El equipo de los mineros, el Lens, desafía al PSG de los jeques
El conjunto revelación de la liga francesa, visita al París Saint-Germain con la opción de situarse a tres puntos de un liderato que el gran favorito detenta desde la primera jornada
“No nos prohibimos nada”, anunció Franck Haise después de que el Lens llegase el pasado domingo a superar la cota de puntos que le llevó al final de la liga pasada a la séptima plaza en el campeonato francés. Ahora son segundos y restan ocho partidos por jugar, el primero de ellos este sábado en el Parque de los Príncipes contra el París Saint-Germain, que ha perdido sus dos últimos partidos como local y el jeque Al-Khelaifi se presentó a principios de semana en el vestuario para espolear a sus...
“No nos prohibimos nada”, anunció Franck Haise después de que el Lens llegase el pasado domingo a superar la cota de puntos que le llevó al final de la liga pasada a la séptima plaza en el campeonato francés. Ahora son segundos y restan ocho partidos por jugar, el primero de ellos este sábado en el Parque de los Príncipes contra el París Saint-Germain, que ha perdido sus dos últimos partidos como local y el jeque Al-Khelaifi se presentó a principios de semana en el vestuario para espolear a sus futbolistas. Si vence el Lens estará a tres puntos de un liderato que, desde la primera jornada, detenta el cuadro de Messi, Neymar y Mbappé. Sólo el valor de mercado de este último se equipara al de todo el plantel de su rival.
Todo en Lens remite al esfuerzo y el sacrificio en un entorno singular, ubicado en una antigua cuenca minera de carbón a pocos kilómetros de la frontera belga. Todos los habitantes de la villa, apenas 31.000 habitantes, no llenarían el estadio del equipo. Pero Lens vertebra una conurbación de más de 200.000 habitantes que tienen en el club de fútbol el emblema de un modo de vida, la bandera de un estilo que se entiende cuando al entrar en el coliseo Bollaert-Delelis se aprecia que la grada popular, la más asequible de precio, no está tras una portería sino en lo que sería la bancada de preferencia en un estadio al uso. Allí se entona Les Corons, una canción del fallecido Pierre Bachelet que es una suerte de himno oficioso del club, el orgulloso relato de los habitantes de los corons, los modestos asentamientos construidos con ladrillo rojo, con el tiempo teñidos de negro carbón, en los que se instalaban los mineros llegados a la comarca.
Lejos del glamour parisino o de la Costa Azul, de los viñedos bordeleses, la pujanza del valle del Ródano, la tradición normanda o la majestuosidad del Loira, el relato norteño se escribe sin oropel, pero con valores que tienen que ver con la nobleza y la hospitalidad. Así lo plasmó en el cine la película más taquillera de la historia de Francia, Bienvenidos al Norte (Bienvenue chez les Ch’tis), una comedia costumbrista en la que el Lens tenía su espacio como parte de un paisaje que en el resto del hexágono galo se percibe como inhóspito, pero en el que bajo una primera capa florece la generosidad y la lealtad, por más que los nativos de la zona se expresen con un acento (el ch’ti) casi indescifrable para el resto de franceses. “Cuando llegué aquí supe que las cosas me saldrían bien”, asegura Haise, un antiguo centrocampista con más de 300 partidos en la segunda división gala que jamás llegó a debutar en el escalón superior. En 2017, con 46 años y una carrera irrelevante como técnico, el Lens le llamó para dirigir a su escuadra de reservas. El primer equipo se debatía en la división de plata tras una caída a la que no se veía fin desde que en 1998 alzó el único título de Liga de su historia.
A Haise le sonó el teléfono en febrero de 2020 con una llamada para sustituir a Philippe Montanier. El exentrenador de la Real Sociedad había mantenido al equipo en puestos de ascenso durante toda la Liga, pero una derrota 1-4 en casa le descabalgó tras una racha de una victoria en siete partidos. Haise ganó sus dos primeros partidos y entonces llegó la suspensión de la competición por la crisis sanitaria. El equipo había regresado a la segunda posición, así que cuando el Gobierno decretó el final de la Liga los seguidores del Lens celebraron el ascenso en la intimidad del confinamiento.
Desde entonces el equipo no ha dejado de crecer. Y lo hace de manera sostenible. En tres temporadas se ha gastado 77 millones de euros en fichajes mientras recibió 70 por traspasos. El proyecto parece asentarse sobre pilares tan sólidos que terremotos como el que sufrió el pasado otoño apenas le han hecho cosquillas. Entonces el Niza se llevó de un día para Otto a Florent Ghisolfi, el director deportivo. Tras él se marcharon también el jefe de rendimiento, Laurent Bessière, y el preparador físico Ghislain Dubois. In extremis, el club pudo retener a Grégory Thil, el responsable de captación de futbolistas, y resolvió la crisis entregándole a Haise nuevas competencias. El entrenador es ahora un gerente general que controla el club desde la base a la élite. “Duermo menos horas”, explica.
Los resultados validan el modelo. Ningún equipo de la Ligue 1 ha marcado más goles y recibido menos durante el último mes. El Lens es el equipo más inabordable de la categoría, en el que su meta Brice Samba, llegado en verano por 5 millones de euros tras ascender con el Nottingham a la Premier, se ha quedado en once partidos sin batir. Deschamps ya le ha reclutado para la selección. Ante él se alinean tres centrales (el argentino Medina, el galo Gradit y el austriaco Danso). Todos han aumentado su cotización, A Facundo Medina lo fueron a buscar a Talleres de Córdoba. Esta semana ha saltado a los titulares porque en un espacio de twitch apuntó que si Messi le regateaba el sábado lo agarraría de la camiseta porque tenía miedo de hacerle daño, pero que con Mbappé deberían traerle una ambulancia. El tono era jocoso y en un contexto distendido, pero el episodio mereció una disculpa de club y jugador.
El equipo, demoledor con espacios, se construye con dos carrileros que en realidad operan como extremos, Florian Sotoca, un sureño de Narbona que ascendió con el equipo y construye la fábula de la película. Przemyslav Frankowski aporta la inevitable cuota polaca en un club vinculado desde su fundación a la numerosa inmigración de ese país para trabajar en la extracción de carbón.
En el eje Salis Abdul Samed, ghanés, llegó este verano por 5 millones de euros para suplir a Cheick Doucuré, traspasado al Crystal Palace por 22. No ha bajado el nivel, sostenido además por el mejor jugador del equipo, Seko Fofana, un talento curtido en la base del Manchester City. Fulgini y Thomasson, dos fichajes de invierno, ayudan en ataque al belga Loïs Openda, el fichaje más caro de la historia del club (9,8 millones pagados al Brujas, autor de seis goles en los últimos cuatro partidos, quince en lo que va de campeonato para dejar estela de ariete veloz al espacio y con capacidad para asociarse en corto. Un tipo con ofertas e ideas claras. “Estoy en Lens y quiero jugar aquí la Liga de Campeones”.
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