El Madrid se acuerda del Madrid y remonta ante el Villarreal
El cuadro de Ancelotti revive frente a un rival superior durante una hora con la fe infinita de Vinicius, liberado tras la lesión de Foyth, y el orden y el empuje de Ceballos
El Madrid llegó a Vila-real abstraído en un cuarto oscuro tras el azote con el Barça en Arabia y salió alistado a los cuartos de la Copa tras una remontada de las suyas. No tuvo remedio durante una hora, forzado a la cuneta por un Villarreal pletórico. Pero apareció Ceballos, Vinicius se liberó de Foyth y el Real emergió por todo lo alto. Por lo general, históricamente la Supercopa y la Copa son caza menor en el Real, pero no cuando los tropiezos se encadenan. El Madrid derivado de Arabia em...
El Madrid llegó a Vila-real abstraído en un cuarto oscuro tras el azote con el Barça en Arabia y salió alistado a los cuartos de la Copa tras una remontada de las suyas. No tuvo remedio durante una hora, forzado a la cuneta por un Villarreal pletórico. Pero apareció Ceballos, Vinicius se liberó de Foyth y el Real emergió por todo lo alto. Por lo general, históricamente la Supercopa y la Copa son caza menor en el Real, pero no cuando los tropiezos se encadenan. El Madrid derivado de Arabia emitía señales inquietantes hasta que Vinicius tuvo fe y la entrada de dos secundarios como Ceballos y Asensio le auparon a una inopinada remontada. Como tantas y tantas veces, el Real no se había ido del todo. El Villarreal, que había cogido cuajo con Quique Setién, parecía que de nuevo era demasiado para el achatado equipo de Carlo Ancelotti. No hay que fiarse de un Madrid herido, ya lo dijo en la previa el propio Setién.
De entrada, en La Cerámica se presentó otro Real sin energía, sin el espinazo de Kroos y Benzema, sin la chistera de Vinicius, arrestado de maravilla por Foyth. Tampoco pillaban volumen aquellos con un supuesto mayor depósito, casos de Camavinga y Valverde. Nadie era quien se suponía. Como prueba, llegada la tregua, el único inquietante para el becario Jorgensen había sido Mendy. Suyo fue el primer remate a puerta visitante y suyas las dos aventuras más relevantes de los blancos, una fallida por Valverde y otra barrida por Pau tras un remate de Rodrygo.
El Villarreal se manejaba a su aire. Es un equipo engañoso, porque se maneja en dos velocidades. La primera marcha es de Parejo, observatorio amarillo a la hora de catalizar el fútbol. Parejo da la hora y a partir de su tic-tac, el cuadro de Setién tiene mecha. Ataca a todo gas, con gente con pistones en las piernas, como Chukwueze y Yeremy. Con un jugador angular como Gerard Moreno, mucho más que un ariete ancla. Los tres puntas, a los que escolta con mordida Capoue, agitan constantemente la vanguardia con sus permutas. Lo suyo es rastrear los espacios. Un suplicio para el inicial tieso Madrid.
Tan aflojado estaba el Real que antes de los cinco minutos, un saque de banda rival resultó fatal para los visitantes. Gerard Moreno fue más ágil que Rüdiger y, tras su toque hacia el interior del área, Capoue, que abarca más de un campo, reventó la pelota en la red de Courtois. El Madrid, en chanclas con el encuentro ya en curso. Y así durante casi una hora.
En Vila-real no había más partido que el que se le antojaba a Parejo, antorcha del conjunto amarillo. No había volante madridista que le hiciera de interruptor. Un Madrid sin cuerda con la pelota, sosaina, pese a la guerrilla de Vinicius con Foyth. El argentino amargó al brasileño tanto como en el reciente pulso liguero. Yeremy estuvo a un palmo del 2-0 tras una jugada del rebosante Capoue. Templaba Parejo y picaban todos los de arriba. Entre ellos, Chukwueze rápido y afilado extremo que no desdeña el área. Yeremy y Gerard montaron una mesa redonda en la periferia de Courtois cerrada con una asistencia con frac del segundo al nigeriano, que batió al belga. Quedaba un parpadeo para el descanso. Luego, nada sería igual.
Un hecho marcó el partido. La lesión de Foyth supuso un destape mayúsculo para el Villarreal. Mandi, su relevo, no fue Foyth y Vinicius lo adivinó a la primera. Él estiró al Madrid. Él hizo recordar a sus oponentes que pese al destiñe hasta entonces, el Madrid es el Madrid. Al tiempo que espabiló Vinicius, Ancelotti tocó la tecla adecuada con Ceballos y Asensio. El primero puso orden, el segundo tuvo el picante que le faltó a Rodrygo, reñido por su técnico tras el cambio y sus malas pulgas.
Precisamente fue Ceballos quien citó a Vinicius con el 2-1. Mandi no tuvo el pegamento de Foyth y con el gol del brasileño se desplomó el Villarreal, ya sabedor de que el de enfrente era el Madrid, por más que no estuvieran Modric y Kroos, por más que hubiera sido un equipo sin diente hasta ese momento. Y fue Ceballos quien centró para el cabezazo de Benzema, el desvío de Jorgensen y el bingo final de Militão. Y fue Ceballos, tras un enchufe entre Vinicius y Asensio, quien selló la traca final con el 2-3. Otro Madrid. Otro Camavinga, otro Benzema... También ya otro Parejo, otro Capoue, otro Gerard... Un volantazo blanco para sacudirse lo que pudo ser una crisis con rayos y truenos, que eso supone en el Madrid caer tres veces seguidas. El Madrid se acordó del Madrid a tiempo, y a tiempo escampó para Vinicius y se presentó Ceballos.
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