El Granollers, magnífico subcampeón tras perder la final de la Liga Europea contra el Füsche
El conjunto vallesano, de gesta en gesta en el torneo, acaba abatido por el equipo de Mathias Gidsel, el MVP del último Mundial
Al corazón gigante del Granollers en Europa solo lo pudo derrotar en la última estación una de las maquinarias más potentes del continente, el Füsche de Berlín, el equipo del MVP y máximo goleador del reciente Mundial, el danés Mathias Gidsel, uno de los nombres que marcan el paso en 2023. Solo ante esta potencia se inclinó un conjunto vallesano que fue de gesta en gesta y asombró a todos en la Liga Europea, una segunda competición continental que no tiene nada de segundona porque el carácter tan exclusivo de la Champions manda a este torneo a conjuntos de enjundia. Como este Füsche, tercero d...
Al corazón gigante del Granollers en Europa solo lo pudo derrotar en la última estación una de las maquinarias más potentes del continente, el Füsche de Berlín, el equipo del MVP y máximo goleador del reciente Mundial, el danés Mathias Gidsel, uno de los nombres que marcan el paso en 2023. Solo ante esta potencia se inclinó un conjunto vallesano que fue de gesta en gesta y asombró a todos en la Liga Europea, una segunda competición continental que no tiene nada de segundona porque el carácter tan exclusivo de la Champions manda a este torneo a conjuntos de enjundia. Como este Füsche, tercero de su exigente Liga.
Por una vez desde que los muchachos de Antonio Rama empezaron a enlazar hazañas, se cumplió el pronóstico. El carrete les duró 20 minutos, hasta que Gidsel (cinco tantos y cinco asistencias), que jugó a dos horas de su casa natal (Skjern), encendió el motor, se alió con Lasse Andersson (ocho) y Wiede (seis sin fallo), y abatió al matagigantes que nadie vio venir.
Un vistazo a las primeras líneas ilustra bien la distancia entre ambos bandos: la lustrosa nómina de Gidsel, Andersson y Wiede, frente al eterno Antonio García (39 años), y los pipiolos Jan Gurri (20), Bruno Reguart (20) o Faruk Yusuf (19). Una comparación que explica la montaña a la que se enfrentaba el Granollers y el mérito de su recorrido hasta la final. Todavía se colocó 7-9 mediada la primera parte, pero hasta ahí llegó. Cuando volvió del intermedio (16-12), solo le quedó tirar de orgullo para que el marcador no se fuera de madre.
El Füsche necesitó recurrir a lo mejor de su catálogo para abrir grietas en el entusiasmo del Granollers porque, después de la primera toma de contacto, los vallesanos le habían demostrado que el miedo escénico no les iba a derrotar. Que tenía que ser con balonmano. Así que tuvo estirarse la figura de Gidsel. El danés, un tipo que podría pasar como modelo de las mejores revistas de estilo y vida, juega demasiado. Asiste, anota y lidera. Y, encima, a su vera se colocó Lasse Andersson, que tiene un cañón en el brazo derecho. El exazulgrana resultó un tormento para el conjunto español desde fuera. Sus cuatro al descanso sirvieron para el demarraje definitivo.
Buen inicio defensivo
Hasta su aparición y la de Gidsel, el Granollers asustaba con un 7-9 que obligó a pedir tiempo muerto en la banda del Füsche. Pocos escenarios más peligrosos para un grande que un pequeño crecido, puñetero y consciente de sus armas. Y eso era todavía el conjunto de Rama.
El técnico español temía por su defensa después de los goles fáciles que concedió durante un buen tramo de la semifinal, pero eso fue con lo que mejor arrancó la tarde. En el inicio, a los dos equipos les costó imponerse en ataque. Cada tanto caía casi con sacacorchos. El cuadro catalán fue el primero que despuntó con Antonio García, que marcaba y asistía en el pivote a Esteban Salinas. En el otro lado, Gidsel también trataba de conectar en los seis metros con Marsenic. La sesión había empezado bien, aunque no tardó en torcerse. Las paradas de Dejan Milosavljev y el mayor número de exclusiones sufridas al descanso (cuatro a una) también abrieron vías de fugas. En plena crecida alemana, llegó a verse con dos jugadores menos a la vez.
A la pausa se llegó con un parcial de 9-3 para el Füsche, que anunció el cambio de tendencia. A la vuelta de los vestuarios, los alemanes alcanzaron muy pronto una renta de nueve tantos (23-14) que significó el cierre efectivo de la final. A los de Antonio Rama solo les quedó remar para maquillar el resultado. Todavía tuvo un último coletazo de rebeldía con tres dianas seguidas de Guilherme Torriani, que evitaron un marcador más feo. Un desenlace honroso para la historia de éxito del balonmano español de clubes más imprevista de la última década. Hacía 13 años que un equipo de la Asobal que no fuera el Barcelona no llegaba a una final europea (precisamente el Granollers, en la Recopa de 2010 que perdió contra el Gummersbach), un dato que habla del desierto y del éxito del cuadro catalán.
Granollers, 31 - Füsche Berlín, 36
Granollers: Rangel Luan (Guàrdia), Franco (4), Faruk (2), Gurri (3), Salinas (7), Antonio García (7,1p) y Torriani (3) -siete inicial-; Reguart (-), Amigó (-), Rey (2), Romero (1), De Sande (-), Roca (1), Guijarro (1p) y Castillo (-).
Füchse Berlín: Milosavljev; Wiede (6), Vujovic (2), Andersson (8), Lindberg (6,3p), Gidsel (5), Marsenic (5),-siete inicial- Weber (1), Kopljar (-), Holm (2), Darj (1) y Lichtlein (0).
Árbitros: Jesper Madsen y Henrik Mortensen. Exclusiones: Amigó, Gurri, Faruk, Rey, Darj y Kopljar.
Marcador parcial cada cinco minutos:1-2, 2-3, 5-6, 8-9, 9-13, 12-16 (descanso). 14-21, 16-25, 20-27, 23-31, 27-34 y 31-36 (final).
Flens Arena de Flensburg (Alemania). Unos 5.000 espectadores
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