Sergio Parisse: “Odio perder, pero me gané el respeto en cada partido”
El excapitán de la selección italiana de rugby habla en esta entrevista sobre su retirada y la realidad de una selección muy zarandeada en los últimos tiempos
Sergio Parisse (Buenos Aires, 12 de septiembre 1983) asume el estatus de retirado cuatro años después de su último partido con Italia, la selección a la que ha capitaneado y de la que no pudo despedirse en 2019 por el tifón Hagibis, que canceló aquel duelo ante los All Blacks en Japón. Jugó su último partido en junio con Toulon, el club francés en el que ahora entrena. Uno de los mejores delanteros de su generación –el italiano con más internacionalidades (142)–, con un físico de mamut y un liderazgo irremplazable, reconoce que el último socio del Seis Naciones no está donde debería dos década...
Sergio Parisse (Buenos Aires, 12 de septiembre 1983) asume el estatus de retirado cuatro años después de su último partido con Italia, la selección a la que ha capitaneado y de la que no pudo despedirse en 2019 por el tifón Hagibis, que canceló aquel duelo ante los All Blacks en Japón. Jugó su último partido en junio con Toulon, el club francés en el que ahora entrena. Uno de los mejores delanteros de su generación –el italiano con más internacionalidades (142)–, con un físico de mamut y un liderazgo irremplazable, reconoce que el último socio del Seis Naciones no está donde debería dos décadas después de entrar en el club, y habla con vergüenza de la derrota infringida por los All Blacks (96-17) en el Mundial a una selección que buscará este viernes la redención ante Francia.
Pregunta. ¿No volverá a jugar?
Respuesta. Cuando uno dice basta, no se vuelve atrás. Estuve pensando mucho en los últimos dos años. Me encantaría seguir jugando, pero le pedí ya mucho al cuerpo. Tuve la suerte de poder jugar a un alto nivel hasta los 39 años.
P. ¿Por qué es tan difícil dejarlo?
R. Yo soy un apasionado. Para mí, el rugby es más que un deporte, es una obsesión. Son muchos años acostumbrado a la adrenalina de los partidos, te falta algo que hiciste durante casi toda tu vida. No fue una decisión fácil, pero estuvo bien pensada y la tomé en el mejor momento.
P. ¿Cómo un tifón pudo cambiar tanto sus planes?
R. Soy una persona que cree mucho en el destino, que las cosas ya están escritas y uno vive el viaje. Ese tifón no me permitió jugar un último partido a los 36 años, pero llegué a un nuevo club y para mí fue un poco como volver a nacer. Físicamente, estaba todavía bien, tenía muchas ganas. Y seguí otros cuatro años.
P. ¿Por qué no ha sido posible despedirse con Italia en estos cuatro años?
R. Hubo muchos factores. El mío, personal, es que fui capitán durante muchos años y para mí era importante que una nueva generación creara nuevos líderes. Mi presencia hubiese sido asfixiante para otros jugadores. Luego, el entrenador también tomó sus decisiones y no se pudo dar. Es una lástima, me hubiese gustado ponerme la camiseta azzurra una última vez. Pero no me puedo reprochar nada, hice todo lo posible para jugar un último Mundial, mi sexto. Uno tiene que ser agradecido, las cosas pueden andar peor, hay mucha gente que jugó su último partido sin saberlo por una lesión.
P. ¿Está Italia donde debía estar 23 años después de entrar en el Seis Naciones?
R. Hubo muchos altos y bajos. Lamentablemente, esto no nos permitió crecer como tendríamos que haber crecido. Los resultados no fueron los esperados. Lo que cuenta en la historia no es si jugaste bien, sino cuántos partidos ganaste. En un país en el que predomina el fútbol, lo importante es ganar para que los chicos se acerquen al deporte.
P. ¿Esperaban 36 derrotas seguidas después de ganar en 2013 a Francia e Irlanda?
R. Seguramente, no. Diez años después, son los dos primeros del ranking. La federación italiana aprovechó la experiencia de un grupo de jugadores que estuvo muchos años sin trabajar sobre la base, los jóvenes. Algo que hizo a partir de 2015. El 80% de los jugadores vienen hoy de las academias. Se perdió tiempo y esos años que uno pierde en la toma de decisiones se pagan en los resultados.
P. ¿Cómo se acorta esa brecha con los grandes?
R. El rugby tiene que crecer como base. Inglaterra, Irlanda o Francia tienen una riqueza importante de jugadores y a nivel cultural. En Italia, solo importa el fútbol. Tenemos que intentar que, si 10 jóvenes eligen un deporte, haya dos o tres que se acerquen al nuestro. La federación italiana tiene recursos importantes, pero los clubes, quitando Zebre o Treviso, son muy frágiles económicamente. El nivel italiano es más alto que Rumania, Japón, Uruguay o Namibia, pero estamos todavía muy lejos de las potencias mundiales. Por eso, el partido perdido ante Nueva Zelanda por 96-17 da mucha bronca.
P. ¿Qué sintió al ver ese partido?
R. Frustración. Se abordó de la manera equivocada a nivel mental: queríamos ganar, clasificarnos. Faltó un poco de humildad. Los latinos tenemos que jugar siempre con miedo de comernos 90 puntos contra grandes equipos y tuvimos arrogancia al pensar que éramos mejor de lo que realmente somos. Este equipo podía competir mucho más. No estaban en condiciones de ganar, pero la imagen fue muy negativa. Después, explicar al mundo entero que has encajado 96 puntos es imposible.
P. El seleccionador de Chile, Pablo Lemoine, dividió el Mundial entre payasos y dueños del circo. ¿Dónde está Italia?
R. No pienso que Italia sea parte de los payasos. El resultado da mucha vergüenza a todos y la posibilidad de poner en discusión la credibilidad, pero compite en el Seis Naciones, está a otro nivel.
P. ¿Qué siente al dejar la selección con más de 100 derrotas?
R. Soy una persona muy ambiciosa. Odio perder y, obviamente, perdí mucho, pero me gané el respeto en cada partido, de los jugadores ante los que jugué y de mis compañeros. Eso para mí es más importante que las victorias. Todos queremos ganar, y así jugué siempre. Si pienso en los 142 partidos, no terminé nunca mirándome los botines pensando que podía haber dado más. Di siempre todo, me siento muy tranquilo.
P. ¿Verá alguna vez a Italia ganar el Seis Naciones?
R. Espero vivir 150 años y poder verlo [ríe]. Era mi sueño como jugador, que obviamente no se cumplió. Un día me encantaría entrenar a Italia y ayudar a lograrlo. Y si pasa cuando tenga 85 años y estoy mirando la tele, sería increíble. No sé si ocurrirá, espero que sí. Y que no tenga que esperar a esa edad, no sé si voy a llegar.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.