El Valencia Basket gana la Liga Femenina solo cinco años después de ascender

El equipo ‘taronja’ logra su primer título ante el Perfumerías Avenida y aspira a seguir la estela del Dorna Godella y el Ros Casares, referentes del baloncesto valenciano

La plantilla del Valencia Basket celebra el título de Liga ante el Perfumerías Avenida en Salamanca.JM García (EFE)

El Valencia Basket, que hace solo seis años estaba en la segunda categoría del baloncesto español, es el nuevo campeón de Liga. El equipo de Rubén Burgos se impuso en la final por 2-0, después de una segunda parte soberbia en Würzburg, el mítico pabellón del Perfumerías Avenida, con fama de inexpugnable (69-81). La dirección de Cristina Ouviña, algo alicaída a lo largo de la temporada, y la figura, colosal, de Raquel Carrera (20 puntos, ocho rebotes y 28 de valoración) e...

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El Valencia Basket, que hace solo seis años estaba en la segunda categoría del baloncesto español, es el nuevo campeón de Liga. El equipo de Rubén Burgos se impuso en la final por 2-0, después de una segunda parte soberbia en Würzburg, el mítico pabellón del Perfumerías Avenida, con fama de inexpugnable (69-81). La dirección de Cristina Ouviña, algo alicaída a lo largo de la temporada, y la figura, colosal, de Raquel Carrera (20 puntos, ocho rebotes y 28 de valoración) encumbraron a un club que aspira a iniciar el tercer reinado del baloncesto valenciano, como ya hicieron en su día el Dorna Godella (seis títulos consecutivos entre 1991 y 1996) y el Ros Casares (que se adjudicó ocho entre 2001 y 2012). Quizá esta sea la década del tercer eslabón, el Valencia Basket.

Würzburg es un pabellón donde solo caben 3.000 espectadores, una caja de cerillas sin alardes arquitectónicos, pero Würzburg es también una cancha donde animan durante cuarenta minutos las 3.000 personas que se sientan en sus localidades. Un ruido constante, ensordecedor, que acaba convirtiéndose en asfixiante. Ese ruido, en realidad, solo es ruido para el Valencia o para cualquier equipo que pase por Salamanca: para el Perfumerías Avenida es música de Bach. Esa sensación se agudiza cuando el equipo charro presiona como en la salida de este segundo asalto de la final. Entonces, Würzburg es el infierno.

El Perfumerías, más corto de plantilla y sin una segunda oportunidad después de caer en la Fonteta en el primer partido, sabía que sus opciones pasaban por presionar desde el primer segundo a su rival. Y cumplió. El Valencia Basket no sabía cómo anotar. Las jugadoras de Pepe Vázquez no concedieron ni una sola canasta fácil, ni un momento de relax. Ruido y presión en defensa que angustiaron a un equipo que concedió en el primer cuarto demasiadas segundas opciones y que le llevó a tener un colchón de puntos que amortiguaba los momentos de inspiración del Valencia.

El golpe psicológico, al que sumaron la presencia desde el principio de Carleton, baja el primer día, lo acusó el Valencia, que llegó a estar doce puntos abajo (28-16). Ahí solo había dos caminos: dejarse avasallar o esperar que una líder saliera al rescate. Eso es lo que hizo Cris Ouviña, la base zaragozana que lideró una primera remontada del Valencia Basket gracias a un parcial de 0-9. Mariella Fasoula, hija de una leyenda del baloncesto europeo como Panagiotis Fasoulas, fue la respuesta del Perfumerías Avenida al final del segundo cuarto en unos minutos en los que su duelo con Raquel Carrera (10 puntos la griega frente a 13 la gallega al descanso) fueron de lo más brillante.

En la segunda mitad, Cris Ouviña creció hasta hacerse con el volante de la final. El Perfumerías empezó a acusar el paso del tiempo. Su rotación es inferior y, lógicamente, fue perdiendo fuelle. Su bajón fue oxígeno para su contrincante, que empezó a creer. Tanto, que al arrancar del último cuarto recuperó el dominio en el marcador que solo había tenido tras el salto inicial (59-60).

Burgos pudo dar descanso a Ouviña y Carrera —se fue al banquillo para ser tratada de un dolor en el hombro— y llegó con el equipo más entero al desenlace del segundo partido. A falta de ocho minutos, las recuperó. El técnico valenciano sacó a sus jugadoras más inspiradas, entre las que estaba Elena Buenavida, una joven exterior de solo 19 años que esta temporada ha demostrado la personalidad y el talento necesarios para hacerse un hueco en un equipo que aspira a todos los títulos. Un triple suyo en los momentos más entonados del Valencia puso la máxima diferencia para su equipo en ese momento (61-66). Buenavida, que parecía relegada a su papel como secante, ha crecido tanto que es capaz de emparejarse con Vilaró o Cazorla, dos tormentos, y anotar canastas importantes.

Carrera, Buenavida y Awa Fam, la joya de la cantera, una pívot tremenda de solo 16 años, son el argumento del Valencia Basket para soñar con un nueva era. El primer título de Liga ya ha caído, aunque lo hizo con Würzburg puesto en pie aplaudiendo a su equipo, presente en su decimoséptima final consecutiva.

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