El triunfo de las 15
Ha perdido Rubiales y han ganado las futbolistas, las que jugaron en Australia, campeonas desde el domingo, y las que renunciaron a la Copa, triunfadoras también después del pleno de esta mañana
Ya no se sabe si son peores las palabras que los gestos de Rubiales. La soflama del presidente federativo fue una agresión que sorprendió tanto a los que aguantaban de mala gana su trasnochado discurso a la espera de que anunciara su dimisión como a los que esperaban una explicación a su obsceno comportamiento en Sídney. La audiencia se quedó aturdida y en fuera de juego...
Ya no se sabe si son peores las palabras que los gestos de Rubiales. La soflama del presidente federativo fue una agresión que sorprendió tanto a los que aguantaban de mala gana su trasnochado discurso a la espera de que anunciara su dimisión como a los que esperaban una explicación a su obsceno comportamiento en Sídney. La audiencia se quedó aturdida y en fuera de juego después de que el acusado se convirtiera en mártir con la complicidad de la asamblea de la RFEF. Hasta cinco veces repitió que no se iba y por tanto no quedará más remedio que le quiten porque su continuidad ya no tiene sentido para nadie, ni siquiera para los suyos, derrotado en la victoria, después de que la selección española se proclamara campeona del Mundial femenino 2023.
Ha perdido Rubiales y han ganado las futbolistas, las que jugaron en Australia, campeonas desde el domingo, y las que renunciaron a la Copa, triunfadoras también después del pleno de esta mañana en Madrid. La renuncia de las 15 internacionales quedó justificada sin necesidad de que abrieran la boca después de la asonada de Rubiales. Ahora, una vez sabido cómo piensa, actúa y manda el presidente, se entiende el pulso y también la decisión de quienes prefieren combatir el horror a perseguir el éxito en el Mundial. Ha sido ciertamente la oportunidad de su vida, la de una generación única de jugadoras que aspiran a la victoria deportiva y social, a una igualdad que se puede defender desde la afirmación y también desde la negación, como pasó con el presidente de la RFEF.
Hoy son los hombres y el fútbol masculinizado los que tienen un grave problema después de la sumisión expresada por los directivos federativos y del silencio de la mayoría de los presidentes de clubes de la Liga. La réplica colectiva debería ser tan sonora y convincente que Jenni Hermoso ni siquiera tuviera que contestar a la afrenta de Rubiales. La actitud del presidente con la jugadora, sobre todo por la manera como explicó la escena del pico, resultó asquerosa de la misma manera que fue reproblable que utilizara a sus hijas, enajenado por lo que considera “una cacería de cinco años” y una “ejecución de un asesinato social”, palabras de Rubiales. Nunca tuvo sentido de la representatividad y se apropió del triunfo desde un exhibicionismo sin sentido en 2023.
La figura del presidente, hoy revanchista y perdonavidas, alejado de la generosidad, ha involucionado en lugar de evolucionar como demandan los nuevos tiempos en que se impone una manera diferente de dirigir y de liderar, más colegiada y menos individualista, o si se quiere moderna, dispuesta al diálogo frente a los autoritarismos, nada que ver con el proceder y el currículo de Rubiales. Las palabras del presidente, aplaudidas por el seleccionador Jorge Vilda, como si a veces el uno y otro fueran la misma persona, fueron tan insoportables que se impone un silencio voluntario o por decreto, para acabar con una ópera bufa que algunos no descubrieron —incluso la abonaron— hasta que fue denunciada por la prensa mundial reunida en Australia.
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