Pogacar triunfa en su primer cara a cara de la temporada contra Vingegaard
El ciclista esloveno vence en la cuarta etapa de la París-Niza, aventaja al último campeón del Tour en 43 segundos y se pone líder de la carrera
A su lado, cuando demarra Vingegaard y le sigue Pogacar, un puertecito de poco menos de siete kilómetros, muy regular a poco más del 7%, parecen vulgares todos los demás. Los esfuerzos homéricos por destacar de los números uno de los mejores equipos –Vauquelin, el joven pistard que deslumbra; Gaudu, la ...
A su lado, cuando demarra Vingegaard y le sigue Pogacar, un puertecito de poco menos de siete kilómetros, muy regular a poco más del 7%, parecen vulgares todos los demás. Los esfuerzos homéricos por destacar de los números uno de los mejores equipos –Vauquelin, el joven pistard que deslumbra; Gaudu, la última gran esperanza francesa; Ion Izagirre, Paret Peintre, Bardet, Dani Martínez, Simon Yates, Haig, Jorgenson, Latour, Skjelmose Jenses…-- son sudores vacíos cuando libera sus vatios Vingegaard, y a su rueda, pegadito, Pogacar.
Quedan 4,3 kilómetros de ascensión. La afición, que ha contenido la respiración mientras el austriaco Grossschartner, el escalador de la triple ese que trabaja para Pogacar, descrema poquito a poquito al pelotón con su ritmo vivo, estalla, y su corazón se inflama, cuando se mueve el del Jumbo y le sigue el del UAE. 300 metros más adelante, los dos se miran, parlamentan, levantan el pie. “Fue un ataque muy duro el de Jonas, y antes de devolverlo, preferí descansar un poquito, recuperarme”, dice Pogacar. Los dos se dejan coger a 3,6 kilómetros y contemplan vigilándose cómo aprovechando el tiempo muerto se aleja David Gaudu, el bretón que ha madurado, y observan, y observan, hasta que el esloveno considera que ya está ready para responder. Se echa a la derecha del grupo, ligeramente detrás de Vingegaard que, despistado, ve un rayo blanco surgir a su derecha. Cuando quiere seguirlo ha perdido un par de segundos, media docena de metros, un vacío que le condena. Persigue, le da duro, se levanta de la bici, se sienta, acelera. Se niega a subir a su ritmo. Quiere llegar más lejos. Así 600m. Hasta que revienta. Ha sobrepasado sus límites más de lo que su cuerpo le permite. Cuando solo quedan 1.900 metros para el final, se rinde. Solo trata de sobrevivir mientras Pogacar, pimpante, alcanza a Gaudu, tira de él y gana la etapa con una última aceleración frenética, diabólica, y lo celebra con el puño en alto, con la furia de las grandes victorias. Vingegaard llega a 43s (+12s de bonificación). “No esperaba ponerme de amarillo”, dice Pogacar, líder de la París-Niza, que se decidirá en las montañas y colinas de la Costa Azul viernes, sábado y domingo, con 10s de ventaja sobre Gaudu y 44s sobre Vingegaard. “Pero al amarillo no puedes decirle que no”.
El mano a mano de las montañas del Tour pasado, Alpes y Pirineos, continúa. París cerró parcialmente el enfrentamiento con victoria de Vingegaard. Lo reanuda la Loge des Gardes, montañita del Macizo Central francés, una estación de esquí entre los bosques de roble del Allier, la mejor madera para las mejores barricas de vino. El duelo del siglo. Pelea sin fin por los años de los años que los dos asumen con deseo, con ganas de ser el otro. Un momento raro en el ciclismo, en cuya historia siempre ha habido reinados absolutos de uno solo, de Hinault o Merckx, casi nunca puestos en duda. En sus mano a mano en el Tour, entre ambos hay empate. En 2021, Pogacar le sacó 3m 20s en el Gran Bornand y 32s en Tignes. En 2022, Vingegaard le aventajó al esloveno en 2m 51s en el Granon y en 1m 4s en Hautacam. Fuera del Tour, siempre ha ganado Pogacar los enfrentamientos directos. Un año antes de la victoria de la París-Niza, en la Tirreno-Adriático de 2022, Pogacar superó a Vingegaard en 1m 3s en el Monte Carpegna, y luego perdió el Tour. Los errores de marzo sirven, a veces, para saber cómo hacerlo en julio.
Febrero fue un duelo a distancia. El eco de las hazañas de Pogacar la semana de San Valentín en Jaén y Cádiz --Clásica de los Olivos y Vuelta a Andalucía, cinco victorias en seis días-- resonaba en el Teide, tan lejos, donde Vingegaard preparaba su propia exhibición, que llegaría una semana después también en España, en O Gran Camiño, la Galicia eterna, con cuatro victorias en cuatro días. Los dos héroes de los dos últimos Tours, uno para cada uno, se citaron en Francia, en la París-Niza, la primera carrera en la que coinciden después de la victoria del danés el Tour pasado, la última hasta que vuelvan a verse en julio en Bilbao, donde comenzará la grande boucle del desempate.
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