China exhibe altitud e ilusión por el trail
Sichuan se vuelca con la primera carrera de las Golden en el país, unos 21 kilómetros entre los 3.200 y los 4.100 metros, que corona a los kenianos Patrick Kipngeno y Joyce Njeru
La vida en Siguniangshan, a 3.200 metros de altitud sobre el nivel del mar, no está hecha para correr montañas. Por eso los vecinos se asustan cuando ven a gente corriendo junto a los caballos que portan a los turistas donde no pueden llevarles sus piernas, enfangados en barro, en las deposiciones que dejan. Hacen falta cuatro horas por carretera para llegar desde Chengdu, la capital de Sichuan, la región de los pandas. No hay montañas más altas al este del planeta que su centinela, el Monte Siguniang (6.250 metros), una macedonia de cimas llamada las Cuatro Hermanas, el nombre de la primera c...
La vida en Siguniangshan, a 3.200 metros de altitud sobre el nivel del mar, no está hecha para correr montañas. Por eso los vecinos se asustan cuando ven a gente corriendo junto a los caballos que portan a los turistas donde no pueden llevarles sus piernas, enfangados en barro, en las deposiciones que dejan. Hacen falta cuatro horas por carretera para llegar desde Chengdu, la capital de Sichuan, la región de los pandas. No hay montañas más altas al este del planeta que su centinela, el Monte Siguniang (6.250 metros), una macedonia de cimas llamada las Cuatro Hermanas, el nombre de la primera carrera de las Golden Trail Series en China. El gran circuito de las carreras por montaña espera que su desembarco sirva para despertar a un gigante dormido. Hasta entonces, el gigante despierto es Kenia. Patrick Kipngeno y Joyce Njeru, dos felinos de la altitud, se llevaron una victoria en un día histórico para su deporte.
El desembarco del trail a China llegó con las largas distancias: más kilómetros que pendientes. Las Golden han traído la “locura”, una carrera de 21 kilómetros con 1.530 metros de desnivel positivo representada en una bajada de dos kilómetros con una pendiente media cercana al 40%: el sol matutino secó el barro de los últimos días y evitó una carnicería. “No creo que haya diferencia entre los atletas asiáticos y los europeos, es cuestión de cuánto entrenan”, resume el director del circuito, Greg Vollet, que recuerda su primera visita a China en 2011 y las preguntas sencillas: ¿cómo subir esa montaña? “Me encantó su deseo por aprender. Han crecido muy rápido y cuando empiezan algo, nunca paran”. La fórmula es que los referentes –Yao Miao es su gran corredora– sean “la locomotora que impulse a la siguiente generación a la escena internacional”.
No falta interés en la prensa local, con una convocatoria mayor que en las carreras europeas. Y un mensaje: “Los periodistas chinos sabemos más del trail running internacional de lo que los periodistas internacionales saben del trail running chino”. Tampoco en el público, que adornó el ecuador de la gran subida, unos 900 metros de desnivel positivo en los primeros ocho kilómetros. Tras pasarse la semana haciéndose ‘selfies’ con los atletas, tendieron un corredor propio de grandes carreras junto a las omnipresentes banderas multicolores que ensalzan el arraigo a su tierra. El aficionado chino elogia el sufrimiento y sonríe mientras graba las penurias.
El hilo narrativo de una carrera en la que la altitud pone una bomba en el corazón y roba el oxígeno, algo que necesitó Marta Martínez al cruzar la meta: “Creí que me moría”. Álex García fue en busca de un médico y la cosa quedó en anécdota. La factura de subidas que en una altitud menor serían correderas, pero el esfuerzo aumenta exponencialmente cuando sube la pendiente. Las telemetrías no sirven explican un kilómetro al 22% en la frontera de los 4.000 metros. La cima –los caballos portaron el avituallamiento hasta allí– es un consuelo para la vista, que se topa de bruces con la imponente pared nevada del Siguniang, pero sigue ese descenso que destruye los músculos antes de llegar a un templo de ensueño. Faltan menos de diez kilómetros con apenas un tercio del desnivel total, pero aquello es ya una agonía.
Hubo excepciones como Patrick Kipngeno, que exhibió su título de campeón del mundo en subida vertical y gestionó sin apuros los cuatro minutos que sacó en la cima a sus perseguidores, un abismo. Un triunfo que se suma al de Kobe siete días atrás. Fue una demostración de poderío porque bajó de las dos horas (1h59m10s), seis minutos menos que Elhousine Elazzaoui, que le sigue en la general. Alain Santamaría fue sexto –el riojano ha irrumpido con fuerza en el circuito tras ser undécimo en Japón– y Álex García, noveno. El chino Houhua Zhang, que lleva un mes entrenando en la zona, se quedó solo a dos minutos de su tiempo objetivo (2h10m) y fue séptimo.
Para Joyce Njeru fue su primera victoria en las Golden, un fruto al que se acercó la semana anterior. Esta vez no se le escapó el liderato –ganó tras 2h25m27s–, cuatro minutos menos que la suiza Maude Mathys, su verduga en Kobe. La reaparición de la campeona del mundo, la estadounidense Grayson Murphy, valió el tercer puesto, con apenas 30 segundos menos que Naiara Irigoyen, que demostró ante las grandes la valía de su currículo en citas de prestigio como Zegama. Fue la primera de las cinco españolas del top-10, junto a Malen Osa (5ª), Sara Alonso (7ª), Julia Font (8ª pese no poder dar un trago de agua hasta la cima porque su isotónico estaba estropeado) y Rosa Lara Feliu (10ª). Entre medias se coló Miao, séptima, la punta del iceberg del despertar del trail chino.
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