Con esa sonrisa de oreja a oreja tan característica enmarcada en su rostro angelical, un tanto sonrojado por el esfuerzo, y su imperturbable tupé, Luka Doncic (Liubliana, Eslovenia; 23 años) atendió a un periodista a pie de pista tras superar su Dallas a los Knicks en la prórroga (126-121). “60 puntos, 21 rebotes...”, comenzó a enumerar el reportero. “¿60?”, le cortó el escolta de los Mavericks, señal de sorpresa pero también de ambición. “60 puntos, 21 rebotes y 10 asistencias. Nunca nadie lo había hecho...”, insistió el p...
Con esa sonrisa de oreja a oreja tan característica enmarcada en su rostro angelical, un tanto sonrojado por el esfuerzo, y su imperturbable tupé, Luka Doncic (Liubliana, Eslovenia; 23 años) atendió a un periodista a pie de pista tras superar su Dallas a los Knicks en la prórroga (126-121). “60 puntos, 21 rebotes...”, comenzó a enumerar el reportero. “¿60?”, le cortó el escolta de los Mavericks, señal de sorpresa pero también de ambición. “60 puntos, 21 rebotes y 10 asistencias. Nunca nadie lo había hecho...”, insistió el primero con el micro en la mano. “Estoy agotado. Necesito una cerveza recuperadora”, replicó Doncic al tiempo que se desternillaba. Y bien que se la había ganado porque firmó su mejor actuación en la NBA, también el mejor triple doble en la historia de la competición para convertirse en leyenda. Un hito que minutos antes él mismo hizo posible. Aunque algún aficionado, molesto por la presumible derrota texana o porque quería evitar el atasco a la salida del estadio, se marchó antes de tiempo y se lo perdió.
Resulta que el reloj del American Airlines de Dallas señalaba 33,9 segundos para cerrar el partido, una derrota cantada de los Mavs, que caían por nueve puntos. Una diferencia que, en los últimos 20 años, ninguno de los 13.884 equipos que habían llegado a esos 33 segundos finales con al menos nueve puntos de desventaja, había salvado. Pero Doncic —también sus escuderos Dinwiddie y Wood— se empeñaron en lo opuesto, en llevar la contraria a la lógica para dorar la literatura del deporte, pues en las dos últimas décadas nadie había remontado esa diferencia con tan pocos segundos para el final. Con algo más de un segundo por jugar y con 112-115, Doncic fue a la línea de tiros libres. Metió el primero y, como las matemáticas eran claras, erró el segundo adrede para que algún compañero suyo cogiera el rebote. Caprichosa, la bola punteó un par de manos y acabó de nuevo en los dedos del número 77, de Doncic, que, en el aire y antes de pegarse un topetazo con el suelo, encestó para poner la igualada, para hacer aún más épica su noche. “Creo que solo tuve suerte, lancé el balón y tuve suerte”, resolvió el esloveno.
El resto, el triunfo de Dallas, es solo un pedazo más en la historia de Doncic. “¡Es el milagro de Luka y los Mavs!”, gritó como un poseso el narrador estadounidense del partido. “El 77 es especial”, le reconoció con asombro Dwight Powell, interior de Mavs. “Doncic es como el modo Mi Jugador del 2K [en referencia al videojuego más afamado de baloncesto]”, apuntó la estrella de la NBA Kevin Durant. Le dio la razón su técnico Jason Kidd: “La historia de este deporte la escriben los jugadores y Luka ha hecho algo nunca antes visto. Existieron grandísimos jugadores antes: Elgin Baylor y Wilt Chamberlain... Él estaba en esa clase. Pero se ha separado para formar su propio estatus, su propia clase”.
Los números de Doncic, en cualquier caso, dieron para más. Alcanzó su 53º triple doble en la NBA [y séptimo de la temporada] para convertirse en el segundo más joven (con 23 años y 302 días) en lograrlo tras Oscar Robertson con los Bucks en la década de los 60 (23 años y 48 días), por delante de Magic Johnson (24 y 171). Es, además, el segundo triple doble con más de 60 puntos —Harden lo hizo con Houston en 2018 ante Orlando con 60-10-11— y el tercer jugador en la historia en lograr un triple doble con más de 50 puntos y al menos 20 rebotes después de Wilt Chamberlain (53-32-14 en 1968 y 51-29-11 en 1963) y Elgin Baylor (52-25-10 en 1961). Por si fuera poco, arrebató al alemán Dirk Nowitzki —que esta semana veía cómo el club levantaba una estatua suya a los pies del estadio— el récord de puntos en un partido con los Mavericks (53, ante Houston, en 2004); mejoró su récord de puntos, tras los 51 firmados el año pasado contra los Clippers; y también el de rebotes, tras los 20 alcanzados ante Sacramento en 2020. ¡Salud Luka!
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