En ataque y en defensa el rey es Tavares
El pívot de 2,20m, máximo taponador histórico en la Euroliga, condiciona en cada canasta el juego del equipo propio y el del rival
“Un gigante nunca puede esconderse”, asume Walter Tavares, la torre de 2,20m del Real Madrid y el jugador más determinante en el baloncesto europeo. Y no solo, tímido como es, cuando va al cine o a pasear al Parque del Retiro con su mujer y su hijo de un año. En la pista todas las miradas se enfocan en el pívot nacido hace 31 años en la isla de Maio, en Cabo Verde. Las de sus compañeros, que se cuelgan de su imponente percha para blindarse en defensa y atacar e...
“Un gigante nunca puede esconderse”, asume Walter Tavares, la torre de 2,20m del Real Madrid y el jugador más determinante en el baloncesto europeo. Y no solo, tímido como es, cuando va al cine o a pasear al Parque del Retiro con su mujer y su hijo de un año. En la pista todas las miradas se enfocan en el pívot nacido hace 31 años en la isla de Maio, en Cabo Verde. Las de sus compañeros, que se cuelgan de su imponente percha para blindarse en defensa y atacar el aro contrario, y las de los rivales, que en cada una de las canastas intentan que el gigante doble las rodillas.
Tavares cumple este miércoles 200 encuentros en la Euroliga. En ese camino se ha convertido en el máximo taponador histórico de la competición (creada en 2000-01). Son 367 ocasiones en las que ha bloqueado el balón con sus enormes manos y unos brazos como pértigas, una clasificación en la que supera a Bryan Dunston (322 tapones con el Olympiacos y el Efes), y en la que el gallego Fran Vázquez es cuarto con 249 bloqueos entre el Unicaja y el Barça. Tavares promedia 1,8 tapones por cita, por 1,6 de D’Or Fischer.
Esa muralla que es el corpachón de Tavares, el eje de una habitual defensa 2-3, ahuyenta de la zona a los exteriores que intentan penetrar en el corazón de la defensa. En ataque, el hombre más alto en la pista es la diana a la que vuelan los pases de Williams-Goss, Sergio Rodríguez, Musa y Hezonja. No por conocida y previsible, la receta deja de funcionar. Así machacó una y otra vez Tavares el aro del Partizán en el tercer encuentro de la serie, con el conjunto blanco contra las cuerdas y la necesidad de apagar la caldera de 20.000 espectadores del Stark Arena de Belgrado.
El pívot caboverdiano, que ha conducido a su selección a disputar este próximo verano el primer Mundial de su historia (con 590.000 habitantes, el país de menor población que se ha clasificado nunca), reventó la pizarra de Obradovic con 26 puntos, 11 rebotes, tres asistencias y tres tapones en 35 minutos en pista. Mateo estiró al máximo su presencia en la cancha, que en Europa es de 24 minutos por noche, para seguir con vida en los cuartos.
El técnico se rinde a la importancia de una pieza única en el escenario continental. “Nos ayuda a encontrar soluciones y a los rivales les condiciona en ataque y en defensa. A nosotros también. Dentro se hace fuerte y cuando le sacan fuera a defender sufrimos. No es algo nuevo. Muchos equipos lo hacen, nos tiran contra Tavares, y cuando tienen éxito en el triple parece que es un desastre. Él nos ayuda a tener un referente ofensivo contra ciertos tipos de defensa”, analiza el entrenador madridista. Y pone el foco en otro aspecto más relacionado con su fortaleza mental: “Recibe muchas faltas que debe aguantar. Quieren sacarle de sus casillas y él hasta ahora ha sido muy inteligente, ha tenido la madurez suficiente para estar tranquilo. Si lo controla, será mejor jugador porque siempre quieren sacarle del juego”.
Un golpe en la rodilla izquierda en el primer encuentro dejó fuera de juego a Tavares para el segundo cruce. No es casual que sin su tótem el Madrid sufriera la diferencia más abultada de cuantas se han registrado en la serie: 80-95. Víctimas de la ansiedad, los jugadores del Madrid perdieron el mando de la escena y la falta antideportiva de Llull desembocó en la tangana que avergonzó al baloncesto. De aquella pelea sigue sancionado Yabusele por su agresión a Exum. El castigo se une a la lesión de Deck y a los problemas físicos de Poirier, un parte médico que debilita el juego interior de los blancos. La importancia de contar con la mejor versión de Tavares se multiplica.
A la cita decisiva llega el pívot después de ser nombrado por tercera ocasión seguida el mejor defensor de la ACB, un galardón que simboliza la admiración que siente por Marc Gasol. El pívot del Girona le regaló su camiseta con el número 33 cuando sus equipos se enfrentaron hace dos semanas.
En la Liga española, Tavares promedia 10,6 puntos, 6,2 rebotes y dos tapones por encuentro, números similares a los que luce en la Euroliga (10,9, 6,6 y 2,2). El grandullón que aterrizó en España apenas sin saber botar ni coordinarse es hoy la joya de la corona. Tiene un año más de contrato con el Madrid y en sus planes no está regresar a la NBA. En Europa es el rey.
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