Fernando Alonso y Lance Stroll, historia de una rivalidad por estrenar
El asturiano, el rival más incómodo de sus anteriores compañeros, buscará imponerse a su nuevo vecino, el hijo del dueño de Aston Martin
Hay quien dice que a los hijos hay que curtirlos, y seguramente eso explica que Lawrence Stroll, el empresario canadiense cuya fortuna se estima en más de 2.000 millones de dólares (unos 1.800 millones de euros) y que posee el mayor paquete accionarial de Aston Martin, decidiera fichar a Fernando Alonso como compañero de equipo de su hijo, Lance. Sobre todo, si rebobinamos y recuperamos varios de los episodios que han ido cosiendo el relato del asturiano desde que debutó en la Fórmula 1...
Hay quien dice que a los hijos hay que curtirlos, y seguramente eso explica que Lawrence Stroll, el empresario canadiense cuya fortuna se estima en más de 2.000 millones de dólares (unos 1.800 millones de euros) y que posee el mayor paquete accionarial de Aston Martin, decidiera fichar a Fernando Alonso como compañero de equipo de su hijo, Lance. Sobre todo, si rebobinamos y recuperamos varios de los episodios que han ido cosiendo el relato del asturiano desde que debutó en la Fórmula 1 con Minardi, hace más de veinte años. Hasta el momento han sido 12 los vecinos con los que ha cohabitado, terminando por delante de ellos en ocho ocasiones.
Lewis Hamilton empató con él a puntos (109) en aquel volcánico año (2007), en el que ambos coexistieron en McLaren, pero el británico le superó en la tabla por número de segundos puestos (cinco a cuatro). Eso mismo le ocurrió con el brasileño Tarso Marques en 2001, en su estreno. Las dos únicas veces que el bicampeón del mundo (2005 y 2006) acumuló menos puntos que el inquilino del otro lado de su garaje fueron con Jenson Button, en McLaren (2015); y en el pasado Mundial, en el que Esteban Ocon le sacó 11 puntos después de las 22 paradas del calendario. Se da la circunstancia de que, a ojos de la mayoría, ese Alonso enfundado en el mono de Alpine se acercó mucho a su mejor versión, aunque la fiabilidad de su bólido no estuviera a ese mismo nivel.
La relación con el francés siguió el año pasado el mismo patrón que con aquellos que le precedieron. Tras una primera etapa de compadreo y respeto, la tensión se fue apoderando del box de la estructura de Enstone (Gran Bretaña), cuyos ejecutivos decidieron intervenir en más de una ocasión para que el rifirrafe no se desmadrara. Antes de eso, el pique con Hamilton en el bautizo del chico de Tewin yace como uno de los conflictos más recordados de la era moderna. Felipe Massa, por su parte, no pierde oportunidad de subrayar la naturaleza extremadamente individualista del ovetense, con quien coincidió en Ferrari. Y la ignorancia mutua que se dispensó con Kimi Raikkonen no hizo que el asturiano se cortase de tirarle puyitas siempre que tuvo la ocasión. “Siempre te aprieta”, decía Iceman de él. Este curso –la temporada comienza el 5 de marzo en Baréin–, en Aston Martin, el espejo de Alonso será Stroll, el hijo del dueño del tinglado, un muchacho que, a sus 24 años, apenas ha viajado en aviones comerciales. Él se mueve con la flota de su padre.
Será la séptima temporada del muchacho de Montreal en el campeonato. Si atendemos a sus declaraciones más recientes, nadie juraría que pierde seis a uno en la comparación con sus compañeros de equipo. Solo en 2018 fue capaz de terminar el curso por delante de Sergey Sirotkin, cuando ambos coincidieron en Williams. Después de imponerse al ruso y de fichar por Racing Point, donde su padre se hizo con el control del equipo, Checo Pérez le dejó en evidencia, tanto en 2019 –le sacó cinco puestos en la general y sumó más del doble de puntos que él–, como en 2020 –siete posiciones y 50 puntos a favor del mexicano–. La metamorfosis a Aston Martin –Lawrence Stroll compró el 16,7% de la compañía británica por 216 millones de euros y se convirtió en el nuevo presidente ejecutivo– y la llegada de Sebastian Vettel tampoco hicieron que esa tendencia cambiara, de modo que el tetracampeón alemán se retiró con mejores registros que él.
“No tiene nada de divertido limitarte a conducir sin nadie que te apriete. Lo que quieres en un compañero es a uno de los mejores. Eso significa que, cuando consigues estar por delante de él, estás llegando a tu pico, y viceversa”, reconocía el piloto de Quebec, hace solo unos días, en una entrevista concedida a Autosport en la que le preguntaron por su nuevo colega de taller. No queda muy claro pues si los Stroll, el padre y el hijo, saben exactamente quién es Alonso, que ya ha hecho alguna que otra visita a la fábrica de su nueva casa, justo enfrente del circuito de Silverstone. En el último tramo del pasado ejercicio, después del desembarco en Aston Martin de Dan Fallows, un reputado aerodinamicista que salió de Red Bull, Vettel no armó demasiado jaleo cuando le negaron algunos elementos nuevos del coche que sí instalaron en el prototipo de Stroll. Cuesta imaginarse al español mordiéndose la lengua en el caso de que se repita un escenario similar, por más que al otro lado esté el hijo del dueño.
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