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Manu Trigueros, el arma secreta de Quique Setién

El volante del Villarreal, heredero de la manija de Santi Cazorla, lleva toda su carrera esperando un entrenador que le comprenda como el cántabro

Manu Trigueros controla el balón durante un partido de esta edición de la Copa del Rey.
Manu Trigueros controla el balón durante un partido de esta edición de la Copa del Rey.Quality Sport Images (Getty Images)

Por primera vez en su carrera, con 31 años cumplidos, Manu Trigueros se ha encontrado con un entrenador decidido a explotar todo su potencial creativo. El hombre providencial es Quique Setién. A sus 64 años, el técnico ha alcanzado su pico de lucidez. Después de transitar por una serie de crisis que le llevaron a la frontera de la jubilación —desde conflictos en el Betis a catá...

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Por primera vez en su carrera, con 31 años cumplidos, Manu Trigueros se ha encontrado con un entrenador decidido a explotar todo su potencial creativo. El hombre providencial es Quique Setién. A sus 64 años, el técnico ha alcanzado su pico de lucidez. Después de transitar por una serie de crisis que le llevaron a la frontera de la jubilación —desde conflictos en el Betis a catástrofes en el Barcelona pasando por los malos resultados que sufrió tras su llegada al banquillo del Villarreal—, el cántabro ha ido resolviendo los problemas que se le presentaban con una sencillez y una prudencia proverbiales. Lo dicen en el entorno del club, en donde aseguran que Setién trata a Trigueros con el cuidado que merece el arma secreta. Como si estuviera convencido de que este centrocampista con vocación de maestro es lo más parecido que hay en la plantilla a Santi Cazorla, patrón oro de los volantes que se pusieron la camiseta amarilla. El guía imprescindible para controlar la pelota y dominar al rival.

“En un ataque posicional”, explicó Trigueros este martes, “la acción que más desequilibra es jugar muy rápido, entenderse muy rápido con los compañeros de ataque y generar distintas situaciones para que unos vayan al espacio y otros puedan recibir coordinados para llegar a área”.

Si hay un futbolista capaz de elevar el proyecto de Setién hasta los puestos de Champions haciendo que el Villarreal domine a sus rivales tocando las partituras más sofisticadas del juego de asociación, ese es el volante de Talavera. El jugador no solo recita el manual de memoria. Siempre tuvo el don de descifrar los partidos con las botas puestas. Esta noche de Copa frente al Madrid, la mejor defensa —y el mejor portero— de España, el interior tiene la llave. “Contra un equipo metido atrás y que defiende bien es muy importante llegar con mucha gente y jugar muy rápido en esa zona de finalización”, dice. “Y ahí la confianza del entrenador es muy importante. Porque en el último tercio del campo es muy difícil meter pases y aumentan las probabilidades de perder balones”.

Unai Emery no siempre confió en el libre albedrío de Trigueros para gestionar la parte más compleja del ataque. Con Emery, el equipo fue competitivo a partir del orden defensivo, pero rara vez alcanzó el esplendor en la posesión. El sucesor del técnico vasco parece tener otro plan, con otra jerarquía en la selección de los interiores que acompañarán a Parejo: si Trigueros está físicamente bien, será el primero de la lista. Le siguen Coquelin y Capoue, dos jugadores expertos, generosos, y muy capaces de jugar fácil y rápido.

Ante el Celta, en la última jornada de Liga, Setién dio a Trigueros sus primeros minutos de titularidad tras un periodo de suplencia por lesión. Una rotura en su cuádriceps derecho le mantuvo inactivo a comienzo de temporada y, al regresar, tardó en recuperar el peso y el ritmo de competición imprescindibles para prosperar en un sistema (4-3-3) que exige continuidad en los esfuerzos. En Balaídos le llevó 20 minutos encontrar su lugar en el partido, jugó a un gran nivel hasta cumplida la hora, y luego se quedó sin piernas. Pero siempre gozó de la paciencia y la comprensión del entrenador, algo que resulta fundamental cuando se trata de futbolistas que viven de tomar las decisiones más difíciles.

“Los que jugamos entre líneas estamos expuestos a perder balones”, dice Trigueros, “porque son zonas muy calientes donde si se te va un metro el balón es probable que lo pierdas. Para eso somos especialistas y hemos llegado a la élite jugando así. Setién tiene una idea muy ofensiva pero no es masoquista: no quiere que metas balones donde hay mucho riesgo de perderlo; él quiere que dominemos a través del balón y cansemos al rival. Si no hay espacios, no tienes que atacar. Hay que dar vueltas hasta que se cree el espacio que te dé margen”.

Manu Trigueros sabe. Y Quique Setién sabe que sabe.

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