Zeljko Obradovic: “No se puede mover a los jugadores como piezas de ajedrez”
El entrenador del Partizán de Belgrado, ganador nueve veces de la Euroliga con cinco equipos diferentes, habla de su pasión por el baloncesto y de su evolución en los banquillos
El mito ha vuelto a casa. Zeljko Obradovic (Cacak, Serbia, 62 años) dirige desde el curso pasado al Partizán de Belgrado, el equipo donde un día de 1991 pasó de jugador a entrenador. En el banquillo, ninguna leyenda como la suya, nueve veces ganador de la Copa de Europa: en 1992 con el Partizán, en 1994 con el Joventut, con el Madrid en 1995, cinco títulos con el Panathinaikos (2000, 2002, 2007, 2009 y 2011) y un último con el Fenerbahçe en 2017. Gomelsky, Ferrándiz, Maljkovic y Messina, con cuatro coronas cada uno, le...
El mito ha vuelto a casa. Zeljko Obradovic (Cacak, Serbia, 62 años) dirige desde el curso pasado al Partizán de Belgrado, el equipo donde un día de 1991 pasó de jugador a entrenador. En el banquillo, ninguna leyenda como la suya, nueve veces ganador de la Copa de Europa: en 1992 con el Partizán, en 1994 con el Joventut, con el Madrid en 1995, cinco títulos con el Panathinaikos (2000, 2002, 2007, 2009 y 2011) y un último con el Fenerbahçe en 2017. Gomelsky, Ferrándiz, Maljkovic y Messina, con cuatro coronas cada uno, le miran desde abajo. Obradovic ha pasado esta semana por España para jugar en la Euroliga ante Barcelona y Madrid (dos derrotas). Entre medias, una charla con EL PAÍS sobre su pasión.
Pregunta. ¿Cómo se siente de vuelta al Partizán, su casa?
Respuesta. Estoy muy feliz. Es el equipo que quiero, que está dentro de mí. Partizán, por historia, merece estar muchos años en la Euroliga, pero depende de nosotros. Tenemos 11.500 abonados, más que ningún equipo en Europa. En cuatro partidos en la Euroliga hemos metido casi 80.000 personas. Tenemos hambre.
P. ¿Recuerda su primer día de entrenador?
R. En 1991. Yo estaba en la selección. Al día siguiente teníamos que ir a Alemania. Me llama el director del Partizán, donde yo jugaba, Dragan Kicavonic, exjugador y el hombre que cambió la historia del club. Me ofreció dejar de ser jugador y ser entrenador. Le pedí ir con la selección al Europeo de ese verano. “No”, me respondió, “o lo coges o lo dejas”. Fue una decisión muy difícil. Así me hice entrenador.
P. ¿Dónde ha disfrutado más, en la cancha o en el banquillo?
R. Disfruto de todo. Es algo fundamental. Me preguntan de dónde saco mi motivación y es muy simple. Me encanta mi trabajo, estar en el pabellón, pensar todo el día en el equipo y los jugadores. Mientras siga así voy a continuar.
P. ¿Cómo nació ese amor por el baloncesto?
R. En el año 73. Kicanovic, que es de mi ciudad [Cacak], ganó con Yugoslavia el Europeo de Barcelona. Yo tenía 13 años. Me sentí muy orgulloso y empecé a entrenarme muy en serio.
P. ¿Qué ha cambiado del primer Zeljko entrenador al de hoy?
R. Muchísimo. El baloncesto ha cambiado mucho en más de 30 años. Cuando empecé, tenía un ayudante. En el Joventut y el Madrid, también. Hoy tengo cuatro ayudantes, preparadores físicos... Se entrena menos, se juega más. Tienes que adaptarte. Cuando el baloncesto cambia, has de estar preparado para cambiarte tú mismo. Si piensas que lo sabes todo, esto se acaba muy pronto. Aprendo cada día.
P. ¿Y el juego?
R. Hoy se juega mucho más rápido y físico, y muchos se van a la NBA. Se aplican algunas cosas que se ven allí y al revés. En Europa, en las ligas nacionales y la Euroliga, cada canasta, cada defensa, cada partido cuenta. En la NBA la regla de los tres segundos defensivos lo cambia todo y por eso hay más uno contra uno.
P. ¿El talento ya no es hoy tan decisivo?
R. Pero, ¿qué es talento? Yo he entrenado a grandes jugadores. Para mí, talento es que un jugador me sorprenda. Talento es que entiendas que debes mejorar muchas cosas, porque nadie nace sabiendo botar un balón. Si ves a un gran jugador y lo intentas copiar y añadir algo tuyo, es talento. El gran jugador sale entre el talento y el trabajo.
P. ¿Las nuevas generaciones son tan diferentes a la suya?
R. Sí. Con todas las tecnologías hoy tienen muchas más cosas de las que tenía yo de joven. En cuanto al juego, si no eres extraordinario es muy difícil que con 18 años subas al primer equipo. Antes era mucho más fácil. Hoy hay muchos más extranjeros. Aunque mirar el pasaporte, de dónde eres, no sirve para nada. Eres bueno o no. O dedicas tiempo al baloncesto o no. Da igual que seas español, americano, serbio o griego. De los tres grandes europeos en la NBA, Doncic, Antetokounmpo y Jokic, solo Luka ha sido MVP de la Euroliga con el Madrid. Los otros dos han jugado antes en equipos modestos. Han ido allí y han sido una sorpresa. Pero eso no es un buen ejemplo. ¿Cuántos jugadores europeos se han marchado y están en el banquillo o juegan poco? Como ahora Willy Hernangómez. Es muy duro para él. Los jóvenes desean jugar en la NBA, pero yo les pregunto: ¿qué es mejor, quedarte en Europa y jugar o chupar banquillo allí?
P. ¿El entrenador ha de ser autoritario?
R. En la vida, el carácter es muy importante. Es algo que ves después de dos días con un jugador, y eso es difícil de cambiar. Se puede intentar hasta un límite.
P. ¿Y el entrenador debe controlar cada acción en la pista?
R. No, eso es imposible. Yo intento que los jugadores lean el juego y tengan una parte de libertad. Tengo mi filosofía de cómo jugar, un plan de partido, pero el baloncesto es bonito porque pasan cosas diferentes. El jugador extraordinario es el que piensa más rápido, igual que el entrenador. El baloncesto no es ajedrez ni los jugadores se pueden mover como piezas. Eso no existe. Algunos entrenadores dejan más libertad, otros hablan de baloncesto control. Pero no existe el entrenador que no deje correr a sus jugadores y meter canastas fáciles. Hay que darles libertad porque ellos deciden los partidos.
P. ¿No le molesta que un jugador se salte el guion?
R. A mí no. Si uno tiene ese talento, vale. Si hace una estupidez, lo paro.
P. ¿Ganar es lo más importante?
R. De alguna manera sí. Los entrenadores dependemos de los resultados. Yo personalmente estoy en paz conmigo mismo porque sé que siempre doy todo. Claro que quiero ganar. La gente dice que eres tan bueno como lo es tu último partido. ¿Es justo? No, pero hoy la vida es así. Nos volvemos locos. Todo el mundo opina, todos piensan que saben de todo. Uno se cree que puede ser entrenador de fútbol, o de baloncesto, o que sabe pilotar un avión. Yo he jugado 16 años y llevo 31 entrenando. Es casi medio siglo. Y dedico cada día muchísimo tiempo a esto. Lo que digan los demás lo respeto. Pero tengo mucho cuidado cuando me elogian y dicen que lo he hecho muy bien. El elogio siempre es peor que la crítica.
P. ¿Qué le aconsejaría a un niño que empieza a jugar?
P. Trabajo duro. Los grandes jugadores vienen a entrenarse en su tiempo libre. Sin pasión no se puede hacer nada en la vida.
P. Usted entrenó a Jasikevicius y a Laso. ¿Ya eran entrenadores siendo jugadores?
R. Sí. Jasikevicius, por su carácter, hablaba de sus compañeros. Un día le llamé y le dije: “Saras, dices el 90% de lo que yo digo. Tienes razón. Pero no puedes hablar con ellos de la misma manera que yo. Ten cuidado”. Él lo entendió. Era uno de sus jugadores con libertad para hacer algo diferente. Y Laso era listísimo, se veía que entrenaría. Le quiero ver muy pronto en un banquillo.
P. ¿Su etapa en España?
R. Primer año en la Penya, y ganamos la Euroliga. Y primer año en el Madrid, y también. Fenomenal. Yo tenía 34 años. Si me eligieron, por algo sería.
P. ¿Qué opina de la selección española?
R. España tiene algo que mi país tenía antes. Todos quieren jugar por el equipo nacional. Son una piña. Mueren en la pista. Mira Rudy. Está lesionado y quiere seguir jugando. Ningún otro país en Europa tiene esto.
P. ¿Pudo entrenar en la NBA?
R. Opción real nunca tuve. Estuve un año en Detroit Pistons siguiendo los entrenamientos. Ni lo pienso ya. Estoy muy feliz en el club de mi vida.
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