El Manchester City conquista la cuarta Premier League de Guardiola en una remontada agónica ante el Villa
La Liga inglesa se queda en el Etihad, donde el equipo local tuvo que levantar un 0-2 en contra para alcanzar un título que de otro modo les habría arrebatado el Liverpool, que se impuso por 3-1 al Wolves
Las invasiones de campo están en auge tras la represión de la pandemia. La más estruendosa de todas se registró este domingo en el Etihad, donde la hinchada del Manchester City se lanzó en marabunta a abrazar y besar a los jugadores y a llevarse recuerdos del campo sagrado que acababa de acoger la remontada más celebrada. Después de ir perdiendo por 0-2 ante el Aston Villa hasta el minuto 75, ensombrecido por la angustia, el equipo del norte de la ciudad remontó hasta el 3-2 y atrapó la sexta Premier de su historia. Fue el ...
Las invasiones de campo están en auge tras la represión de la pandemia. La más estruendosa de todas se registró este domingo en el Etihad, donde la hinchada del Manchester City se lanzó en marabunta a abrazar y besar a los jugadores y a llevarse recuerdos del campo sagrado que acababa de acoger la remontada más celebrada. Después de ir perdiendo por 0-2 ante el Aston Villa hasta el minuto 75, ensombrecido por la angustia, el equipo del norte de la ciudad remontó hasta el 3-2 y atrapó la sexta Premier de su historia. Fue el cuarto título de Liga inglesa que conquista Pep Guardiola, que se retiró llorando a los vestuarios, deshechos los nervios al cabo de una jornada de máxima tensión, con el Liverpool pisándole los talones hasta el último minuto. La explosión de felicidad desbordó a los servicios de seguridad en una avalancha humana que arrasó con las porterías, destrozadas por los fanáticos, que venían de vivir una tarde de miedo. Durante media hora el título pareció escapárseles de las manos en un partido que atenazó a los futbolistas, víctimas de la presión y del oficio del Villa.
“Dicen que el servicio para ganar es lo más difícil de un Grand Slam”, observó Guardiola tras pasar por el aro de fuego de la jornada. “Esto ha sido igual”.
La colección de Guardiola superó en una copa a la de José Mourinho y Arsène Wenger. El catalán se convirtió en el entrenador extranjero que más títulos de Premier levantó en la historia. Ahora solo lo supera Alex Ferguson, que acumula 13. Pero su gesta estadística apenas tendría valor sin el esplendor y la innovación del juego demostrado por su equipo, obra de un sello personal imborrable. Desde que ocupó el banquillo en 2016 no ha dejado de subvertir prejuicios largamente arraigados en el fútbol inglés. No es posible comprender el fútbol británico contemporáneo sin la influencia que ejerce este técnico, incansable en su vocación experimental, aunque a veces lo meta en problemas.
El amor de Guardiola por los mediapuntas ha producido momentos sublimes del mismo modo que ha encajonado al Manchester City contra adversarios que se saben replegar. En el día del juicio final, la elección de Mahrez y De Bruyne en detrimento de Sterling y Gündogan tuvo mucho de sentimental. El City ganó en presencia estética pero perdió velocidad de circulación porque Mahrez se obstinó en pedir la pelota al pie amontonando adversarios sin desbordarlos y De Bruyne deambuló por la cancha con aire pesaroso a la espera de que alguien le diera una pelota para exhibir su carrera en línea recta y su bello golpeo. Entre uno y otro restaron dinamismo al juego del City, que sin abandonar la latitud de la excelencia perdió el filo necesario para desgastar el bloque que conformaron Douglas Luiz, Mings y Chambers en el corazón de la defensa visitante.
Guardiola: “Gündogan es el mejor”
Transcurría el minuto 36 y el City prolongaba el acoso elevando cada vez más el promedio de centros por minuto. A Robert Olsen, el portero del Villa, solo lo amenazaba la ganzúa del inquieto Gabriel Jesús, cuando sus compañeros elaboraron una salida tranquila desde su área. Liberado por la presión contemplativa de De Bruyne, Douglas Luiz conectó con Watkins, el punta, que bajó a recibir y armó un ataque sencillo lanzando a Digne, su lateral izquierdo. El centro fue a dar a la cabeza oportuna de Cash, el lateral derecho, que sorprendió a Cancelo con una carrera larga y anunciada. El gol enmudeció a la multitud de Manchester y fue celebrado con un estallido de alegría 50 kilómetros hacia el oeste, en Anfield, más estruendoso en su recepción del tanto del Villa que en la celebración del gol de Mané, causa del 1-1. Porque en Liverpool, donde el Wolverhampton dio el primer golpe, se gestaba otra remontada.
El gol de Cash colocó al City en el corredor de los suplicios. Ante la mirada angustiada de los aficionados, el equipo de Guardiola se vio obligado de repente a meter dos goles para asegurar el campeonato frente a una eventual victoria del Liverpool. Ocurrió virtualmente en el comienzo de la segunda parte, cuando el VAR anuló el 2-1 de Mané. El incidente coincidió con el nudo dramático de la jornada. Esos minutos de crisis en los que el City trastabilló y se dejó sorprender otra vez por el Villa. Un saque de puerta peinado por Watkins ante Rodri habilitó a Coutinho, que se fue de Laporte con un gran control y definió el 2-0. Guardiola reaccionó al desafío haciendo cambios que a la postre resultaron decisivos. Ya había quitado al envejecido Fernandinho del centro de la defensa para poner a Stones, y ahora dio entrada a Sterling y a Gündogan. Fue el turco, atacando el espacio, el que cabeceó el centro de Sterling para el primer gol local. El 2-2 fue obra de Rodri, con un tiro desde el borde del área, y de nuevo Gündogan martilló el 3-2 en el minuto 81 con otro desmarque al segundo palo digno del mejor falso nueve. Guardiola y los jugadores lo celebraron con la rabia de un alirón. Convencidos de que la victoria les pertenecía.
La revuelta del Liverpool, que empezó perdiendo y terminó ganando por 3-1 con un doblete de Salah, solo sirvió para aterrorizar a la muchedumbre de Manchester. Cuando el juez señaló el final, la Premier coronó al equipo más sofisticado y regular de la década en Inglaterra.
“No son circunstancias normales”, explicó Guardiola, preguntado por su gestión del vestuario en el descanso; “les dije a los jugadores que si metíamos un gol la gente nos ayudaría a meter los demás. Estos chicos son leyendas. Pasarán a la historia: cuatro ligas en cinco años es algo increíble”.
El técnico admitió que el cambio de Gündogan por Mahrez brindó profundidad a su equipo. “Gündogan es el mejor para coordinar su movimiento al espacio en el último cuarto”, dijo. “Fue una contribución muy importante”.
Robin Olsen, atacado
Las circunstancias fueron tan extraordinarias que cientos de forofos saltaron al campo a perseguir a los jugadores tras el partido. El más perjudicado fue Robin Olsen, el portero sueco del Villa. Alguien lo golpeó en la nuca. Steven Gerrard, el entrenador del Villa, se quejó. El Manchester City emitió un comunicado pidiendo “sinceras disculpas” y anunció una investigación. “El responsable de este asalto será expulsado indefinidamente”, concluyó el escrito.
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