Liren Ding, excampeón del mundo de ajedrez: “He sido demasiado cobarde, y me temblaban las manos”
El chino cree que, en buena forma, hubiera ganado a Gukesh, y reconoce que aún no ha superado su crisis desde que fue campeón
Muy pocas estrellas del deporte son como el chino Liren Ding, de 32 años, tan culto como sensible y modesto. Desde que se proclamó campeón del mundo, en abril de 2023, su salud empeoró, con serios problemas para dormir, y bajó al puesto 22º del escalafón. Acudió como víctima al Mundial de Singapur frente al indio Dommaraju Gukesh, quien le ha batido por 7,5-6,5, pero ha subido al 17º y no ha estado lejos de mantener el t...
Muy pocas estrellas del deporte son como el chino Liren Ding, de 32 años, tan culto como sensible y modesto. Desde que se proclamó campeón del mundo, en abril de 2023, su salud empeoró, con serios problemas para dormir, y bajó al puesto 22º del escalafón. Acudió como víctima al Mundial de Singapur frente al indio Dommaraju Gukesh, quien le ha batido por 7,5-6,5, pero ha subido al 17º y no ha estado lejos de mantener el título. La clave está en su falta de confianza y el miedo a perder. Pero se propone recuperar su forma de 2019, cuando se le consideró el número dos, tras el noruego Magnus Carlsen.
“Aquí no me sentía cómodo, ni con mi juego ni físicamente; a veces, las manos me temblaban. No logré llegar a sentirme seguro de que podía luchar para mantener el título mundial”, reconoce Ding a este periódico un día después de perder la corona. Su semblante es triste, pero sonríe de vez en cuando: “En todo caso, es cierto que mi rendimiento en este duelo ha sido mejor que en los torneos anteriores”.
¿Y a qué lo atribuye, si hace sólo dos meses, en la Olimpiada de Ajedrez de Budapest, parecía roto, como jugador y como persona? “La razón principal es que hace pocas semanas me concentré en Shanghái con mi entrenador, Ni Huá. Preparamos nuevas ideas en las aperturas, jugamos muchas partidas rápidas, fuimos a ver un partido de fútbol en el estadio… De alguna manera, eso me sirvió para pensar que podía ser capaz de defender mi título con éxito, y por eso gané la primera partida”.
Pero, contrariamente a Gukesh, no contrató a un psicólogo, a pesar de sus evidentes problemas de salud. Y eso le ha pasado una factura muy cara: “He sido demasiado cobarde. Ha habido varias posiciones donde, en lugar de elegir una jugada activa, la que más pudiera molestar a mi rival, opté por la más pacífica y sólida, y así malogré varias posiciones claramente ventajosas”.
Su calvario más reciente empezó nada más coronarse en Astaná (Kazajistán) tras ganar de manera épica el desempate rápido con el ruso Ian Niepómniashi: “Aparte de que aquello me supuso un esfuerzo agotador, a continuación tuve que gestionar muchos asuntos difíciles. No fui capaz de lidiar con ello, eso me causó problemas serios y me llevó más de medio año recuperarme. Después sí pude volver a jugar torneos, pero mi rendimiento era mucho peor que antes”.
En realidad, sus penurias empezaron con la pandemia, que le obligó a pasar largas cuarentenas, tanto en China como en Rusia (antes del Torneo de Candidatos de 2020), que soportó mal. Pero él matiza: “Aunque es cierto que mi pico de forma fue en 2019, la gente apenas da importancia a lo bien que jugué algunos torneos rápidos por internet en 2021 y 2022. Yo sentía que podía jugar partidas relámpago con la misma calidad que en la modalidad clásica. Progresé mucho en ese periodo, y fue la base de mis éxitos posteriores para ser campeón del mundo”.
¿Ese temible Ding de 2019 hubiera ganado a Gukesh? “Creo que sí. De hecho, ha habido varias posiciones que debería haber ganado si juego a mi máximo nivel. Creo que mi comprensión estratégica es más profunda que la suya. Algunas de sus jugadas me han sorprendido mucho, porque no eran las mejores, las que yo esperaba. Pero tenían truco, y yo no fui capaz de responder apropiadamente, de la manera más enérgica; entre otros motivos, porque tampoco he gestionado bien el tiempo de reflexión”.
Con más de dos millones de euros ganados en premios durante los últimos años, no es el dinero lo que le lleva a anunciar que seguirá compitiendo “Hasta hace unos años, el dinero no me importaba nada. Entonces compré una casa grande, y empezó a importarme. Pero ahora ya he ganado el suficiente para vivir tranquilo. De modo que quiero seguir jugando al ajedrez, pero participando en menos torneos, no tantos como en los años anteriores a la pandemia. Quiero demostrar que puedo volver a dar lo mejor de mí mismo”.