El desplome que no cesa del Real Madrid de Laso

Los blancos firmaron en Bilbao su 17ª derrota en 82 días de perdición y apelan al trabajo, la constancia y la unidad para escapar de una crisis que amenaza con convertirse en precipicio

Pablo Laso se dirige a Abalde y Causeur durante el encuentro ante el Bilbao Basket en MiribillaMiguel Toña (EFE)

El desplome del Real Madrid de baloncesto acumula ya 17 derrotas en los últimos 28 partidos; 12 en los últimos 16 si contamos desde la final de la Copa en Granada. La catarsis abierta en el vestuario madridista tras la drástica decisión de Pablo Laso de apartar a Thomas Heurtel y Trey Thompkins de la disciplina del equipo, de manera “definitiva”, pa...

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El desplome del Real Madrid de baloncesto acumula ya 17 derrotas en los últimos 28 partidos; 12 en los últimos 16 si contamos desde la final de la Copa en Granada. La catarsis abierta en el vestuario madridista tras la drástica decisión de Pablo Laso de apartar a Thomas Heurtel y Trey Thompkins de la disciplina del equipo, de manera “definitiva”, para salvaguardar el ecosistema del grupo e intentar el rearme de cara al final de temporada, no termina de completarse. El domingo, el Madrid peleó con orgullo en el Palau para sacudirse la crisis, pero acabó sucumbiendo en la prórroga frente al Barça en un desenlace ajustado y polémico (108-97) —con el que Jasikevicius sumó su undécima victoria en 14 duelos ante los blancos— y, este miércoles, ante el Bilbao Basket, reaparecieron la inconsistencia, el sesteo, la hipotensión y la despersonalización de un conjunto sin identidad.

“Los primeros jodidos por el partido son los jugadores, pero yo también estaba jodido y se lo tenía que hacer saber”, dijo Laso en la sala de prensa de Miribilla, en la que compareció una hora después de acabar el encuentro y, en contra de lo habitual, después de que lo hiciera el técnico local, Álex Mumbrú. Laso pidió “perdón por no haber asistido al homenaje que se le tributó a Mumbrú, con la retirada de su dorsal en el pabellón, y al que sí asistieron sus jugadores. “Iba un poco cruzado y me he apartado, pero le daré la enhorabuena personalmente por este homenaje es más que merecido”, acertó a explicar el entrenador madridista, con una incredulidad y enojo indisimulables, como mostró en varios pasajes del encuentro. “El Bilbao ha jugado con mucha energía y ha sido superior en aspectos más allá del baloncesto. Lo más importante es que un equipo tiene que ser reconocible y, ahora mismo, hay situaciones del juego que nos castigan mucho. Es algo que debemos reconocer y mejorar”, reflexionó Laso. “Mi obligación es mirar hacia adelante y buscar una reacción”, cerró.

El Madrid firmó en Miribilla su novena derrota en 28 jornadas de la Liga Endesa, más que nunca en una temporada regular de la ACB durante la era Laso, empeorando el registro de la primera temporada del técnico vitoriano, la 2011-12, que los blancos cerraron con un balance de 26-8. Ante semejante secuencia (ocho derrotas en los últimos 13 partidos ligueros), el Madrid ya ve amenazada su segunda plaza en la clasificación, ahora a tiro para el Joventut y el Baxi Manresa (con las mismas derrotas que los de Laso). E incluso para Valencia Basket y Lenovo Tenerife, que tan solo acumulan un pinchazo más que el equipo madridista, que sobrevive a duras penas apurando la lustrosa hucha que acumuló a comienzos de temporada. La inercia podría incluso descabalgar a los blancos de los puestos que dan ventaja de campo en los playoffs.

Hasta el 23 de enero, el Madrid lideraba la ACB y la Euroliga —con una contabilidad de 16 triunfos y una sola derrota en la Liga, y de 16-3 en la competición continental—, había ganado la Supercopa y encadenaba una secuencia de 21 victorias en 22 partidos. Pero la visita del Barça al WiZink aquel día destempló a los blancos y abrió un atolladero que amenaza con convertirse en precipicio. El desplome madridista no cesa. En el intento de atajar a un Barça hegemónico, el Madrid fue perdiendo los anclajes de juego —el ritmo, la solidez, los automatismos, el estilo, la solvencia, la puntería (9 de 38 en triples ante el Bilbao)—, después los psicológicos y emocionales, y más tarde los de cohesión interna. “Solo el trabajo duro en equipo y la constancia nos permitirán volver a los buenos resultados. Hay que seguir”, ha escrito este mediodía el capitán madridista, Sergio Llull, en un mensaje reforzado por un “¡Juntos!” lanzado por Rudy Fernández. La salida en el último año de figuras referenciales del vestuario blanco, como Felipe Reyes (17 temporadas en el club), Facundo Campazzo e incluso Usman Garuba (ejemplo de fichajes identitarios y canteranos con recorrido), dejan a Llull y Rudy al frente del remangue para enderezar una crisis de proporciones inopinadas y desconocidas en la sección desde hace más de una década. El calendario no tregua.

El domingo llega a Madrid el sorprendente Breogán, sin el lesionado Dzanan Musa, en la lista de futuribles de los blancos, y el próximo miércoles comienza la eliminatoria de cuartos de final de la Euroliga (al mejor de cinco partidos en formato 2-2-1) ante el Maccabi de Tel Aviv, que llega lanzado al playoff tras sumar siete victorias en los últimos ocho partidos de la temporada regular. Mientras el Madrid sigue dándose golpes de pecho en el diván después de su 17ª derrota en 82 días de perdición. Cuatro de esas derrotas además con anotaciones inéditas, inferiores a los 60 puntos, siete en total por debajo de los 70 —cuando en siete de los 10 cursos anteriores los blancos cerraron su estadística en la frontera de los 85 puntos y nunca bajaron de los 79—. El Madrid de Laso era un exitoso equipo de baloncesto y ahora es un enigma insondable.

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