Sergio Scariolo: “Líder es el jugador que hace mejores a los demás”
El seleccionador nacional reflexiona sobre el Mundial de baloncesto que comienza el viernes, su formación y los valores personales
En medio de cualquier tormenta, Sergio Scariolo (Brescia, 62 años) mantiene la calma. Ni se deja arrastrar por la euforia ni por el pesimismo. El seleccionador nacional de baloncesto vuelve a ser el faro de España ante el Mundial que empieza este viernes en Indonesia, Japón y Filipinas.
Pregunta. España se presentó en el pasado Eurobasket en plena transición y ganó. Hoy es campeona mun...
En medio de cualquier tormenta, Sergio Scariolo (Brescia, 62 años) mantiene la calma. Ni se deja arrastrar por la euforia ni por el pesimismo. El seleccionador nacional de baloncesto vuelve a ser el faro de España ante el Mundial que empieza este viernes en Indonesia, Japón y Filipinas.
Pregunta. España se presentó en el pasado Eurobasket en plena transición y ganó. Hoy es campeona mundial, europea y número uno del ránking FIBA. ¿La presión es diferente?
Respuesta. Todas las previsiones nos vuelven a colocar entre el sexto y el octavo puesto. Y obviamente con razón en función de lo que a nivel individual se pueda prever. Luego tenemos una capacidad de hacer crecer el rendimiento de nuestra suma de individualidades gracias a lo que sabemos ser como equipo. No sentimos ninguna urgencia porque este conjunto ya ha hecho cosas legendarias en la historia del deporte español. Sí tenemos ganas de competir por encima de nuestras posibilidades.
P. ¿Cómo se compensa la falta de físico?
R. Eso no se logra en un día, ni en una semana ni en una concentración. Es un trabajo que viene de muy lejos. Tiene un origen en un cambio de mentalidad aportado al jugador español por parte de la generación de los 80, y que luego se ha ido enseñando a los que han venido después, abrazando también a las categorías inferiores. Tenemos mucho optimismo sobre lo que nos deparará el futuro y ahora estamos en una fase de gran esfuerzo para mantener la competitividad. Jugamos en equipo, con altruismo y llevamos la concentración táctica a niveles altísimos. Es lo que todo el mundo nos envidia.
P. ¿Le resulta ahora más fácil que los jugadores pongan su ego al servicio del conjunto?
R. No creo. Quizá era más difícil generarlo desde el escenario para atrás. Pero a la hora de luchar, todos los grupos que he entrenado han aparcado sus egos para jugar en equipo con disciplina. Cuando hemos tenido una cifra de talento elevada, hemos sido avasalladores. Cuando ahora la tenemos menos elevada, con sudor, sangre, remontadas, nos acercamos. Y eso es motivo de grandísimo orgullo.
P. ¿Qué es el talento?
R. Es algo natural que puede ser de distinto tipo. Hay un talento atlético, técnico, mental... Hay cosas que se entrenan y cosas que no. Cuando alguien es especial, es talento. Es lo que el jugador trae de nacimiento, de adn.
P. ¿También es saber defender?
R. Esa es una cualidad que no se asocia al concepto de talento sino de sacrificio. Dennis Rodman tenía un talento defensivo. Para los más normales, eso es lo más enseñable.
P. ¿Cómo se ha repuesto el equipo a la marcha de Ricky por su problema de salud mental?
R. Ha costado. Los primeros días fueron realmente muy duros. Luego nos miramos a los ojos y entendimos el único camino que teníamos delante. Con el ejemplo de los más expertos y el deseo de los que no iban a tener un rol prioritario con Lorenzo Brown y Ricky. Ahora deben aprovechar la oportunidad.
P. Las bajas de Lorenzo y Ricky han reducido la capacidad de generar juego. ¿Le preocupa?
R No hay ninguna duda de que no tenemos un jugador capaz por sí solo de atraer dos hombres sobre sí mismo, y eso lo tenemos que compensar con un gran trabajo en equipo, una circulación de balón muy buena, una toma de decisiones de alta calidad, disciplina, desde la defensa generar las mayores oportunidades posibles de llegar a la canasta con ventaja, y más rebote defensivo de lo que nuestra talla nos haría prever. Lo tenemos claro. Cuesta fatiga, un empleo de todos los jugadores al punto de que otros equipos no pueden llegar tan al límite porque le pueden dar el balón a uno, da tres botes y mete el triple. No es nuestro caso.
P. ¿Qué es ser un líder?
R. Es el jugador que hace mejores a los demás. De formas diferentes, según el carácter, la personalidad y los momentos. En todos los líderes hay la capacidad de contagiar positivamente a los demás. También transmite al resto la sensación de que en los momentos importantes siempre estará, nunca dejará tirado al equipo. Eso no quiere decir que meta 30 puntos en cuartos. Estará allí para tomar buenas decisiones.
P. ¿Qué es lo que más aprecia en una persona?
R. La lealtad es un valor muy importante. El altruismo. La capacidad de ser responsable de lo que te toca, saber que puedes confiar en una persona.
P. Dice usted que el baloncesto recompensa a quien respeta sus valores. ¿Cuáles son?
R. Precisamente la razón por la que hemos tenido prestaciones por encima de las previsiones. En un deporte en el que es muy fácil quedarse visualmente con las súper estrellas, nosotros hemos sabido competir con gran respeto al baloncesto entendido como un juego en equipo. Respetar el juego es entender que si no puedo tirar con dos tíos encima, sé que hay un compañero libre y le paso la pelota incondicionalmente; que mi energía la he de poner en defensa porque aunque me quede menos frescura para lucirme en ataque eso hace ganar al equipo; que ayudaré al compañero en dificultad aunque deje libre a mi hombre… esos son los valores eternos del juego.
P. ¿Qué ama del baloncesto?
R. El amor por el juego es comparable al amor por tu mujer y tus hijos. Es un sentimiento. El baloncesto me ha permitido desarrollar mi creatividad, mi capacidad de estar con las personas, la competitividad. Sobre todo me ha hecho crecer como persona y mejorar como ser humano. Es un deporte tan variado y complejo pero a la vez tan sencillo en sus valores que me aporta mucho. No hablo de dinero o de medallas. El baloncesto me llena.
P. Sus padres fueron profesores. ¿Qué aprendió de ellos?
R. En el colegio y en casa yo tenía dos altavoces que me transmitían los valores del esfuerzo, el respeto, el trabajo independientemente de la recompensa, la paciencia en enseñar a los demás… Yo he tenido otro estilo con mis hijos, pero no lamento ese punto de severidad y rigor que tuvieron mis padres conmigo.
P. Su padre tenía el poema titulado Si, de Rudyard Kipling, en su despacho. El autor dice que el triunfo y el fracaso son unos impostores. ¿De acuerdo?
R. Totalmente. Lo he comprobado en muchas ocasiones. Es darse cuenta de que después de la gran ola, positiva o negativa, el mar vuelve a calmarse. Si todos los que tienes alrededor se alejan, hacia arriba o hacia abajo, tú tienes que mantener el equilibrio. La gente no quiere euforias o depresiones, quiere mirarte y ver a alguien que está en control en los momentos emocionalmente más calientes. Esto me ha ayudado muchísimo en mi salud mental.
P. ¿Qué Mundial espera?
R. No será fácil el pleno de victorias en la primera. Luego puede que nos enfrentemos a dos equipos que las previsiones ponen por delante [Francia y Canadá]. Necesitaremos jugar al menos un grandísimo partido. Uno o dos normales no serán suficientes. Nos mandarán a casa. Esa es la realidad.
P. Tras la nacionalización de Lorenzo Brown usted habló de racismo. ¿Es España racista?
R. Para definir a un país como racista ha de haber una presencia muy grande de este problema. Bajo ningún concepto España es racista, pero sí he visto racismo, indudablemente. Casos aislados, como en todos sitios. Sería ingenuo pensar que España es el único país exento de esta plaga.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.