Pablo Carreño gana en Montreal su primer Masters 1000
El tenista asturiano logra el triunfo en Canadá tras imponerse al polaco Hurkacz por 3-6, 6-3 y 6-3
No estaba siendo el año de Pablo Carreño, que disputó la final en Barcelona y alcanzó las semifinales en Bastad, torneos secundarios (ATP 250) para el 23 del mundo. Le costaba coger ritmo, la bola no le corría lo suficiente, la cabeza no le respondía como las piernas y unas cuantas veces se marchó a casa antes de tiempo (primera ronda en Wimbledon, Madrid y Roland Garros). ...
No estaba siendo el año de Pablo Carreño, que disputó la final en Barcelona y alcanzó las semifinales en Bastad, torneos secundarios (ATP 250) para el 23 del mundo. Le costaba coger ritmo, la bola no le corría lo suficiente, la cabeza no le respondía como las piernas y unas cuantas veces se marchó a casa antes de tiempo (primera ronda en Wimbledon, Madrid y Roland Garros). Pero todo cambió esta semana en Montreal (Canadá), donde se plantó por primera vez en su carrera en la final de un Masters 1000. Enfrente tenía al polaco Hubert Hurkacz, número 10 del ranking ATP y con el que ya se había medido dos veces —un triunfo en Cincinnati y una derrota en Metz, ambas la temporada pasada—; también a su historia, porque en su palmarés contaba con un laurel de ATP Tour 500 (Hamburgo) y cinco de 250 (Winston-Salem y Moscú en 2016); Estoril en 2017; Chengdú en 2019 y Marbella en 2021). Para su felicidad y gloria, venció por 3-6, 6-3 y 6-3.
Hurkacz recuerda a esos bombarderos de antaño como Ivanisevic, Ljubicic, Krajicek u otros más actuales como Isner y Raonic. Tremendos bolazos de más de 220 km/h que sacaban chispas a la bola y descomponían a Carreño, incapaz de imponer su tenis, siempre a remolque porque el polaco rebosaba tino y confianza, quizá porque todas las finales que había jugado (5) las había ganado.
“¡No, no!”, gritó desesperado el gijonés tras perder tres puntos seguidos, abandonado por su servicio, ese que tan bien le había ido durante el torneo porque hasta las semis no había perdido un solo juego al saque. Un 0-40 que le encogió el brazo y que catapultó a Hurkacz, pillo porque subió a la red para reducir huecos y para que el rival arriesgara. Carreño lo hizo, tiró la bola al pasillo de dobles y perdió el saque, también el set con el pasar de los juegos y los zambombazos del polaco.
Pero este Carreño recordó al tenista que maravilló en los Juegos de Tokio con el bronce y que en 2017 alcanzó la semifinal del US Open. Sabía que tendría sus ocasiones porque por tenis no sería. Y le llegó nada más comenzar el segundo set, pues con el 1-0 rompió el servicio de Hurkacz, que sufrió una desconexión terrible con una doble falta y tres errores no forzados. No volvió a cometer el mismo error, pero tampoco lo hizo Carreño al saque y la segunda manga fue para el español, que finalizaba los puntos con derechazos que le susurraban a la cinta, profundos y también con la intención de mover al gigante polaco (1,96 metros), un territorio que nunca le gustó. Puño arriba, “¡sí!” de Carreño y al set definitivo.
Aunque se sucedían los aces de Hurkacz —18 en el partido—, Carreño mantuvo la agresividad con los golpes de fondo, cargaba sobre el revés del rival y se metía en la pista para restar los servicios. Suficiente para amedrentar a Hurkacz, que perdió de nuevo su servicio con el 1-1 y que se inventó una dejada horrible que se quedó en la red para que el polaco tirara, enrabietado, la raqueta contra el suelo. Impulso para Carreño, que mantuvo siempre su saque y que acabó por lograr una última ruptura para cerrar el set y el partido sin sufrir, su primer Masters 1.000 el día que parecía que tenía siete en el bolsillo. Fue una semana en la que se reconcilió con su mejor tenis y en la que se une a los españoles ganadores de torneos en el curso: Nadal y Alcaraz (4), Bautista (2), Pedro Martínez y Albert Ramos (1).
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