la calificación para la final del jueves. Primero y único, porque saltó 14,49m, suficiente para calificarse. En la zona mixta no se sabía si la venezolana, que en el mismo Tokio ganó su único título olímpico, estaba más feliz por su salto o por lo hermosa que se veía con sus fabulosas extensiones en el pelo, que mueve y genera un efecto cortinilla de cafetería de los 80 que le envuelve el rostro. “Sofisticadas, ¿no?”, pregunta como Liza Minnelli sobre sus uñas en Cabaret. “Me las ha hecho mi peluquera en Guadalajara. Me encantan”.