Carlos Alcaraz, en toda su expresión
El número uno acribilla al italiano Musetti con su mejor repertorio (6-3, 6-2 y 6-2) y accede a los cuartos de París, en los que se topará el martes con el griego Tsitsipas
Disfruta la Chatrier de una suerte de recreo, del tú a tú de dos jugadores que compiten y, sobre todo, se divierten. Una delicia lo que se observa, detalles técnicos por doquier, puntos circenses y dos jóvenes cabalgando por toda la central como si no hubiera un mañana, a pecho descubierto. Le sobran formas a Lorenzo Musetti, un jugador escultórico pulido en Carrara y que perfectamente podría exhibirse en los Uffizi. Qué decir de Carlos Alcaraz, portentoso desde todos los ángulos: físico...
Disfruta la Chatrier de una suerte de recreo, del tú a tú de dos jugadores que compiten y, sobre todo, se divierten. Una delicia lo que se observa, detalles técnicos por doquier, puntos circenses y dos jóvenes cabalgando por toda la central como si no hubiera un mañana, a pecho descubierto. Le sobran formas a Lorenzo Musetti, un jugador escultórico pulido en Carrara y que perfectamente podría exhibirse en los Uffizi. Qué decir de Carlos Alcaraz, portentoso desde todos los ángulos: físico, técnico y, he aquí la diferencia entre uno y otro, también desde el plano competitivo. El colmillo que le falta a uno le sobra otro, de modo que prevalece la lógica y el español (6-3, 6-2 y 6-2 tras 2h 08m) desembarca en los cuartos de París. Sin un solo rasguño, pisa ya la zona franca del torneo.
“Creo que he jugado a un gran nivel. Grandes golpes, sabiendo jugar con el viento, muy agresivo… He hecho un partido muy completo desde la primera bola hasta la última”, valora tras el duelo, citado el martes con el griego Stefanos Tsitsipas (7-5, 6-3 y 6-0 a Sebastian Offner). “Intento no pensar en la presión, en ser favorito, en el número uno... [obligando ahora a Djokovic a conquistar el trofeo para arrebatárselo]. Intento quitarme esos pensamientos de la cabeza, solo trato de jugar al tenis y disfrutar, de sonreír, esa es la clave para mí. Sonreír, pasarlo bien, intentar hacer golpes imposibles, hacer que la gente disfrute... Es en lo que pienso durante los partidos”, agrega. Es Alcaraz en toda su expresión. Mordiente, agresivo, veloz, imaginativo, poderoso; exuberante, oportuno, creciente. Un todo genial.
Demuestra de nuevo que lleva una marcha más que el resto, sabedor de que Novak Djokovic viene –triunfo ante Varillas y línea ascendente, sin ceder ningún set todavía– y de que ahora no conviene aflojar de ningún modo, sino todo lo contrario. Esto es un grande, y la propaganda cuenta. El serbio, 36 años y viejo zorro, emite un mensaje en el turno previo –”lo de hoy me aporta confianza”, advierte Nole en la sala de conferencias– y él joven, de 20, mantiene la línea de estos días, lo que equivale a autoridad y decisión, velocidad de crucero y capacidad para rehacerse y dar con las soluciones cada vez que alguien le tose o le plantea un apuro. Lo hace Musetti, pero capitula porque cada intento suyo obtiene una respuesta demoledora.
Una fiera anda suelta en París. Se llama Alcaraz y parece tener las cosas claras. Todo lo que no sea ganar el título el próximo domingo le sabrá a poco porque la conquista de Roland Garros era y es un objetivo estratégico, prioritario en una temporada en la que desea marcar un punto de inflexión definitivo. Pasa de página su deporte y frente a las dudas del resto y la indefinición de la generación intermedia, él se eleva y se distingue, viniéndoles a decirles a los demás que de no mejorar mucho lo van a tener crudo. Lo comprueba rápidamente Musetti, exquisito y plástico, un diamante que como júnior apuntaba altísimo –número uno y campeón en Australia– y que probablemente pronto pueda encontrarse ante una encrucijada.
Trucos, fantasía, piernas...
El estilo debe ir acompañado de eficiencia, y al italiano (21 años) todavía le falta colmillo, dos o tres cocciones para acercarse de verdad a la primera línea. Derrotó a Alcaraz el curso pasado en la final de Hamburgo, en un desenlace un tanto tramposo porque ese día el de El Palmar dejó escapar varios trenes que en condiciones normales no suele. Aquí, en París, la historia es muy diferente. No se permite desliz alguno. Ambos lucen mano, fantasía y vigor, pero la superioridad del número uno es sencillamente exultante. Cuando saca el brazo a pasear –42 ganadores frente a 17–, las palmas de los asistentes se enrojecen de tanto aplaudir; cuando el rival hace un demarraje, la reacción es inmediata y aplastante; y cuando tiene la más mínima oportunidad, cierra para evitar retrasos poco recomendables.
En los tres compromisos previos, Musetti –ejecutor este año de Djokovic en Montecarlo– no había entregado un solo parcial y tan solo había perdido tres veces el saque; esta vez, cae a plomo sobre la lona y Alcaraz le birla en siete ocasiones el servicio. La Chatrier se lo pasa pipa con los trucos, las rectificaciones y la exhibición de piernas. Poco importa el viento que se cuela. No es Mónaco, pero por la central centellea un Fórmula 1. Después de Cobolli, Daniel y Shapovalov, padece el italiano –otro de revés a una mano– y lo que acontece subraya la diferencia actual entre el rey del circuito y el resto. Le insisten una y otra vez al murciano en que no pierda la sonrisa y en que disfrute, porque esa frescura garantiza emociones. Y él asiente feliz, erre que erre por el espectáculo: inventa e inventa Alcaraz, cada vez más cerca de la cima parisina. Son tres escalones, todo un mundo. Pero a ver quién es el guapo que le frena.
“INTENTO PARECERME A LOS MUY BUENOS”
Alcaraz calificó como su “mejor partido, de lejos”, la actuación frente a Musetti. Seguramente cuando el guion así lo exigía, el murciano ofreció un salto de nivel antes del cruce con Tsitsipas, al que ha derrotado en los cuatro careos previos y al que ha logrado desbordar anímicamente.
“Simplemente, intento jugar a un gran nivel en cada partido. Obviamente mejoras conforme van pasando las rondas porque vas encontrándote con gente mejor, que te exige más. Pero no tengo en mente reservarme, sino que intento dar el cien por cien en cada partido”, señaló.
El español dijo encontrarse “superbién para jugar a cinco sets” y que la presencia de su familia y sus amigos le sirve para airear la mente y “desconectar”. Hace un par de días visitó con ellos la Torre Eiffel y, en tono de broma, dijo considerarse “rápido” cuando se le preguntó sobre si suele ensayar de manera específica con la velocidad.
“Trabajo mucho los esprints de 30 o 40 metros”, precisó, sin concretar si este lunes, como viene haciéndolo en los últimos días de transición entre un partido y otro, descansará o no. “No he entrenado y me ha venido bien. Es algo que tengo que debatir con mi equipo”, apuntó.
Sobre su juego, destacó que impone “un ritmo bastante alto” y que aquellos que quieran ganarla deben responder a “una exigencia física y mental muy elevada, lo cual es muy difícil de mantener durante mucho tiempo”.
Mencionó entonces a Federer, Nadal y Djokovic: “Siempre digo, y no me pongo en el saco, que si han dominado durante tanto tiempo es porque tienen la capacidad de mantener un nivel físico, mental y tenístico de exigencia muy alto durante mucho tiempo. En ese sentido, intento parecerme a ellos”.
Durante la conferencia, una periodista local le planteó si ha reemplazado a Nadal en el corazón de los franceses, a lo que respondió: “Bueno... quiero pensar que sí. Como ya dije, no sé si los espectadores o los fans de Rafa van conmigo, pero puedo sentir el cariño de la gente cada vez que me entreno o estoy en la pista. No sé si ellos son fans de Nadal que han pasado a ser fans míos o no; solo puedo decir que siento el cariño”.
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