Medvedev se apodera del cemento
El ruso eleva en Miami su cuarto título del año frente a un Sinner desvirtuado (7-5 y 6-3) y se subraya en pista dura: más trofeos y victorias que nadie esta temporada
Se vació Jannik Sinner dos días antes, cuando frenó a Carlos Alcaraz y su depósito se quedó bajo mínimos. La musculatura tiene memoria y de poco le sirvió la jornada de transición, y por si fuera poco tampoco le ayudó el contexto, los 33 grados pegajosos de Miami que terminaron consumiendo la escasa energía que conservaba en la reserva. En resumidas cuentas, lo que se antojaba como un atractivo duelo quedó deslucido por la erosión física del italiano y Daniil Medvedev se coronó, rei...
Se vació Jannik Sinner dos días antes, cuando frenó a Carlos Alcaraz y su depósito se quedó bajo mínimos. La musculatura tiene memoria y de poco le sirvió la jornada de transición, y por si fuera poco tampoco le ayudó el contexto, los 33 grados pegajosos de Miami que terminaron consumiendo la escasa energía que conservaba en la reserva. En resumidas cuentas, lo que se antojaba como un atractivo duelo quedó deslucido por la erosión física del italiano y Daniil Medvedev se coronó, reincidiendo de este modo en su estupendo rendimiento en este primer trimestre de la temporada: 7-5 y 6-3, en 1h 35m. Escasa miga, una sola dirección. Un tenista fundido. Cuarto trofeo del año para el ruso, decimonoveno de su carrera –en 19 torneos diferentes– y otra muestra más de que sobre superficie rápida, no es nada sencillo hacerle sombra. Excepto el logro de 2021 en Mallorca, todos sus éxitos se han gestado sobre asfalto.
Pagó Sinner el sobreesfuerzo efectuado 48 horas atrás, mientras que el moscovita puso el lazo a un recorrido por el que transitó sin apenas oposición. A excepción de su compatriota Karen Khachanov, que le exigió ir a tres mangas en las semifinales, el resto de su trazado se redujo a una exhibición. Prosigue así el desfile militar del último mes y medio, en el que ha elevado cuatro títulos –Róterdam, Doha, Dubái y este último– y tan solo cedió en la final del Indian Wells, superado entonces por Alcaraz. Son 24 victorias en los 25 últimos partidos y el quinto premio que obtiene en los Masters 1000, todos ellos diferentes; le quedan cuatro para certificar el pleno. No hay este curso tenista con más laureles, aunque tenía una cuenta pendiente consigo mismo y la saldó. Medvedev duerme más tranquilo.
“Estoy muy feliz, ha sido duro porque hoy ha sido el día más caluroso del todo el torneo. No sé si Jannik estaba lesionado o tenía calambres, pero las condiciones eran complicadas”, precisó el campeón. “No ganaba un gran torneo desde hace un año y medio y estaba templando un poco. He trabajado duro, la temporada pasada no fui consistente [dos títulos menores en Los Cabos y Viena, desvanecido tras la derrota contra Nadal en la final de Australia] y cada vez me siento mejor”, prosiguió el número cuatro del mundo, que no celebraba un Masters 1000 desde que triunfara hace dos años en Montreal.
Se elevó Djokovic en Melbourne y reluce como ninguno Alcaraz, pero el que lleva la voz cantante en este 2023 es el ruso, que acumula más puntos que nadie en la carrera anual. Acumula 30 victorias y solo han sido capaz de derribarle el propio Nole, en Adelaida, Sebastian Korda en Australia y Alcaraz en Florida. El resto, un paseo militar. Después de un periodo de barbecho, Medvedev (27 años) ha exprimido su superficie favorita, sabedor de que se avecina esa otra a la que tanta alergia le tiene, la tierra batida que tanto se le resiste.
“A ver qué tal lo haces ahora…”, bromeó Sinner, desvirtuado y resiliente, pero sin opciones reales de darle la vuelta a un partido sin sustancia. Logró el primer break en la manga inicial y resistió después con gallardía, pero en el segundo, mareado y sin pilas, se diluyó definitivamente. Con un 86% de acierto con los primeros saques, su rival se lo llevó por delante. “Me sentía un poco enfermo y cada vez iba a peor, pero he intentado darme una oportunidad. Hoy no ha sido mi día, pero en el fondo ha sido un mes positivo para mí”, agregó, instalado ya entre los 10 más fuertes del circuito y apremiado por la transición prácticamente inmediata a la arcilla. El calendario prepara el rastrillo.
Se marchó el italiano (21 años) con el orgullo de haber rendido a Alcaraz, pero cada vez que encara al de Moscú le salen sarpullidos: seis pulsos, seis derrotas. “Es mi mejor comienzo de temporada. Es una pena que no haya ganado un Grand Slam [Djokovic conquistó Australia], pero estoy muy feliz y tengo ganas de más”, anticipó el vencedor, que ha recuperado el instinto y el apetito, y que en julio tendrá la oportunidad de competir en Wimbledon tras el anuncio efectuado el viernes por parte del grande británico. “Mis tiros no le dejan exponer su juego”, se refirió al otro finalista. No encuentra la llave Sinner, pero Miami ha revelado que el joven larguirucho ha dado un gran paso hacia adelante. El presente es de Medvedev, pero él apunta seriamente a derribar la puerta.
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