Joan Pedrero, el regreso a la esencia del Dakar: “En la élite no disfrutas”
El veterano piloto de 44 años celebra su 15º participación en el rally corriendo sin asistencia de ningún tipo en la categoría ‘original’, donde descubre otra cara de la prueba
Sus compañeros, la gran mayoría aficionados que buscan vivir una experiencia única, no dan crédito con las aptitudes de Joan Pedrero (Canet de Mar, 44 años) con la moto. Mientras ellos todavía reparan la suya cuando ya ha pasado la hora de cenar, él está durmiendo plácidamente en su tienda de campaña. Pero todos aprenden de él, dispuesto siempre a ayudar a quienes define como “su gran equipo, su piña”. El veterano piloto, ...
Sus compañeros, la gran mayoría aficionados que buscan vivir una experiencia única, no dan crédito con las aptitudes de Joan Pedrero (Canet de Mar, 44 años) con la moto. Mientras ellos todavía reparan la suya cuando ya ha pasado la hora de cenar, él está durmiendo plácidamente en su tienda de campaña. Pero todos aprenden de él, dispuesto siempre a ayudar a quienes define como “su gran equipo, su piña”. El veterano piloto, uno de los mejores especialistas a dos ruedas de la última década, cumple su 15º aniversario en el Rally Dakar volviendo a las raíces de la prueba. Compite en la categoría Original by Motul —antiguamente Malles Motos—, que busca recuperar la esencia de los primeros Dakars en África: los participantes no cuentan con asistencia alguna durante la carrera, y solo hay 30 valientes que se apuntan.
“Después de tantos años en la élite quería volver a la esencia del rally. Esto es y ha sido mi vida y quería vivir un Dakar más real. En la élite no disfrutas, siempre tienes presión de los equipos para conseguir resultados”, reflexiona el catalán dentro de la jaima gigante que reúne a todos los participantes en el desierto de Rub’ al Khali. “Estoy haciendo una carrera tranquila, sin errores. Y espero que siga así. Estamos en buena posición y nadie contaba con ello”, añade. Pedrero marcha 21º en la clasificación general —está a casi cuatro horas del líder—, donde compite junto al resto de pesos pesados de la categoría de motos a pesar de no contar con apoyo de ninguna estructura.
La organización le ha convertido en embajador y asesor del original, pero no quiere colocarle en una clasificación aparte donde ganaría de paliza. Él dice que no es justo, que él corre más que los demás porque se lo ha currado mucho: “El reglamento no tiene ni pies ni cabeza”. Pedrero se convirtió en 2010 en uno de los mochileros de lujo del rally, cuando en plena crisis económica recibió la oferta de uno de los equipos grandes después de su buen debut en la prueba. Trabajó para Marc Coma y se sacó dos quintos puestos en 2011 y 2013 casi sin despeinarse. Luego lo intentó como jefe de filas, pero sin una moto de primera categoría no logró acercarse a sus tiempos encima de la dominante KTM, ganadora de 18 ediciones consecutivas entre 2001 y 2019 (la carrera no se disputó en 2008 por la amenaza de Al-Qaeda)
Por primera vez sin apoyo de ningún tipo en carrera —sí necesita el soporte de patrocinadores para viajar a tierras saudíes—, Pedrero ha descubierto otra cara más auténtica y difícil a la carrera. “Es muy duro psicológicamente. En primer lugar, he tenido que cambiar todas las rutinas. Cuando estaba en élite la prioridad era descansar y ya. Aquí es llegar y ponerte a cambiar el aceite. Mientras comes, va cayendo y cuando terminas pones los tapones, rellenas el depósito y te pones con el resto de la moto”, explica. Aunque tienen algunas facilidades incluidas, como el transporte de sus maletas o servicio de masajista, el piloto reconoce que ni le ha dado tiempo de pasarse a relajar sus músculos en lo que va de recorrido.
Uno de sus trucos para pasarlo mejor estos días ha sido traerse un buen colchón en la maleta. “A mí me gustaría que el Dakar siempre fuera así. Tener una caja de herramientas como antes”, afirma. No echa en falta lujos como la autocaravana para dormir cómodamente por las noches: “Echo de menos a mis mecánicos, a mi gente, pero esta es mi casa y aquí conozco a todo el mundo. A los que más, pero esto ya me ocurría antes, a mi familia”. Se contenta con llegar a meta en Dammam el próximo 15 de enero y mantener la línea después de 19 días cruzando Arabia Saudí de norte a sur y de oeste a este, durmiendo en la tienda de campaña entre polvo, barro y montones de arena. “Hoy en día, los grandes equipos, las grandes fortunas, hacen que todos los pilotos estén delante. No digo que sean malos, los tipos arriesgan mucho, pero la esencia se ha perdido”, concluye. Ha encontrado la manera de seguir disfrutando del rally como lo que es, un enamorado.
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